La Navidad es una época de anhelos, ilusiones y esperanzas.
También es una época de reflexión; es el mejor momento para cambiar y hacer que nuestra vida brille para los demás.
No implica solamente regalos, fiestas, viajes, comidas o cenas, sino también dar lo mejor de uno mismo, hacer una pausa, dejar por un momento nuestra vida agitada por los problemas, dejar a un lado las prisas, las inquietudes, el ir y venir de un lado a otro sin parar, para detenerse a pensar en qué hemos fallado, a quiénes hemos ofendido, cuáles han sido los tropiezos que hasta hoy no hemos podido superar, reflexionando en términos generales acerca de todo lo que hemos hecho durante el año.
Es el momento de dar a los demás sin limitaciones, dudas o prejuicios, dar lo mejor, lo más preciado, lo más valioso y a la vez lo más sencillo: dar amor.
El amor se encierra en muchas obras; implica entregarse, olvidar el orgullo y el rencor, perdonar a aquel que nos hirió para sanar el dolor que se lleva dentro y permitir que fluya la paz interior.
Basta con dar una sonrisa, una muestra de cariño, una palabra de aliento o simplemente dar comprensión.
Si se da amor se recibe amor, si se da alegría se recibe alegría, si se da consuelo se recibe consuelo, si se da paz se recibe paz, porque la vida misma recompensa.
Empecemos hoy, en el presente, a cada minuto que transcurre; empecemos en esta Navidad y nunca olvidemos ser felices.
Jackie Karam
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*** El amor se encierra en muchas obras; implica entregarse, olvidar el orgullo y el rencor, perdonar a aquel que nos hirió para sanar el dolor que se lleva dentro y permitir que fluya la paz interior. ***