Antes de empezar con la meditación, te proponto un ejercicio. Párate unos cuantos minutos al día para ser consciente de tu respiración, hazlo tres veces al día durante un sólo un minuto.
Descansa de la tarea que te tenga ocupado y, cuando lo recuerdes, dedica un minuto a estar únicamente pendiente de tu respiración. Concéntrate en tu respiración, siente el aire entrar y salir por tus fosas nasales, siente si lo notas caliente o frío, escucha la musicalidad que emite al rozar las paredes internas de tu nariz. Intenta eliminar de tu mente todo pensamiento, es difícil pero con la práctica se consigue, cuando descubras que tu ego continúa hablándote a través del pensamiento, vuelve a concentrarte tan solo en respirar y en sentir tu respiración.
Descansa de la tarea que te tenga ocupado y, cuando lo recuerdes, dedica un minuto a estar únicamente pendiente de tu respiración. Concéntrate en tu respiración, siente el aire entrar y salir por tus fosas nasales, siente si lo notas caliente o frío, escucha la musicalidad que emite al rozar las paredes internas de tu nariz. Intenta eliminar de tu mente todo pensamiento, es difícil pero con la práctica se consigue, cuando descubras que tu ego continúa hablándote a través del pensamiento, vuelve a concentrarte tan solo en respirar y en sentir tu respiración.
Este es un buen ejercicio para aprender a respirar, a aquietar tu mente, a dirigir la atención hacia donde tú desees. Donde pones tu atención, pones tu intención, nunca olvides esto. Y además, te servirá para iniciarte en la meditación.
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