¿Te ha pasado alguna vez que, con la mejor intención, has hecho algo para ayudar a otra persona y tu buen propósito no es bien recibido?
La razón puede ser la siguiente: muchas veces, cuando una persona atraviesa por una crisis personal, lo que menos necesita es que alguien la haga sentir una inútil diciéndole lo que debe hacer o una tonta porque “sus sentimientos no son los correctos”.
Pagar una deuda de tu hijo sin dejarlo desarrollar sus propios recursos para salir de sus compromisos, llegar sin aviso con un plomero para reparar la fuga que abruma a tu amiga o decirle a tu esposo “no te enojes, la vida es así” son el tipo de respuesta que deja al otro más molesto que satisfecho y lamentando haberse sincerado contigo.
Si te ha sucedido que al dar tu desinteresada ayuda, la otra persona no sólo no la recibe sino que te mira con cara de fastidio y hasta se va, quizá necesites re encuadrar tu buena voluntad.
Imagina que una querida prima acude a ti porque está muy triste. Se peleó con su esposo y el pleito parece definitivo. Qué tipo de apoyo le ofreces?: ¿La atiborras de consejos para actuar? ¿Le cuentas tu propia experiencia y te pones de ejemplo? ¿La regañas porque bien le advertiste que esto iba a pasar? ¿Te pones a gritar frases de aliento, como “no te preocupes, tú eres una guerrera y todo va a estar bien” sin parar?
El deseo de ayudar a las personas que queremos, constituye en principio un hermoso impulso. Sin embargo, es importante tomar en cuenta algunos factores:
- Cada ser humano es diferente y tiene trazado un camino personal que debe y necesita recorrer. Nuestros oportunos consejos no pueden ni deben privarlo de tener sus propias experiencias.
- A veces, las personas sólo necesitan sentirse escuchadas y validadas. Prestar nuestra oreja y ser empáticos ayuda en ocasiones más que cualquier otro gesto
- Cuando ayudamos porque sentimos angustia, antes de hacer nada, lo que procede es enfrentar nuestra propia ansiedad. No usemos a los demás para evadir nuestros propios temas ni proyectemos nuestra vida en la de alguien más.
Ponernos en los zapatos del otro, empatizar con sus sentimientos, escuchar respetuosamente y hacer preguntas como ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? son, casi siempre, las formas de ayuda más poderosas que podemos darle a otra persona.
Que las bendiciones y la ayuda que tú necesites, fluyan hacia ti!
@AuroraDelVillar
Comentarios
Gracias, Luz María!!! Un abrazo :)
gracias por los consejos , me parecieron muy interesantes, saber cómo se puede ayudar a los demás de una forma adecuada ,,que importante bendiciones también para tí