Sobre todos los temores que la humanidad tiene en este mundo, estadísticamente hablando, las personas temen a hablar en público más que casi cualquier otra cosa, incluyendo volar, serpientes, alturas, perros, arañas, espacios abiertos, espacios cerrados, dentistas, e incluso la muerte.
Como se suele decir, más gente tiene miedo de dar un discurso en un funeral que estar "en" el funeral. Y lo entiendo, porque hablar frente a una multitud puede ser un momento aterrador, especialmente si estás buscando aprobación. En mi caso, hablo frente a miles y miles cada año y puedo contarles el secreto de cómo pude superar este miedo: estuve dispuesta a salirme de mi zona de confort. Elegí sentir el miedo y hacerlo de todos modos. Soy un buen ejemplo de cómo es posible superarlo. Pero, en primer lugar, debemos aceptarlo. No debemos temerle al miedo ni creerle.
Y podemos empezar a practicar con el miedo a la muerte.
La realidad es que todos le tememos a la muerte. Y desafortunadamente, esto no nos permite estar más presentes y apreciar los regalos que la vida tiene para nosotros. Ni siquiera somos conscientes de ese miedo. No queremos hablarlo, pensarlo o discutirlo con familiares y amigos. Es por eso que tanta gente no hace arreglos ni funerales para su muerte. En su mayor parte, es un tema tabú, algo que sabemos que llegará, pero mejor no hablarlo, hasta ese momento cuando nuestro número aparece.
En realidad, no sabemos quiénes somos y por qué estamos aquí. No podemos entender el verdadero significado de la vida o la muerte. Esta realmente no es forma de vivir.
Debemos mirar a la muerte de frente a los ojos y abrazarla con tanta apertura, conciencia y amor como podríamos abrazar a un niño recién nacido. Todo es parte del hermoso tejido de la eternidad.
Debemos darnos cuenta de que la muerte no es el final que nos llevan a creer que es, o más exactamente, que permitimos que nuestras mentes crean. Y cuanto más nos permitamos continuar esta forma limitada de pensar, más limitado y sin sentido se volverá nuestro mundo, lo que nos impide experimentar día a día la alegría de vivir en este planeta. Convertir la muerte en una obsesión de la mente nos roba el momento y nos mantiene fuera de Zero Frequency®, lejos de nuestra propia divinidad.
Es hora de dejar de mirar a la muerte como esta lotería cósmica que suelta los números al azar, para despertar a lo que realmente somos, y comenzar a vivir verdaderamente el camino espiritual que planeamos vivir antes de encarnarnos. Debemos vivir lo que sabemos en nuestros corazones: la muerte es simplemente una puerta a otra habitación; somos como la oruga que se despoja de su capullo para convertirse en una mariposa.
Saber quiénes somos es no volver a temerle a nada. Aunque he estado teniendo una idea de quién soy durante algún tiempo - sin miedo a la muerte - llega ese instante en el que todos necesitamos un recordatorio. El mío vino de mi madre.
Mientras escribía mi último libro, Zero Frequency® (pronto a publicarse), tuve la oportunidad de pasar dos días preciosos con mi mamá antes de que falleciera. Habíamos hablado de la muerte muchas veces, y ella había asistido a muchos de mis seminarios, pero esta vez me sorprendió lo clara que estaba sobre la muerte.
Llamó a algunas de sus amigas desde el hospital y les dijo: "He terminado mi trabajo aquí en la Tierra. Tengo que irme. Por favor, dejen de pensar que me voy a mejorar porque me están reteniendo".
Cuando algunos de mis sobrinos lloraban, ella les decía: "Esto no es bueno para mí. Por favor, dense cuenta de que no tienen que llorar por mí; estaré aún más cerca de ustedes cuando me vaya”.
Tuve la oportunidad de quedarme con ella por la noche. Ella estaba teniendo visiones y comunicándose con sus seres queridos que habían partido antes. Tuvimos conversaciones profundas sobre el perdón y el amor. Pude apreciarla de una manera completamente diferente y recordé lo increíble que era. Le estoy agradecida por mi vida y por todo lo que me enseñó. Soy quien soy por ella.
También estoy agradecida de que me recordara lo que mi alma ya sabe: la muerte no es el fin de la vida, ni algo que temer, sino una puerta de bienvenida. Un regreso a casa. Nuestro VERDADERO hogar.
Acoger a la muerte como parte de la vida nos librará de la ansiedad y el miedo que podemos sentir fácilmente viviendo en un cuerpo humano. Ser conscientes de la muerte siempre nos llevará a cero, la parte más profunda de nosotros que sabe que existe más en el mundo de lo que podemos tocar con nuestras manos o ver con nuestros ojos. Ser conscientes de la muerte nos ayudará a dejar de lado nuestros miedos y remordimientos, y nos permitirá empezar a vivir la vida que merecemos.
Si la dejamos, la muerte puede ser nuestro mejor maestro sobre cómo disfrutar y vivir una vida hermosa.
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