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En el caso de los legisladores, políticos y funcionarios públicos su vida privada se acota, pues su actuar en este ámbito puede impactar en lo público. Un legislador fue elegido como representante no sólo para generar leyes sino para ejercer el liderazgo con sus representados, y cuando hablamos de liderazgo este no se vive en un horario específico, sino las veinticuatro horas del día, pues la influencia sobre las personas se gana con prestigio, confiabilidad y congruencia, congruencia que se adquiere justo en la no disociación de actividades, comportamientos, funciones, horarios y labores.

Además, los legisladores son figuras públicas, con una exposición ante los demás hombres. Y lo quieran o no son modelo de masculinidad, transmiten una forma de ser hombre, de analizar y resolver problemas, de reaccionar ante las situaciones conflictivas, críticas y estresantes, de posicionarse ante la injusticia, la pobreza, la violencia, la inseguridad, la discriminación, el sufrimiento humano… de vivir la vida.

Lo que vimos en el video de Reporte Índigo: La fiesta de los “dipu-tables”, fue la transmisión de un mensaje masculino de los políticos, pero machista, dañino, con sus conductas se sumaron a esa lista de millones de hombres que, en palabras del psicólogo argentino Sergio Sinay, desvirtúan su género, avergüenzan a los varones que intentan explorar vivencias trascendentes y significativas de la masculinidad.

Disociar lo que hacen no es una defensa efectiva. La sociología sabe que los seres humanos actuamos de acuerdo a como somos, y también somos de acuerdo a como actuamos. Por eso la vida privada es un reflejo importante de la vida pública. Por eso la fiesta de los “dipu-tables” permite pensar que estos hombres no deberían ser “diputables”, es decir elegibles como congresistas, pues ¿cómo creer que serán efectivos y eficientes en su trabajo legislativo, el cual tiene todo que ver con la empatía y comprensión de la condición humana, si no son capaces de comprender su propio cuerpo, de integrar el sentir, pensar y actuar en lugar de disociarlo, de ser creativos y educados con su sexualidad, de abstenerse del consumismo sexual, de asumir la responsabilidad de sus actos, cómo si, en palabras de Sinay, “todavía responden al paradigma que guía el ominoso destino del planeta”?