Si hay una verdad infalible en la vida es que todo ser humano se equivoca varias veces a lo largo de su existencia, y no hay un solo campo en el que no ocurra, a veces nos pasa en el trabajo, en casa y con mucha frecuencia en nuestras relaciones personales. Pero en este último escenario, la situación suele ser más delicada, debido a que un error nuestro o ajeno puede cambiar radicalmente nuestra historia de vida y la manera en que actuamos para uno mismo y hacia los demás.
Este comportamiento está determinado por los rencores que vamos acumulando a lo largo de la vida debido a que no nos permitimos limpiar para poder recoger únicamente el aprendizaje que esa experiencia dejó y continuar el camino, sino que insistimos en quedarnos en ese pasaje de nuestra historia alimentando el dolor y llenándonos de amargura.
Un ejemplo claro de ello es lo que le ocurre a María, una mujer de 40 años que se contagió de tuberculosis, tras pasar largas semanas hospitalizada que reunió en su mente todos los episodios adversos de su vida culpándose a sí misma y a quienes le rodean de su enfermedad, de la falta de atención y muestras de cariño. Su conclusión es que su situación es terrible, sin posibilidad de dar vuelta atrás y habla acerca de lo azaroso que pinta el futuro para ella.
Esta serie de sentimientos, que no son exclusivos de María, sino que todos podemos estar expuestos, lo único que hacen es crear barreras que no nos permiten avanzar y en cambio nos amargan la existencia.
Una forma distinta de perdonar
Si alguna vez hemos creído que basta con decir “ya está perdonado”, es suficiente para cambiar el rumbo de las cosas, nada hay más equivocado, pues se requiere de un proceso que parte de la consciencia, es por eso que los rencores son muy poderosos porque se guardan en la memoria y la manera en la que los abordamos y cómo los traemos a la mente son factores que afectan mucho.
Una buena opción para trabajar el perdón, puede ser poner en práctica el ritual del pueblo hawaiano, el cual se conoce como Ho’oponopono que significa armonizar, rectificar y corregir lo que es erróneo, ¿en qué consiste? Se reúne a los involucrados en el conflicto y hay una persona que está unido a ellos en amor e interés por restaurar la relación, quien funge como mediador y guía para ayudarlos a encontrar la raíz del problema y encontrar soluciones.
En este mismo ritual se sacan la luz las cualidades y buenas acciones de cada uno de los involucrados, con el fin de recordarles que son personas valiosas y que tienen la capacidad de actuar con bondad hacia los demás.
Los antiguos hawaianos creían que vivir en el conflicto era sumamente negativo, pues no se limita a estar enemistado con otros sino que como un efecto cascada, afecta a todos los miembros de una familia y de una comunidad, por lo que la reconciliación y el perdón eran indispensables.
No hace falta permanecer a ninguna cultura en especial para reconocer que vivir rodeado de rencores, solo causa dolor y retroceso. Idealmente hay que hacer a la otra persona conocedora de que ya no hay resentimientos por nuestra parte, pero no es indispensable que esto ocurra así, para poder liberarnos. Si ya no existe la posibilidad de contactar personalmente con ella porque de alguna forma está ausente, es suficiente con reconocer uno mismo su parte positiva y desde el fondo del corazón, el perdón que nos hará avanzar y vivir con libertad.
Para leer
Las cartas de Ho’oponopono
María Elisa Hurtado Graciet
Editorial Obelisco
Colaboración de Fundación Teletón México.
#EscuelasLibresdeBullyng
celeste@teleton.org.mx
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