El aceptar la realidad no quiere decir que se ha perdonado.

Aceptar la realidad consiste en reconocer que existen situaciones difíciles y dolorosas, personas que crean problemas o lastiman  y hasta le pueden quitar luz a la vida. Aceptar, es saber que  esto es lo que es. No hay explicación, muchas veces tampoco existe un buen motivo para que esto suceda, simplemente es.

Cuando se trata de aceptar la vida, sucede que algunas veces esta es mejor de lo que  uno se imaginaba, otras no tanto, la vida está llena de sorpresas y cambios de direcciones, pero al final, cada quien tiene lo que necesita para poder desarrollar mejor su carácter.

 El aceptar es reconocer sin juzgar. Admitir sin forzar y dejar fluir sin confrontar. Aceptar es  consentir que a pesar de que las cosas no son como deberían, simplemente son.

El aceptar la vida quiere decir que uno ve la realidad sin adaptarla ni interpretarla. Así como cuando cae una lluvia inesperada y uno no está preparado. ¿Qué se hace en esos casos?  Uno se puede mojar, buscar un techo, tratar de moverse, abrir un paraguas etc… pero la lluvia va no deja de caer porque a uno quiere. Uno se puede enojar, cambiar sus planes, mojarse, disfrutar la lluvia, pero la lluvia seguirá cayendo hasta que termine su ciclo. A la lluvia no se le critica, no se le juzga, ni se le reclama, la lluvia es buena aun cuando incomode y cambie los planes del día. A la lluvia no se le perdona, se le acepta.

Por el otro lado, el perdón, es una acción que solamente depende de la persona que ha recibido una ofensa o se le ha cometido una injusticia y  se le ha lastimado. El perdón solamente se puede dar cuando el agresor o el que creo el incidente que causo dolor, reconoce que ha cometido una falta y está dispuesto a reparar el daño.

 El perdón solo se da cuando hay un intercambio claro y literal pidiendo perdón, disculpándose y aceptando las consecuencias de los sucesos ocurridos. El perdón es una acción clara y concreta no es un dialogo interno que uno acomoda para justificar la realidad.

El perdón es una liberación del resentimiento con algún ofensor. En suma, es la renuncia a los resentimientos e indignación que ha causado una ofensa. Pero solo cuando la persona pide el perdón.

De hecho, la palabra “perdón” viene de las palabras latinas “per donare”, que significan “dejar ir”, “dar por” o “dar para”. Cuando ejercemos el perdón “soltamos” a quien ha ofendido o ha hecho un mal.

 Cuando uno acepta, se siente libre ya que no hay nada que reprochar, lo mismo sucede cuando uno perdona… a pesar de que el resultado se percibe igual, la esencia de ambas acciones es distinta.  Ya que una solo implica reconocer la realidad y la otra requiere la acción de pedir perdón.

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La receta

Aceptación

recetas para la vida

Ingredientes:

1 taza de  respeto – reconocer la grandeza de la vida

3 cucharadas de perspectiva – poder ubicar la realidad en proporción

1 manojo de  fortaleza – valor para vivir a pesar de todo

2 ramitas de humildad – reconocer que la vida no se controla ni se le exige nada

Una pizca de humor – un toque de ligereza y risa para confrontar la tristeza

Recomendación del chef: La aceptación no impide sentir enojo o dolor, pero el  aprender reconocer la realidad permite aprovechar las oportunidades que se presentan.

Lecciones que da la aceptación.

1.    La Aceptación es una maestra silenciosa.  La realidad no se impone, ni exige nada, simplemente está allí para que cada quien la tome cunado y como pueda. Si se deja de lucha en contra se aprende a disfrutar lo que si tiene.

2.      Simplifica la realidad y promueve el cambio. Cuando se acepta, uno obtiene  valor para enfrentar  miedos y  desilusiones.  Libera  la angustia y obtiene la fortaleza necesaria para luchar y crecer.

3.      Mejora la calidad de la vida y conduce a tomar decisiones efectivas. Cuando se eliminas las falsas expectativas y se diluye el enojo por querer tener lo que no se puede, la persona se vuelve asertiva, creativa y  eficiente.

 “Aceptar la realidad conduce a la superación de la misma.”

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