En estos nuestros tiempos la palabra en multitud de ocasiones ha dejado su significado; común resulta que se intente ampliar un comentario o acompañarlo de las expresiones: “Creo que me mal interpretaste; me fue imposible darme a entender”.
Muchas veces recurrimos, algunos claro otros desconocen para qué sirve un diccionario, al llamado “tumbaburros”, buscamos alguna acepción adecuada para hacer cuadrar lo que difícilmente expresamos con certidumbre.
Hablar de bienestar nos lleva entonces a todo aquello que es necesario para vivir adecuadamente. La descripción y listado de esos elementos es un asunto distinto.
Algunos de ustedes tendrán presente el abuso que se ha hecho del término bienestar, en campañas políticas de otras épocas y en relación a fármacos o productos de los llamados “milagro” que prometen el advenimiento de esa sensación, que casi sin pensar asociamos como preámbulo o complemento de la etérea felicidad.
En filosofía este concepto se vincula necesariamente con el saber más que implica ser más y en consecuencia tener un mayor rango de opciones a escoger, a discernir, a analizar y a responsabilizarnos de la aportación que hacemos a nuestro entorno y mundo.
Estar bien es un término y una sensación que se asocia necesariamente con nuestros espacios y momentos específicos.
Tu percepción es tu realidad, repito constantemente, te reitero que tener presente este secreto es vital en cada segundo de tu existencia.
Combinando ambas ideas el sentirse bien dista de la ausencia del conflicto; se relaciona con tu forma de apreciar los eventos, las circunstancias y sus tiempos; subyacen en todo ello tus experiencias, tus conocimientos y en suma todo aquello que forma parte de tu bagaje cultural en el sentido más amplio de las palabras.
El bienestar es una definición relativa, tengo un amigo que invariablemente a la pregunta, ¿Cómo estás? Responde inmediatamente: ¡Con respecto a quién!
Por encima del turismo verbal o de lo quisquilloso de la respuesta hay una razón detrás de esa lógica. Estar bien lleva siempre la comparación ya sea con respecto a la media del grupo, otros tiempos de la persona o se relaciona con su historia su familia o conjunto social.
Habrás escuchado la conseja popular: “en tierra de ciegos el tuerto es Rey”.
El gran secreto que soporta al concepto de bienestar es la comparación con nosotros mismos, con los momentos pertinentes de nuestro crecimiento y, sobretodo, a ser capaz de orientarnos hacia objetivos y destino; tener la posibilidad de modificar la percepción negativa y transformarla en la voluntad manifiesta que nos conduzca a ser, a estar y a existir.
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste bien?
¿La ignorancia o desconocimiento hace más feliz a las personas?
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Comentarios
HOLA TERRY ES UN GUSTO SALUDARTE............QUE BUENA REFLECCION, PARA RAZONARLA Y CONTESTARNOS ESAS PREGUNTAS QUE HACES!. Y CREO QUE EL BIENESTAR ESTA EN NOSOTROS MISMOS, NO PODEMOS RESPONSABILIZAR A LOS DEMAS DE ESE BIENESTAR.
QUE LA PAZ SEA CONTIGO.