Para como está la vida partidista en México, al Partido Revolucionario Institucional (PRI) le fue bien, es más, muuuy bien, en su vigésima asamblea: cambió de apellido, quitó candados a puestos de elección y refrendó que es un partido con vocación de poder.Sin gritos ni sombrerazos, el lema “20 Asamblea para un PRI del Siglo XXI” convocó a los priistas en Aguascalientes después de un trabajo político de meses, de ésos de los de antes, de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha, de gastar suelas y dinero, a otear en el horizonte de mediano plazo el olor de triunfo, ese suave aroma que puede mantenerlos unidos primero camino a las elecciones del 5 de julio de 2009.En ese superdominio se juegan mil 505 puestos de elección popular que todos los partidos buscarán, incluido por supuesto el PRI, el cual después de su estrepitosa derrota de 2006 se ha reconstruido en contra de los augurios respecto a su debacle final, llegando en este momento a gobernar a 57% de los mexicanos desde 18 entidades de la Federación.Beatriz Paredes Rangel, la presidenta del partido, hizo lo que otros antes que ella sólo intentaron: asociar al PRI con el movimiento socialdemócrata internacional.Atrás quedaron el nacionalismo revolucionario y el liberalismo social, y adelante se ve “la izquierda buena”, ésa no satanizada, ésa que sí llega a gobernar; ahí están en Gran Bretaña y en España.De acuerdo al marco regulatorio de los partidos en México (COFIPE Art. 36), es su derecho “establecer relaciones con organizaciones o partidos políticos extranjeros”, los tres principales lo han hecho, el Partido Acción Nacional (PAN) con lo que era la Democracia Cristiana, ahora denominada de Centro, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) con la Internacional Socialista.Faltaba el PRI, atrapado en su excepcionalidad defendida a capa y espada durante el siglo XX, ésa que le sirvió de camuflaje para moverse sin pestañear entre un Lázaro Cárdenas y un Carlos Salinas de Gortari, subrayando al son del mariachi ¡como México no hay dos!Finalmente los líderes del PRI del siglo XXI escogieron una nomenclatura más universal para referirse a sí mismos exactamente qué quería decir ser hoy revolucionario institucional.Como que la cosa cambia si se dice somos “socialdemócratas”, algo que más o menos se entiende sin necesidad de un doctorado en arte barroco de la Nueva España, o en efectos psicológicos derivados de la victimización en la guerra México-Estados Unidos.Esto no significa que el camino que sigue para los priistas esté cubierto de pétalos de rosas, ese símbolo internacional de la socialdemocracia, pero asociar el vocablo “demócrata” con sus siglas puede, bien manejado, tener el efecto refrescante que introdujo Tony Blair en Inglaterra con su New Labour.Hablando de ingleses, viene al caso evocar a otro, al escritor William Shakespeare, precisamente para hablar de las rosas.En la escena del balcón, Julieta le pide a Romeo cambiarse el nombre: “Una rosa olería tan bien por cualquier otro nombre”, le susurra al oído, buscando que se alejen de la rivalidad entre Montescos y Capuletos, sus dos familias, que se interponen en el romance juvenil.Los priistas se han cambiado el sobrenombre, ¿pero cambiaran sus modos?El año 2009 es estación de camino hacia 2012, y claro que ésa es la madre de todas las batallas, la posibilidad de volver al poder presidencial.La huelen, la sienten. Paredes saca la daga florentina para recordar que su partido “cuenta con el conjunto de cuadros de Estado más grande y mejor preparado”, cuya calidad, dice en el discurso de Aguascalientes, “se acentúa ante los desatinos, improvisación e incapacidad manifiesta” ¡Ouuch …eso sí que fue un duro dardo contra los panistas!Los otros están debilitados, pero falta vencer los fantasmas internos. Romeo y Julieta perecen envueltos no en una batalla épica por su amor, sino en una patética comedia de equivocaciones, son ellos los que se autoderrotan.La selección de candidato a la Presidencia de la República por parte de los priistas es su gran prueba, y ya está en marcha. Dos gobernadores que dejarán de serlo —Eduardo Bours (Sonora) y José Natividad González Parás (Nuevo León)— están listos, ¿se meterá un tercero —Humberto Moreira (Coahuila)— a la reivindicación del PRI del Norte, ése que se quedó en el camino con Colosio, que la quiere y, es más, que siente que se la deben?¿Podrá el Centro-Sur —Enrique Peña Nieto (Estado de México)— convencer a sus correligionarios de que son más que la cara bonita, que representan la cara del triunfo?Eso no tiene todavía respuesta, aunque los pétalos de la rosa se deshojarán más claramente después de julio de 2009, cuando otro jugador que aspira a ejercer el poder real, Manlio Fabio Beltrones, acaso llegue a enseñar su corona de rosas.
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