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Comúnmente el fracaso se presenta cuando las personas piensan que pueden hacer las cosas en conciencia sin observar su subconsciente, ahí donde radican las creencias que nos hacen volver a repetir los patrones negativos que se han convertido en hábitos, los que nunca nos damos el tiempo de transformar.

Se presenta esta situación cuando queremos saltarnos etapas, cuando sin saber por qué, nos estancamos en alguna otra; se da cuando por desidia queremos evitarnos algunos pasos que son absolutamente imprescindibles, los que muchas veces duelen de más, los que parecen barreras infranqueables y que después al verlos en su justa dimensión apreciamos su reducido valor; generalmente son los apegos.

Las dudas que tenemos de la habilidad para triunfar son las que prevalecen, aún pensando en positivo en la mente consciente, si el subconsciente cree que eres inmerecedor de algo, eso se materializará.

El secreto radica en poner al consciente y al subconsciente de acuerdo, en armonía. Hoy tenemos en la vida aquello que hemos deseado de manera inconsciente.

El primer paso para atraer lo que deseamos es saber qué es lo que nos disgusta, en primera instancia, propiciando la claridad para poder saber aquello que nos gusta.

¡Cuántas veces escuchamos a las personas decir que nunca han pedido deseos con certeza por falta de precisión sin saber a ciencia cierta lo que les da bienestar!

La mente es como un iceberg encima están los pensamientos y acciones que hacemos en automático, si vamos más abajo y ahondamos nos encontramos con ese mágico lugar de la subconsciencia que jamás duerme, que se alimenta de toda la información que le enviamos de día y de noche; en el ejemplo te darás cuenta que ese hielo en medio del mar es mucho mayor por debajo de la superficie.

Tener un filtro con la poderosa herramienta del poder de elegir aquello que queremos que ahí germine, depende de nosotros; los pensamientos internos se oponen muchas veces a los externos es ahí, en esa incongruencia, donde surgen los baches, los obstáculos, las trampas en las que caemos y que generalmente son origen de la mayor parte de nuestros temores, los que paralizan, los que impiden avanzar.

Cada vez que tenemos una intervención para hacer un proyecto lo hacemos con la voluntad y la energía precisa al iniciar, de pronto bajamos esa vibración por ver que nada cambia o que las cosas van muy lento.

Sugiero entonces dar un paso por vez, con esa paciencia infinita que trae resultados inmediatos, analizar a detalle tu sistema de creencias hasta lograr erradicar lo inservible.

Tomar tiempo diariamente para recapitular, hacer la pausa para observar lo que avanzamos, lo que retrocedemos; la búsqueda de la armonía y la sincronía entre nuestro consciente y subconsciente es una práctica diaria que se hace con gusto cuando el objetivo es crecer y desarrollarnos, distribuir este bien entre quienes viajan con nosotros por la vida empodera, enriquece a todos y da sentido a la existencia.