Saludos desde Tulum!
Como te he contado, vengo lidiando con dificultades en la vesícula y el hígado. Eso me ha provocado, desde niña, migrañas, que pueden llegar a ser tremendamente dolorosas, al punto de no poder salir de mi casa.
Si bien esto me ha pasado desde, bueno, siempre, hay épocas, años de hecho, en los que no he tenido ni una migraña, y otras, como en los últimos meses, que se dispararan seguido y me resultan incapacitantes. Mi médico vio que el hígado estaba inflamado y ese era el motivo.
Tomé como meta de una vez por todas sanar ese hígado, porque, bueno, la verdad no podía seguir viviendo así. Fue muy frustrante, porque en mi estilo de vida, esa mal función no tenía ningún sentido. Y entré a esta meta como hago con mis metas profesionales, dispuesta a hacer todo lo que haga falta, con mi guerrera interior por delante. Entonces empecé, lo que ahora me doy cuenta, era una guerra para “vencer” a los problemas hígado de cabeza. Si si, ya sé que siempre te hablo de hacer las paces con tu propio cuerpo, y comprobé una vez mas que me va mejor cuando sigo mis propios consejos ja.
Así que hice una limpieza de hígado, una desintoxicación con suero, re-oxigenación de la sangre, una purga, acupuntura y básicamente todo lo que encontraba en el camino en menos de un mes. Además claro de un profundo trabajo de psicogenealogía, con el cuál me di cuenta que todo esto funcionaba claro, pero había algo que no encajaba, no que me hacia sentir bien. Y era que estaba enfocada en “deshacerme” del malestar, no en cultivar el bienestar. En eliminar una parte, en lugar de aceptarla. En arrancar algo de mi, en vez de integrarlo. Te suena? Todos hemos estado ahí, es a dónde vamos inconscientemente cuando estamos frente al dolor, pero que nunca funciona. Otra vez, si, ya sé, es mejor cuando me hago caso jeje! Y es que no es que esos tratamientos fueran malos, de hecho estaban funcionando, sino que era una actitud agresiva de abordarme a mi misma, más allá del tratamiento en si.
Decidí entonces hacerle caso a esa chica de Movimiento Inteligente TV jeje, y hacer algo lindo, amoroso por mi cabeza (dónde finalmente el síntoma del hígado se manifestaba), con un tratamiento que conocí en Bali, el Shirodhara, una técnica de medicina ayurvédica para la relajación profunda desde la cabeza, que es una delicia. En las meditaciones que hago cada mañana, la respuesta que me venía apareciendo era: sólo tienes que relajarte, así que me cayó de maravilla.
Porque cuando has sostenido un síntoma por tantos años, en mi caso desde los 5 años de edad, es decir, casi toda la vida, hay tensiones asociadas tan profundas, que ni siquiera podemos verlas, y hay que hacer un trabajo real y profundo para llegar a ellas. Cuando mi actitud hacia mi misma empezó a cambiar, pude distinguir aún de manera más profunda en mi algo súper potente: la diferencia entre querer deshacerte de algo, un malestar, y la de cuidar amorosamente una parte de ti. Lo sabemos, sanamos desde el amor, no desde la insensatez de querer aniquilar algo que siempre tiene un sentido mayor para aparecer en nosotros. Pero cuando nos enfrentamos a una parte nuestra que no hemos querido ver, porque es demasiado doloroso, nos parece que es más fácil correr, y tratar de amputarnos algo que es nuestro, en lugar de parar, mirarlo con valentía, decirle que si, y finalmente, hacerle un lugar y amarlo.
En todo esto andaba, cuando me pasó algo mágico. Como sabes estoy de viaje, (sigue mis aventuras en Instagram), y alguien me dijo:
“Ey, sabes quien está aquí también? Bob Schrei, el creador de SourcePoint Therapy ®. Ambos están innovando, deberían conocerse” Me pareció una buena idea, siempre me encanta conocer a gente creativa e inspirada, así que nos concertaron un encuentro, que fue tan interesante, que decidí tomar una terapia con él, un hombre muy especial, callado pero de poderosa presencia.
Toda la experiencia fue muy profunda, removedora e interesante, pero hubo algo en particular, que era exactamente lo que yo necesitaba y fue como un regalo del cielo. Y eso fue la manipulación visceral. Bob movió mis vísceras, mis costillas y, literalmente, me movió el mundo. Cuando ya había terminado y estábamos hablando sobre la sesión, me dijo: “el problema era que tu hígado no se podía mover, no tenía lugar, las costillas estaban comprimiendo su parte superior.” Y entonces me vino la imagen del accidente de coche que tuve de niña, que me golpeó en esas costillas, y la conciencia que desde entonces mis órganos no tenían el soporte esqueletal para moverse, ni yo la experiencia de hacerlo.
Fue como si una cortina se abriera ante mis ojos y un patrón se revelara ante mi mágica, hermosa y sanadoramente. Un patrón en dónde finalmente, todo se conectaba. Fue tan refrescante esa sensación de “cómo no me di cuenta antes!!!” Es que los patrones con los que nos movemos en el mundo son así, fuera del tiempo y del espacio, y algo que pasó hace ya casi 30 años, en el sistema nervioso y la organización corporal está tan presente en tu realidad como si hubiera sucedido ayer. Yo, que he construido todo mi trabajo sobre el pensamiento sistémico, saltaba de alegría por poder ver algo tan profundamente sistémico en mi que antes me era evasivo. Y aquí está la otra maravilla, la verdad de que nos necesitamos los unos a los otros, porque todos, tenemos puntos ciegos. Los puntos ciegos son esas cosas que hemos incorporado tanto, que hacemos tantas veces al día por tantos años, que están tan cerca de nosotros, que somos incapaces de reconocer, que no cuestionamos, porque esa ha sido nuestra realidad por demasiado tiempo y solos ya no podemos reconocerlos. Porque, vamos, obvio que yo sé que los órganos tienen movimiento y necesitan moverse para funcionar, ni era la primera vez que me hacían manipulación visceral, pero nunca lo había considerado en este contexto de mi salud. Necesité que alguien me ayudara para ver lo que yo por mi misma no podía, y entonces aplicar, incorporar en mi lo que ya sé pero no podía usar.
Así que ahora mi meta es otra, no quitar nada, sino darle paz a mi cabeza y movimiento a mi hígado desde el amor y la aceptación, y claro, desde LK Movimiento Inteligente, y toda la ayuda que pueda conseguir de mis amigos. Ya te contaré cuando llegue a casa y vea al médico los resultados “objetivos“ de esto. Por lo pronto, te digo que los dolores de cabeza han disminuido muchísimo.
Una vez más confirmo en mi misma qué, al fin y al cabo, el movimiento en conciencia siempre es lo que salva, y que juntos, podemos más. Si no nos conocemos a nosotros mismos, es mucho más difícil salir del patrón limitante, y para eso, necesitamos ayuda, todos, para ver lo que está ahí y no podemos ver. Por eso hoy quiero invitarte muy especialmente a participar de mi taller Re-conociéndote, que voy a dar durante mi gira mundial. También es mágico que la vida me regalara esta experiencia, (de la manera en que lo hace la vida a veces, envuelta en un paquete feo y doloroso), cuando estoy a punto de armar maleta para salir a compartir una vivencia corporal sobre este tema por el mundo. Al fin y al cabo, uno solo puede realmente enseñar lo que le ha pasado por el cuerpo y el alma, no la teoría. Y son estas coincidencias mágicas las que nos dicen que estamos haciendo lo que tenemos que hacer, y que estamos listos. Por eso lo que te ofrezco en este taller, va a hacer eso, moverte para que puedas encarnar un conocimiento real de ti mismo, no teorías o ilusiones. Te espero, en este video te cuento todo, y en este link puedes ver toda la info.
https://www.youtube.com/watch?v=pBOKu1TAXqU
Ahora te toca a ti, cuéntame en los comentarios algún momento en el cual descubriste algo que estaba ahí, solo que antes no podías verlo, y cómo eso te trajo bienestar. Y comparte este artículo con quienes creas se puedan beneficiar!
Con amor
Lea
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