Publicado por Elsa G Bonilla el 16 de Mayo de 2010 a las 2:39pm
Cuando dominamos y decimos que es amor...
“Quienes se encuentran solos rara vez encuentran incentivos para explorar el amor. Esperan el contacto con otra persona o corren a buscarla. De este modo, nos volvemos dependientes de otros para sentirnos total y permanentemente amados”. Deepak Chopra
Este planteamiento quizás nos ayude a introducir la importancia del Yo en una relación y recoja la inquietud de una de nuestras amigas del blog. Cristina planteó el valor de ser nosotros mismos en una relación para evitar la tentación de perder nuestra identidad, caer en la dependencia y experimentar el desamor.
Estas tres posibilidades concurren cuando la relación con uno mismo no está sana. Un yo saludable nos sitúa de forma natural en las relaciones, dada nuestra condición social y empática, en la que la naturaleza ha contribuido evolutivamente.
Nuestro cerebro comparte junto con los simios, los elefantes y los delfines la cualidad empática diferenciadora, como afirma en el último programa de Redes, Nuestro Cerebro altruista, Frans de Waal, primatólogo de la Emory University, en Estados Unidos. Estar conectados con los demás, entenderle y ponernos en su lugar, no es una cualidad exclusiva del ser humano. La compartimos con otros animales, especialmente con los mamíferos.
Sin embargo, el despliegue de esta cualidad en una relación de pareja se puede confundir con el apego cuando uno o ambos miembros buscan compensar con el otro sus expectativas infantiles no resueltas. Lo que se experimenta es la pérdida paulatina de la capacidad de ser autónomos, llegando a generar un mundo aparte, en donde la pareja cree encontrar la compensación y la seguridad perdidas.
Para superar el sentimiento de aislamiento o de soledad en el que se vive antes de la relación, la pareja termina por crear un mundo privado, que la aísla del entorno. Dando lugar al apego y a una de las modalidades más conocidas del mismo: la dominación.
En nuestra cultura todavía predominan culturalmente los recursos de dominación, que tradicionalmente se reconocen como comportamientos machistas, y a los que recurren, en mayor o menor medida, tanto hombres como mujeres. Tienen su fundamento en el miedo y en un profundo sentimiento de aislamiento. La persona busca compensar lo que siente con una imagen de seguridad. Con ella niega la expresión de fragilidad. Y sus actos ponen el foco en ejercer la dominación como fórmula que garantice su poder, ya sea de forma activa o pasiva.
En los hombres por lo general se justifica la dominación accediendo a creencias populares que discriminan las cualidades de las mujeres, por ejemplo, para manejar el dinero, sin tener en cuenta la evidencia de estudios que demuestran que son ellas mucho más empáticas y prudentes en su manejo. Detrás de estas actitudes en los maridos, hay un impulso de control que busca garantizar la permanencia de la pareja, con el que se pretende evitar el riesgo de un posible abandono.
Con las mujeres se da algo parecido aunque la forma de hacerlo varía. Detrás de una excesiva actitud de protección, o de complacencia, se busca el mismo objetivo de dominación que esconde el miedo. Pueden mostrarse solícitas para dar respuestas o ayudas que no se les han pedido, con las que consiguen mantener un control sobre las actuaciones y sobre la evolución de las personas con las que tienen un vínculo afectivo.
Este círculo vicioso con el que se pretende superar el sentimiento de aislamiento lo hace cada vez mayor, dando lugar a la agresividad y a una mayor búsqueda de dominación. Sin embargo, el dominio no resuelve la inseguridad de fondo, por el contrario al negarse la existencia del miedo, sin que se aborde conscientemente, este se incrementa.
Cabe señalar que hay conductas que pueden ser consideradas dominantes, a las que recurren tanto hombres como mujeres, como lo dice Deepak Chopra en el camino hacia el amor: el perfeccionismo, el aferrarse tercamente a un punto de vista, la intolerancia, la tendencia a atender las necesidades de otros, la desilusión cuando no se satisfacen nuestras expectativas, la posesividad, la codicia y la tendencia a encolerizarse ante cualquier oposición o confrontación.
Este investigador afirma que la conducta de dominación empieza a llegar a su fin cuando comprendes que el dominio es incompatible con el amor.
Ciertamente sin el amor a nosotros mismos es inevitable establecer relaciones de dominación, donde perdemos nuestra identidad. La perspectiva cambia cuando nos sentimos a salvo y nos abrimos a una relación que nos eleve más allá de nuestras expectativas, aceptando que es una oportunidad para experimentarlo. Esto empieza a ser posible cuando desarrollamos la autenticidad, la autonomía y la empatía con nosotros mismos.
De esta manera estamos abiertos a una relación de no apego, empática, donde nos vinculamos y expandimos nuestros límites como pareja, contribuyendo a lo que nuestro grupo social necesita. Buena semana.
A veces me viene la inspiracion de escribir....pero creo que soy mas una investigadora del tema de relaciones y lo que me encuentro siempre lo quiero compartir. en mis grupos de apoyo sujiero a las integrantes de que si ellas deciden dejar su relacion abusiva no se involucren luego luego en otra relacion....porque estan heridas y enfermas dentro del alma...y siempre caeran en relaciones igual que la anterior. Les sugiero primero sanar sus heridas a base de meditaciones y visualizaciones. Porque un corazon sano, atraerá otro corazon sano.
Espero que hayan disfrutado este articulo que me encanto como todos los demas que he compartido y de los cuales estoy muy de acuerdo.
Buen Inicio de Semana a todas y cada una...
Namaste!
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