Me llego este correo y quiero compartirlo con ustedes, ya que realmente es indignante lo que esta pasando en materia de secuestrosUna tragedia de México y sus familiasImagine este escenario por un momento. Piense que usted es la persona que está hablando, póngase en sus zapatos, sólo el tiempo que le tome leer este texto."He sido muy afortunado, Dios me dio la oportunidad de tener un hijo, un hermoso niño que sólo pedía una cosa: cariño. Para eso había venido al mundo: para amar y ser amado. Lo acogí en mis brazos y crecimos juntos. Nos complementamos, yo tenía la necesidad de ofrecer ese cariño que él tanto requería. Tuve la oportunidad de darle algo mejor: una familia que vivía en armonía; una mamá, una hermana y un hermano.Recuerdo el primer día que me dijo “papá” y sentí como el cielo se abría, los pájaros cantaban y el sol iluminó el mundo. De la mano íbamos a su escuela. Los primeros días se le llenaban los ojos de lágrimas, no quería despegarse de mí, pero pronto encontró su mayor interés por el colegio: sus amigos. Además, se divertía jugando fútbol y adoraba la música.Jamás olvidaré su expresión cuando logró descifrar “m a m á”, cuatro letras que comprendían el universo entero. Dios nos colmaba de bendiciones.Pasaron los años, me sorprendía ver cómo mi pequeño niño se hacía un hombrecito, que maduraba a pasos agigantados, que crecía para ser casi de mi tamaño. Amamos la vida.Cumplió catorce años, lo celebramos juntos, en familia con algunos amigos. La vida nos sonreía. Pero un día el cielo se nubló, los pájaros enmudecieron y la tragedia invadió nuestros corazones: en el camino por donde pasaba mi hijo, se cruzaron unos hombres desalmados, personas que no podrían ser descritas con un adjetivo porque no los hay para poderlos describir. Me avisaron que mi hijo acababa de ser secuestrado, ¿cómo?..., ¿cómo podía ser aquello?..., iba acompañado de un chofer y también se lo habían llevado. Al parecer, los plagiarios eran o se hacían pasar por policías.La noticia me dejó pasmado. No tenía idea de cómo actuar. Por fin nos confirmaron el plagio y pidieron rescate. Sí, querían dinero a cambio de mi hijo, ellos decían que esa era “la negociación”. También me dijeron que recibiría un presente para que supiera que hablaban en serio. De eso no cabía duda. Al día siguiente, el drama fue mayor, localizaron un cadáver en la cajuela de un coche, era el chofer, amigo de nuestra familia que cumplía responsablemente con su deber y que dejó en duelo a los suyos ¡¿Por qué sacrificar así a un hombre inocente?!"[Hasta aquí habla el padre de familia]Imagine un minuto lo que ese padre y su familia pudieron sentir en aquél momento, pasaron días en total incertidumbre, sin saber en dónde estaba su hijo, si comía o tenía frío, si era golpeado o amenazado. Peor aún, no sabían si estaba vivo o no. Pero la esperanza nunca muere y ellos esperaron cincuenta días que convertidos en horas podrían traducirse en meses, minutos que se convertían en años y segundos que eran una eternidad sorda.Aquél padre pidió asesoría; no sabía cómo actuar ante tal situación. En realidad nadie lo sabe, porque en esas circunstancias las posibilidades de actuar son nulas. Buscó por todos los medios la manera de que su hijo volviera, se hincó ante las autoridades, pidió auxilio a la policía, visitó las oficinas de los procuradores y a los altos mandatarios, rogó a Dios mañana y noche, deseó cambiar su vida por la de su pequeño.Nada, pasaban los días y nada. Sólo prevalecieron la esperanza y el amor, que lo hacían sostenerse en dos piernas.Dinero. ¡Qué poco valor puede tener el dinero si la vida de un ser humano está en juego!Por supuesto, aquél padre pagó el rescate. Sabía que esas monedas eran tan viles como las de Judas; no tenían valor y menos sentido. Supo que su hijo estaba vivo. Habló con él como prueba de vida y la esperanza volvió a brillar en los corazones de aquella familia. Pero después el silencio enmudeció al mundo. Pasó un día, otro, otro y otro, nada, no hubo llamadas, ni el timbre sonó, ni nadie llegó.Las suposiciones fueron ilimitadas. Creían que el día estaba cerca, su hijo volvería y gritaría: “papás, acá estoy”. Sí, los santos estaban enterados, a todos les habían rezado; sólo esperaban y mantenían la esperanza.Otra semana y el padre volvía a suplicar al mundo entero que le ayudara, pero el silencio se ahogaba en sí mismo. Esperaría toda una vida si fuera necesario, pero la incertidumbre de no saber en dónde estaba su hijo agujereaba el dolor de aquellos padres. Habían pagado, ¿por qué no se comunicaban con ellos?..., algo raro pasaba, quizá los secuestradores se habían peleado entre ellos, quizá habría pasado otra cosa, quizá y quizá…Por fin, recibieron una llamada. Quien hablaba no quería entrevistarse con el jefe de familia, pero el padre espetó: “dígame, aquí estoy”; creía estar preparado para todo. El comunicante informó que habían encontrado el cuerpo de una persona en la cajuela de un coche y había que reconocerlo.No entraré en detalles de aquél hecho de horror, el cuerpo llevaba varias semanas metido en una bolsa de plástico, era irreconocible. Por la dentadura se logró identificar al muchacho de catorce años al que le había sido arrancada la vida, despojada debido a la desgracia que azota a nuestro país. Sí, a un niño inocente que tuvo la mala fortuna de pasar frente a unos sicarios por casualidad.Póngase usted en los zapatos de aquellos padres, que desean que nadie llegue a sentir lo que ellos pasaron en los últimos cincuenta días. Piense que nadie en este país está exento de que le suceda algo parecido. Este crimen es un atentado contra cada familia de México y cada uno de sus habitantes. La muerte de ese muchacho significa la descomposición social a la que hemos llegado, la lloramos todos los mexicanos que tenemos hijos y los que no los tienen. Todos nos unimos al dolor de aquella familia que también es la nuestra.México no merece esta realidad ni que la vivan las próximas generaciones. Es urgente un cambio. La impotencia invade a la sociedad civil.Unámonos para exigir que nuestras autoridades de los tres poderes de la Unión, de los estados y municipios trabajen decidida y coordinadamente contra la delincuencia y en favor de la seguridad de las personas, para que en el corto plazo todos los mexicanos podamos vivir tranquilos.Condenamos la impunidad y la violencia.¡Ya basta!Alfredo Harp Helú yMaría Isabel Grañén PorrúaAgosto 2008
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Creo que este país no se merece vivir angustiado, ni temeroso de que no sabes si verás regresar a tus hijos de la escuela o a tu pareja del trabajo. Y es que no es solo esa sensación de desamparo lo que nos persigue todo el tiempo, porque cada vez es mayor el terror que nos provoca el saber que son los encargados de nuestra seguridad a quienes más miedo debemos tener y no hablo únicamente de los cuerpos policiacos, es aberrante escuchar de padres y madres que dañan a sus propios hijos hasta provocarles la muerte.
Este fenómeno nos esta rebasando, ahora resulta que muchas veces ni en tu casa puedes estar seguro, en lo que va del año en el estado de Jalisco, hemos escuchado al menos de cinco casos en que criaturas de menos de cinco años han muerto por los golpes que sus padres les han propinado o que han permitido que alguien más los lastime; entonces yo me pregunto hemos de pasar la vida cuidandonos unos de otros, desconfiando y llenos de terror por no poder entender que lo único que escuchamos de las autoridades es que se tomaran medidas para resolver el problema y el problema crece y crece y ahora simplemente somos parte de una estadística, hasta cuando?
Lo´único que espero de corazón es que no perdamos la capacidad de indignarnos ante situaciones como estas, porque el día que la indiferencia nos invada será porque ya no habrá la menor posibilidad de que alcemos la voz para decir BASTA¡¡¡
Sentimos una mezcla de indignacion, tristeza, impotencia, rabia... tantas cosas!
Soy madre de un jovencito de igual edad, y por supuesto que intento usar sus sandalias para empatizar con su dolor, pero es una minima parte de lo que ellos puedan sentir.
Me uno irremisiblemente a esta etapa de duelo y reclamo a las autoridades. Ya basta! No podemos ser rehenes ni victimas de esa gente!
Me uno a la pena y el dolor de la familia de Fernando y elevo oraciones para que Dios les envie consuelo y tengan la certeza de que el Señor Todopoderoso y la Virgen de Guadalupe acogen con infinito amor a Fernando. Dios los bendiga y les envie resignacion y consuelo.
desgraciadamente en la actualidad hay que cuidarse mas de los cuerpos policiacos se llamen como se llamen que de los demas, porque lo digo, porque lo veo día a día no solo ellos se sienten impunes y con el derecho de hacer lo que les pegue la gana, tambien sus familias se sienten igual, tienes que soportar su prepotencia y abuso en toos los aspectos, y si se te ocurre reportarlos como tanto lo pregonan no les hacen nada pes son de los mismos y toos se deben favores, y como les dicen quien los reportó pues ya sabes lo que te espera por haberlo hecho, es una realidad lamentable y esa no se termina con buenos propósitos y mentiras piadosas por parte de las autoridades, la mayoría goza los beneficios del dinero sucio del narco y mientras lo sigan recibiendo no van a cambiar
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Este fenómeno nos esta rebasando, ahora resulta que muchas veces ni en tu casa puedes estar seguro, en lo que va del año en el estado de Jalisco, hemos escuchado al menos de cinco casos en que criaturas de menos de cinco años han muerto por los golpes que sus padres les han propinado o que han permitido que alguien más los lastime; entonces yo me pregunto hemos de pasar la vida cuidandonos unos de otros, desconfiando y llenos de terror por no poder entender que lo único que escuchamos de las autoridades es que se tomaran medidas para resolver el problema y el problema crece y crece y ahora simplemente somos parte de una estadística, hasta cuando?
Lo´único que espero de corazón es que no perdamos la capacidad de indignarnos ante situaciones como estas, porque el día que la indiferencia nos invada será porque ya no habrá la menor posibilidad de que alcemos la voz para decir BASTA¡¡¡
Soy madre de un jovencito de igual edad, y por supuesto que intento usar sus sandalias para empatizar con su dolor, pero es una minima parte de lo que ellos puedan sentir.
Me uno irremisiblemente a esta etapa de duelo y reclamo a las autoridades. Ya basta! No podemos ser rehenes ni victimas de esa gente!
Me uno a la pena y el dolor de la familia de Fernando y elevo oraciones para que Dios les envie consuelo y tengan la certeza de que el Señor Todopoderoso y la Virgen de Guadalupe acogen con infinito amor a Fernando. Dios los bendiga y les envie resignacion y consuelo.
desgraciadamente en la actualidad hay que cuidarse mas de los cuerpos policiacos se llamen como se llamen que de los demas, porque lo digo, porque lo veo día a día no solo ellos se sienten impunes y con el derecho de hacer lo que les pegue la gana, tambien sus familias se sienten igual, tienes que soportar su prepotencia y abuso en toos los aspectos, y si se te ocurre reportarlos como tanto lo pregonan no les hacen nada pes son de los mismos y toos se deben favores, y como les dicen quien los reportó pues ya sabes lo que te espera por haberlo hecho, es una realidad lamentable y esa no se termina con buenos propósitos y mentiras piadosas por parte de las autoridades, la mayoría goza los beneficios del dinero sucio del narco y mientras lo sigan recibiendo no van a cambiar
letty