Ángela Peralta, la voz del ruiseñor

Una voz mexicana quedó inscrita para siempre en el universo del arte, por su excepcional forma de cantar y capacidad interpretativa. También conocida como “El Ruiseñor Mexicano”, Ángela Peralta, triunfó clamorosamente no sólo en los escenarios nacionales, sino en los grandes teatros de prestigio internacional.Lamentablemente murió joven e inesperadamente, antes de cumplir los cuarenta años, víctima de la fiebre amarilla, justo cuando estaba en la plenitud de su carrera artística preparando el estreno de la ópera “Aída”, en Mazatlán, Sinaloa.Sus inicios en el canto se remontan a su niñez, y apenas siendo quinceañera impresionó con su interpretación de Eleonora en El trovador de Verdi, ocurrida ese gran foro que era el Teatro Nacional. A la célebre cantante nacida en la ciudad de México, pronto se le abrieron las puertas de Europa y América, donde engarzó éxito tras éxito para recibir múltiples reconocimientos y homenajes.Su carrera y estudios artísticos los realizó con grandes sacrificios, pues provenía de una familia modesta que siempre la apoyó e hizo posible que completara su preparación en Italia, donde debutaría tiempo después interpretando Lucía de Lammermoor dentro del máximo foro operístico de la época, la Scala de Milán. Triunfó rotundamente no sólo ahí, sino también en Turín, donde interpretó Los puritanos de Bellini.De regreso a México inicio una gira triunfal, especialmente en la frontera norte y otros puntos importantes como Monterrey, Saltillo, Zacatecas y Durango, e incluso en ciudades mas apartadas. Para esas presentaciones contó con el apoyo del presidente Sebastián Lerdo de Tejada.Dentro de su vasto repertorio, la gran cantante mexicana sentía inclinación por El barbero de Sevilla, de Rossini, La traviata, de Guissepe Verdi, y La sonámbula, de Bellini. De ella se cuenta una anécdota: estando en Italia, una cantante de ese país, le espetó, al terminar su número: ”Así se canta en Italia”; Ángela Peralta le respondió, al final de su interpretación: “Así se canta en la gloria".Se sabe que contrajo segundas nupcias en su propio lecho de enferma, para posteriormente morir el 30 de agosto de 1833. Su enorme talento fue más allá de su calidad como soprano, pues también dejó bellas composiciones musicales, que enriquecieron la lírica mexicana. Sin duda el registro de su voz perdurará siempre en la memoria colectiva, pues a falta de grabaciones, nos llega hasta nuestros días ese gran acervo documental que mantiene y mantendrá su figura enaltecida, como una excepcional mujer de México.
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