En mi experiencia como coach, he observado a personas que hablan de sus metas y, acto seguido, de las causas por las que no han podido alcanzarlas. Se trata de individuos que han ido construyendo una historia de sufrimiento a lo largo de su existencia, que excusa perfectamente la razón de su infelicidad e impotencia. Estas historias son reales, pero, como toda historia, siempre tiene más de una perspectiva. El consultante insiste en mirar una sola cara de la realidad: la suya.
Cuando quedamos atrapados en esos terribles abusos de la infancia, en una adolescencia de malas compañías, en un matrimonio impregnado de violencia, en una empresa explotadora e inhumana, en un “hogar” con hijos tiranos…sólo tenemos una opción: sufrir el resto de nuestra vida. Sufrimos tanto, que no hay espacio para la felicidad porque siempre se ve ensombrecida por esos dolorosos recuerdos, o por la vida actual que nos golpea con puño de hierro, ante el que no podemos reaccionar para contra atacar o para huir. Esto se vuelve una filosofía de vida caracterizada por la adicción al sufrimiento.
El adicto no es capaz de percibir lo positivo de su ser, ni de su vivir. Cuando una luz se asoma a lo lejos, enseguida llega un pensamiento saboteador que la nubla, incluso la apaga. Veamos el siguiente ejemplo:
Elena es una mujer de 50 años, divorciada, profesionista, con cuatro hijos a los que ha educado de la mejor manera posible. Luce aún joven y tiene éxito en su trabajo; sin embargo, es profundamente infeliz. Sólo basta con platicar un rato con ella para que salgan a relucir recuerdos que la lastiman, como la muerte de su hermano cuando ella era niña, la infidelidad de su exmarido, la partida de su hijo mayor, quien se fue a trabajar al extranjero y lo mucho que lo extraña; la posibilidad de que pronto la despidan del trabajo (aunque no hay evidencia objetiva de ello) porque últimamente la empresa ha recortado personal. En resumen, Elena no conoce otra forma de vivir que no sea sufriendo. Eso la ha ido llevando a un estado depresivo que no le permite observar las maravillas que la vida le ha ofrecido.
Lou Marinoff, autor del libro “Más Platón y menos Prozac” (2000) invita a conocer las lecciones filosóficas de los grandes pensadores para hacer un cambio radical en nuestra forma de pensar y de vivir, es decir, recuperar la filosofía para la vida cotidiana. En tiempos difíciles es justamente cuando la filosofía se hace más necesaria.
Cambiar de filosofía nos permitirá enfrentar de manera distinta eventos negativos que representan pérdidas, como la muerte, el distanciamiento del ser querido o la enfermedad. La clave está en la reflexión que nos conduzca a adoptar mayor objetividad en el análisis del hecho, a reforzar nuestra fe y confianza para enfrentar la adversidad a partir de nuestras fortalezas, generando estímulos internos, conscientes de que el pasado no se puede transformar, pero que sí se puede construir el futuro personal a través de las decisiones presentes.
Cada aprendizaje es una oportunidad de mejora, para avanzar al propio ritmo, sabiendo que las grandes metas son más satisfactorias en cuanto a la perseverancia y empuje requeridos. Hay que acercarnos a aquéllos que dedicaron su vida a contemplar, reflexionar y a explicar los fenómenos humanos.
Veamos el cambio con la absoluta convicción de que traerá lo mejor para nosotros y que seguramente el proceso de adaptación pondrá en juego muchos de nuestros talentos. Marinoff nos habla de que la tarea principal no es encontrar ahora mismo el significado o sentido de nuestra vida, sino emprender el camino para encontrarlo.
Si Elena supiera que tal vez su propósito es hoy superar su depresión, sabría que no sólo el tratamiento médico aseguraría el rescate de su felicidad; sino que su actitud es el elemento más valioso.
¿Cómo ves el vaso: medio vacío o medio lleno? Si observas la vida como un mar de desgracias, acércate a lecturas que te ayuden, a compañías que te arrebaten una sonrisa, a experiencias que te nutran, y reflexiona qué aprendizaje debes arrancar a todo lo negativo que has vivido.
Si necesitas un coach, escríbeme a gabycruzcoach@gmail.com
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