Lo más normal es fracasar y si eres persistente, vas a fracasar una y otra vez y las veces que sean necesarias para que aprendas la lección y alcances tu meta.
¿Qué pasa si el fracaso no está bien encaminado?
NOS FRUSTRAMOS.
La frustración puede ser tan fuerte que puede llegar a paralizarnos e incluso que realmente creamos que algo es imposible para nosotros, por ejemplo:
Imagina que tu sueño era ser futbolista y jugar como delantero, el día que se te ocurre jugar te das cuenta que con práctica podrías llegar lejos, sin embargo en un partido importante tienes una gran oportunidad de meter un gol, al tirar fallas y tienes a toda la tribuna, a tu equipo y a tu director técnico gritándote que cómo es posible que fallaras. En ese momento te sientes como un fracasado y cada vez que alguien te lo recuerda lo reafirmas ya que además cuando te lo repiten no solo recuerdas aquel momento, sino todos los demás en los que has fallado. Esto hace que sientas que nada de lo que has hecho ha servido de nada y que incluso llegues a pensar que todo ha sido en vano, en ese momento llega LA FRUSTRACIÓN y decides abandonar tu sueño y al paso del tiempo cada vez que alguien te pregunte sobre tu sueño de ser futbolista tu mente en automático recuerda aquel gol fallado y todos los demás que también terminaron fuera de la portería y pareciera que ese momento fue el único que viviste dentro de la cancha, borrando por completo los éxitos obtenidos.
Si posteriormente decides regresar a jugar muy probablemente cuando tengas la oportunidad de tirar a gol, harás un pase para que alguien más tenga la responsabilidad por miedo a volver a sentir lo mismo, o incluso si tu tiras, lo hagas pensando en fallar.
Lo mismo pasa en las relaciones de pareja, si has vivido algunos fracasos amorosos puedas llegar a sentir una frustración en el tema (y a veces ni siquiera tuviste que vivir el fracaso tú mismo, sino el fracaso que viste en la relación de tus padres te pudo marcar), incluso llegando a creer que nunca aparecerá nadie para ti, en ese momento (la mayoría de la gente) se repite la excusa de “yo no tengo pareja porque todas las mujeres/hombres son iguales” y efectivamente, sientes una frustración tan grande en ese tema que todo tu enfoque lo centras en esa posible persona "igual", por lo tanto te relacionarás con gente parecida hasta que decidas romper con el patrón de la frustración.
Ahora bien, esto puede sonar un poco absurdo ya que si eres capaz de reconocer que estás siguiendo un patrón probablemente falso, es fácil romperlo, el problema es que todo esto sucede de forma inconsciente, por lo tanto no lo vemos como absurdo sino como una realidad en nuestra vida ya que se vuelve nuestra creencia, ósea algo en lo que transformamos nuestra realidad.
Si para mi es real que todas las mujeres/hombres son iguales, no importa cuántos ejemplos conozca de casos en los que no lo son, yo siempre l@s veré iguales, si para mí es real que cada vez que tiro a la portería fallo, no importa cuántos ejemplos tenga en los que no haya fallado, mi mente en automático se encargará de recordarme los que no han sido gol.
Esto tiene que ver por el tipo de enfoque que tengo. Desde chicos nos enseñan que hay que poner toda nuestra atención en nuestros errores y hablamos sobre ellos y los contamos como si fueran toda nuestra vida. Por otro lado nos enseñan a esconder nuestros logros, en algunos casos hasta nos dicen que está mal hablar de ellos porque podemos parecer presuntuosos, sin darnos cuenta que el hecho de no reconocer nuestros logros, indica al cerebro que no son importantes, por lo tanto los deshecha.
Para empezar a transformar estos ciclos se necesita:
Identificar qué acciones de nuestra vida nos frustran.
Qué historia hay detrás de esa frustración.
Busca ejemplos en tu vida en donde demuestres lo contrario.
Aprende a reconocer tus logros.
Celebra tus éxitos.
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Ricardo GP
www.mentorsconnection.net
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