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Los planos temporales de la vida requieren del más formal de los análisis; el pasado ha quedado justamente ahí, en esa instancia; el futuro es una serie de alternativas con determinado grado de probabilidad, promesas, disyuntivas que aún se encuentran sólo en el marco de lo posible.

La felicidad pasa por aceptar que lo único cierto es este instante, el presente, que es nuestra obligación hacerlo placentero e intentar engrandecerlo para que sea maravilloso como un regalo de nuestra propia vida.

¿Si hubiera?, ¡Mejor mañana cuando al fin sea feliz!; ambas circunstancias y pensamientos viajan constantemente por todos los rincones de nuestra mente, lo hacen durante el día, también en la reflexión que hacemos antes de dormir; como grabado en piedra queda en nuestro subconsciente con su carga energética inherente.

Nos deja en esa escala vibracional, casi pasmados.

La tarea ineludible que tenemos que hacer es entrenarnos mentalmente a fin de evitar el hábito común de la preocupación derivado de las culpas de hace tiempo, los famosos “hubiera” y sus múltiples presentaciones.

Es cómico que nos ocupemos de este conflicto a sabiendas de que es imposible modificar los hechos que han sucedido con anterioridad, que nuestro grado de posibilidad de ello es nulo.

Durante mucho tiempo he pensado en todas las circunstancias que generan este enorme truco, casi todas las veces he llegado a la conclusión de que somos tan tramposos que tenemos el afán de sacar a relucir las condiciones negativas de tiempo atrás, que nos sentimos particularmente cómodos en el papel de víctimas; que las quejas eternas se suceden unas a las otras.

El gran secreto de hoy es vivir en el presente, el regalo expresado en lo que hoy tenemos, día a día permite ubicarnos en la máxima de: “yo soy, aquí estoy”, que es muy valioso y nos brinda la posibilidad de alinearnos a la realidad que vivimos.

Se trata de estar presentes y de llevar la experiencia de vida a aquello que en este instante esté aconteciendo, elevar el grado de conciencia.

“La vida es aquello que ocurre mientras te enfocas haciendo planes”.

Las justificaciones que pretenden explicar el por qué permanecemos en este nudo son muchas; sentirnos alejados de la calma y por ende de la felicidad es una de ellas, culpar a otros de lo que pasó y a cosas ajenas nos permite pasar por encima del conflicto sin resolverlo, utilizar esta práctica que a poco conduce.

Convicción y voluntad son ciertas, lo imaginario se encuentra en tiempos distintos y condiciones poco factibles.

La vida se define hoy, dista de lo fugaz y lo intrascendente, se aleja de la incomprensión entre lo que decidimos y lo impuesto.

Relegar los calificativos de bueno o malo para los hechos que hemos enfrentado diluye la carga emocional siempre presente en aquello de lo que esencialmente queremos tener a nuestro lado, las grandes excusas y las ineficientes explicaciones.

Aquí y ahora, es tu tiempo, tu día y tu destino.