Hace dos años y medio aproximadamente como parte de una dinámica organizada en un evento de networking para emprendedores, compartimos con otros asistentes una frase escrita; a mí me entregaron un pequeño papel con la que le da el título a esta publicación. He de confensar que más allá de las relaciones y contactos que pude hacer en tal evento, lo mejor que me llevé fue esa dinámica y la frase la hice mía porque me dejó reflexionando por varios días sino es que semanas.
Justamente en ese momento de mi vida estaba en un proceso de reinvención, buscaba construir un proyecto que alineara y combinara mis metas personales y profesionales. Para ello tuve que recordarme a mí misma cuáles eran aquellos sueños que quería realizar, para ir tomando acción y hacerlos realidad.
Muchos vivimos, sin tomar consciencia de ello, para hacer realidad los sueños de otros, y sacrificamos los propios. ¿Qué nos falta para tomar acción? ¿acaso tememos a ceder ciertas cosas para ganar otras? ¿por qué no atrevernos a demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacerlo? ¿será que no queremos salir de nuestra zona de confort?
Nuestro crecimiento personal, requiere una gran dosis de honestidad con nosotros mismos, de recordar qué es lo que nos motiva, qué sueños queremos alcanzar y preparar el camino para materializarlos. También es importante rodearnos de las personas que pueden apoyar ese crecimiento, que nos alienten y nos puedan transmitir sus conocimientos y experiencias para aplicar lo que sea conveniente para concretar nuestro plan.
Puede darse el caso que en ese camino tengamos que dejar atrás personas o ambientes que no nos aportan, y tendremos que hacernos de otras relaciones personales que sí lo hagan. Veamos a nuestro alrededor y evaluamos qué podemos modificar, qué nos hace felices y nos hace sentir plenos.
Estamos en esta vida para ser justo eso, ¡felices!... pero la educación y las normas sociales que hemos recibido nos han hecho actuar de manera casi robótica, acelerada, y no tomamos consciencia en el tiempo que perdemos, y mucho menos nos damos tiempo para hacer una pausa y relacionarnos con nuestro propósito, con aquello que nos hace vibrar.
Mi sueño es que como cuando éramos niños, continuemos soñando, que nos preguntemos por qué hacemos lo que hacemos en el día a día, que hagamos una pausa para reconectar con nosotros mismos. Que busquemos la motivación en cada acción, en cada actividad que realicemos. Que no tengamos miedo a tomar riesgos, a equivocarnos; al fin y al cabo, siempre ganamos porque los éxitos que tengamos los festejaremos y de los fracasos aprenderemos si mantenemos una mentalidad positiva.
Comentarios