¿Cómo preparamos a los niños y jóvenes en esta contingencia?

Recientemente, las autoridades de Educación Superior en nuestro país dieron a conocer algunos datos que vale la pena rescatar para hacer notar lo que sucede en muchas instituciones educativas, a casi seis meses de haber iniciado el trabajo a distancia.

En una encuesta aplicada a los alumnos de nivel licenciatura, éstos manifiestan que se sienten saturados de actividades que no les resultan significativas; hablan de instrucciones poco claras y de escasa interacción con el docente; se muestran inconformes por la falta de retroalimentación de sus entregas y perciben a muchos docentes poco solidarios ante los conflictos de conectividad que no pocos estudiantes enfrentan.

A partir de ello se corre el riesgo de que se continúen elevando los índices de ansiedad, tensión y frustración del estudiante, lo que contribuye al deterioro de su salud emocional y a la decisión de deserción. Entonces, ¿no hay que exigirles?

No se trata de un problema de laxitud, sino de falta de capacitación y de creatividad de los profesores. No es suficiente con que aprendan lo mínimo indispensable en cuanto al manejo de plataformas y ya con ello pretendan sustituir la clase presencial por jornadas exhaustivas frente a un monitor. El esquema de educación a distancia es totalmente diferente.

El tipo de actividades que se dejan a los alumnos, la dinámica de la clase, las formas de evaluación, el lenguaje que se emplea, es diferente cuando se ejecuta a distancia. ¿Cómo apoyarán las autoridades educativas a los docentes para que su intervención sea efectiva? No estamos suponiendo que las escuelas reabran sus puertas en quince días; esto llevará aún varios meses y se está dejando solo al profesor en esta tarea.

Si esto es lo que se reporta a nivel licenciatura, ¿cómo se sentirán los alumnos de educación básica? A pesar de que hay más medios dispuestos para la enseñanza (televisión, radio, plataformas educativas…) es complejo pensar que un pequeño de preescolar o de primaria pueda atender por varias horas a un maestro que le habla a través de una pantalla.

El Secretario de Educación Pública reitera que nuestro sistema es flexible, ¿cómo se refleja esta cualidad en las instrucciones que reciben los docentes en cuanto al manejo de evidencias de aprendizaje?

Como no hay congruencia, no hay una estrategia centrada en lo sustantivo (el desarrollo de competencias) y el personal directivo de las escuelas sólo se preocupa de que la SEP se de cuenta de que está trabajando, entonces no hay empatía.

¿Qué es en realidad lo más importante en este ciclo escolar?, ¿qué se aborden todos los contenidos de los programas educativos?, ¿qué los niños entreguen muchas tareas?, ¿que todos aprendan a manejar las plataformas educativas?...o tal vez los alumnos podrían aprovechar para aprender a leer y a escribir, que tanta falta le hace a nuestro querido México.

Comprensión lectora, pensamiento lógico-matemático (que justamente guarda estrecha relación con la comprensión lectora), capacidad de análisis y síntesis, resolución de problemas, son habilidades que siempre salen a la luz cuando el gobierno comparte los resultados de las pruebas internacionales en las que ha participado nuestro país. Ésta podría ser una excelente oportunidad para sentar las bases del “aprender a aprender” con lo que los alumnos de cualquier nivel educativo, se verían beneficiados. Si no lo hace la escuela, intentémoslo en casa.

 

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