Hola queridas amigas de ésta red:
La vida es indudablemente hermosa, todo lo que está sobre la faz de la Tierra tiene un motivo para ser o estar en ciertas condiciones. A veces, sin embargo, nos convertimos en orugas que se enrollan en un capullito desde el cual vamos hilando nuestra coraza con problemas, actitudes, y demas cuestiones. Quiero contarles de alguien a quien le debo una lección de vida muy profunda, que me dejó una cicatriz que aún sigue doliendo, pero que empieza a sanar.
Llevo varios años laborando como staff de un despacho de contadores públicos que afortunadamente cuenta con buena reputación. Mis compañeras de trabajo son seres especiales, cada una es magnífica en lo que hace, y en lo particular, no me gusta batallar con algunos de los practicantes, sobre todo con esos que llegan con el ego inflado y cero experiencia. Quien suele hacerse cargo de ellos es la titular del despacho y también su secretaria, así que sólo en contadas ocasiones se me acercan con dudas a mi.
Hace algunos meses, sin embargo, mi actitud dió un giro de 180º cuando tuve la fortuna de conocer a una chica nueva, pariente política de la titular del despacho, quien por razones médicas pasaría una larga temporada en la casa de ella, lo primero que me llamó la atención es que resultó ser mi tocaya, se llamaba Kennia, al igual que yo, y luego fui descubriendo mil puntos más en común con ella que aumentaron nuestra empatía. Ella curiosamente provenía del mismo pueblo en que nació mi padre, teníamos la misma edad y compartiamos muchos intereses. Sin embargo, lo que mas poderosamente me movió a intentar apoyarla, para sorpresa de todos aquellos que me consideran una gruñona, fue el hecho de que padecía de osteporosis y además de artritis de no se qué tipo, lo cual la había dejado practicamente inmóvil, asi como deformado ambas manos, sin contar con los severos dolores que frecuentemente la aquejaban.
Aún con todo eso en contra, ella le insistió a mi jefa que le permitiera apoyarla un poco en la oficina, con el fin de distraerse. Por su condición médica ella no tuvo una carrera universitaria, pero su inteligencia nadie la pudo poner en entredicho. A las pocas semanas, ya era capaz de llenar correctamente los formatos que necesitabamos para diversos trámites, le eran entregados los cálculos de tributacion y ella supervisaba que se transcribieran los datos en los programas "Tal cual le pediamos". Era tal su afán por aprender que no me interesaba pasarme las horas a su lado, mientras trabajosamente tecleaba en la computadora. Suelo ser bastante vulnerable al stress, pero verla esforzandose así me transmitía una sensación de tranquilidad que aún ahora me deja un grato sabor de boca.
Durante las horas de comida me compartió muchas cosas, muchos planes para el futuro, que desgraciadamente no llegó. Hace semana y media falleció victima de sus padecimientos, en un primer momento, me abatió la tristeza, pensando en lo joven que era y lo mucho que tenía por dar... pero luego, me di cuenta de algo: ella me había compartido algo muy valioso, que pocas veces puede verse en circunstancias tan adversas... FÉ.
Recuerdo claramente una de las últimas pláticas que tuvimos... la veo de nuevo con su pelo rizado y la sonrisa de oreja a oreja, mientras contestaba a una de mis quejas por la situación económica. La frase que me dio, quiero compartirla con ustedes...
"¿SABES? YO NO SE SIQUIERA SI VOY A SEGUIR RESISTIENDO TODO ESTO, PERO DIOS ME ENVIÓ TODO POR UNA RAZÓN, AUNQUE NO SE CUAL SEA. LO UNICO QUE DESEO ES VIVIR LO POCO O MUCHO QUE ME QUEDE DE VIDA DEL MEJOR MODO POSIBLE. SOLO SERÉ UNA INVALIDA EL DIA QUE DECIDA SERLO".
A fin de cuentas en esa amistad, quien salió ganando por darme la oportunidad de compartir unas horas al día con alguien mejor en muchos sentidos, fui yo...
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