"Existir es cambiar, cambiar es madurar, madurar es creación sin fin.
Henri Bergson."
Los tiempos se transforman, evolucionan, se modifican, así en 1980 se iniciaron en América Latina, los procesos de recuperación democrática, lo que vino acompañado de reformas a sus sistemas judiciales con una profundidad bastante insólita para un sector caracterizado por su inmutabilidad.
En el 2000 vivimos el arribo de la globalización, que transmutó a todos los espacios de la vida de los países, tanto económico, social, cultural, familiar, etc.
Así también nosotras, las mujeres, en el transcurrir el tiempo, experimentamos sucesos, situaciones, lo que conlleva una transformación, un cambio.
Pero, que es cambio?, Cambio es el concepto que denota la transición que ocurre de un estado a otro. El verbo Cambiar, por su parte, hace referencia a dejar una cosa o situación para tomar otra.
En algún momento me he mirado al espejo, y quizá a veces no me reconozco, entonces corro el riesgo de olvidar mis raíces, de perder mi pasado, de enterrarlo en el inconsciente, y no creo que sea una buena idea, tratar de encerrarlo en un baúl, por que me atacarán mis fantasmas y me impedirán vivir en paz.
Recientemente leía una reflexión por internet, la que afirmaba “Debemos tener siempre muy presente que hemos llegado a ser quienes somos porque venimos de dónde venimos… De lo contrario, seríamos otros.
Acoger el pasado, abrazarlo, comprenderlo, superarlo… No dejemos eslabones rotos en la cadena de oro que es nuestra vida, porque cada uno de ellos nos sostiene y nos mantiene en contacto con nuestro origen… Cordón umbilical de nuestra existencia que alimenta nuestra alma inconsciente. Nada es accesorio, todo cuanto nos sucede es necesario, todo nos aporta, todo supone una oportunidad de crecimiento, todo es ocasión de enriquecimiento si somos capaces de vivirlo con el espíritu adecuado.”
Y si hoy he cambiado, ¿qué puedo hacer con mi pasado? Sumar y multiplicarlo a mi vida actual, que el adiestramiento y la cátedra del ayer, sean la enseñanza para edificar mí presente con tranquilidad, en paz, con quietud, apacibilidad.
Y no abandonar mi origen, ser esa mujer que reflexiono ante las adversidades, que genero respeto, que vivo en los valores, que aún me sorprendo ante el llanto de un niño o de otra mujer, que me perdono por mis errores y perdono a otros, por que comprendo que mi esencia es vivir y fabricar caminos inéditos.
Hoy me siento simplemente complacida, de ser MUJER, MI RAIZ.
Edith Verdejo.
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