México DF, 8 marzo 08
Datos sociodemográficos sobre la población femenina en México, procesados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), sustentan las demandas de las mujeres organizadas y de feministas sobre la necesidad de revertir la situación de inequidad e injusticia en que vive una parte importante de la ciudadanía mexicana.
De acuerdo con las Proyecciones de la población de México 2005-2050, la población media para el año 2008 es de 106.7 millones, 50.8 por ciento son mujeres y 49.2 por ciento hombres; lo anterior significa que hay 97 hombres por cada 100 mujeres en el país.
FECUNDIDAD
La tasa global de fecundidad (TGF) indica el promedio de hijos nacidos vivos que una mujer habría tenido al final de su vida reproductiva (15 a 49 años). Hasta la segunda mitad de la década de los setenta este indicador era de alrededor de 6 hijos por mujer; entre 1987 y 2007 disminuyó y pasó de 3.8 a 2.1 hijos por mujer.
Entre las entidades con más alta fecundidad se encuentran Guerrero y Chiapas con 2.5 y 2.4 hijos por mujer, respectivamente; mientras que el Distrito Federal destaca como la entidad de menor fecundidad, con una TGF que no supera los dos hijos por mujer (1.7 hijos).
Por otra parte, las razones de paridad progresiva se refieren a la probabilidad de que una mujer tenga un hijo dado que no tiene ninguno; dos, dado que tiene uno, y así sucesivamente.
HOGARES
En los últimos 15 años (1990-2005) el número de hogares aumentó de 16.2 a 24.8 millones. En éstos prevalece la jefatura masculina; de cada 100 hogares, 77 son dirigidos por un hombre y 23 por una mujer. No obstante, la cantidad de hogares con jefatura femenina se duplicó en el periodo, al pasar de 2.8 millones en 1990 a 5.7 millones en el 2005, representando 23.1 por ciento del total de los hogares.
En el ámbito estatal, en el 2005, el Distrito Federal presenta casi uno de cada 3 hogares con una jefa mujer (28.9 por ciento), seguido por Guerrero (26.3 por ciento), Morelos (26.1 por ciento) y Veracruz (25.5 por ciento); en contraste, Nuevo León presenta el porcentaje de hogares dirigidos por una mujer más bajo (17.9 por ciento), junto con Coahuila (18.9 por ciento) y Chiapas (19 por ciento).
En México existen poco más de 6.1 millones de hogares con adultos mayores, los cuales representan 24.6 por ciento de los hogares del país. De estos hogares, 3 de cada 10 tienen jefatura femenina. El Distrito Federal registra el mayor porcentaje de hogares con adultos mayores encabezados por una mujer (39.5 por ciento), seguido por Colima (35.3 por ciento), Baja California (35.2 por ciento) y Morelos (35 por ciento).
Por el contrario, en Chiapas 26.7 por ciento de los hogares con adultos mayores tiene al frente a una mujer; asimismo, esta proporción es de 27.3 por ciento en Campeche y de 27.7 por ciento en Quintana Roo.
EDUCACIÓN
En México las características educativas de la población difieren por sexo, edad y lugar de residencia. En la mayoría de los casos las mujeres, y en particular las que habitan en localidades rurales, se encuentran en condiciones menos favorables.
La tasa de analfabetismo de la población de 15 años y más en el año 2005 fue de 9.8 por ciento para las mujeres y de 6.8 por ciento para los hombres. Por entidad federativa, los mayores porcentajes de analfabetismo en la población femenina se registraron en Chiapas (26.1 por ciento), Oaxaca (23.5 por ciento) y Guerrero (22.7 por ciento).
La brecha por entidad federativa es considerable, en Chiapas de cada 100 mujeres de 15 años y más, 26 no saben leer ni escribir, mientras que en Nuevo León de cada 100 mujeres, 3 son analfabetas.
Asimismo, en las localidades más urbanizadas (100 mil y más habitantes) 4 por ciento de las mujeres de 15 años y más no han adquirido la habilidad de la lecto-escritura, situación que se incrementa en las zonas rurales (menos de 2 500 habitantes) en donde la proporción es de 21.7 por ciento.
En relación al nivel de escolaridad, en el año 2005, de las mujeres de 15 años y más 9.6 por ciento no ha logrado incorporarse o permanecer en el sistema educativo nacional, 32.7 por ciento tiene al menos un grado aprobado en primaria, 24.4 por ciento en secundaria, 18.3 por ciento registra algún grado aprobado en educación media superior y 12.2 por ciento en el nivel superior.
Lo anterior se traduce en un promedio de escolaridad para las mujeres de 7.9 años, mientras que para los hombres es de 8.4 años.
TRABAJO
En el segundo trimestre de 2007, de los 35.5 millones de hombres mayores de 14 años, 32.8 por ciento desempeñan el papel de proveedor del hogar, al dedicarse exclusivamente al trabajo extradoméstico; por su parte, de los 40.3 millones de mujeres, 44.9 por ciento únicamente realiza trabajo doméstico no remunerado en su propio hogar.
Las mujeres que participan en los quehaceres domésticos de su propio hogar representan 96.3 por ciento; en tanto que los hombres lo hacen en 58.6 por ciento. Las mujeres en todas las edades mantienen tasas superiores al 91 por ciento; en el caso de los hombres, son los jóvenes los que más participan en las tareas domésticas de su hogar.
La participación en actividades económicas en todas las entidades federativas sigue siendo superior entre los hombres que entre las mujeres. En el país, 78 de cada 100 hombres y 41 de cada 100 mujeres participan en actividades económicas. La diferencia entre las tasas de participación del trabajo extradoméstico de mujeres y hombres, por entidad federativa, oscilan entre 52.8 puntos porcentuales en Chiapas y 28.7 en el Distrito Federal.
En lo que respecta a su inserción laboral, 65 de cada 100 mujeres ocupadas son asalariadas, 22 trabajan por cuenta propia, 10 no reciben pago alguno y tres son empleadoras. De los varones ocupados, los asalariados, y quienes laboran por cuenta propia presentan cifras semejantes a las mujeres (65 y 23 de cada 100, respectivamente); sin embargo, los no remunerados disminuyen a 5 y los de los empleadores aumentan a siete.
Al comparar la inserción económica femenina con la masculina en cada uno de los sectores de actividad económica las diferencias son considerables, en el trabajo de la construcción laboran 96.9 por ciento de hombres y sólo 3.1 por ciento de mujeres.
El sector de comunicaciones y transportes reporta la segunda diferencia más alta, con nueve de cada diez ocupados hombres y sólo una mujer; en cambio, en el comercio y en los servicios, la participación de los hombres y las mujeres tiende a la igualdad, dado que ocupan 51.1 por ciento y 53.4 por ciento de mujeres, en cada caso.
ACTIVIDAD DOMÉSTICA
En la actualidad la división sexual del trabajo sigue el modelo tradicional donde el hombre es el proveedor y la mujer cuidadora, a pesar de la incorporación en el mercado laboral por parte de ambos.
Lo anterior se refleja en las parejas conyugales donde tanto el hombre como la mujer de 14 años y más participan en el mercado laboral las cuales representan 28.2 por ciento del total de parejas; los varones dedican al trabajo extradoméstico, en promedio, a la semana 51 horas con 42 minutos y 37 horas con 18 minutos las mujeres.
Al mismo tiempo, las mujeres invierten en trabajo doméstico 56 horas y 18 minutos, mientras que los hombres destinan 27 horas y 24 minutos.
En consecuencia, para la realización semanal de los trabajos doméstico y extradoméstico estas mujeres ocupan poco más de 93 horas y los hombres alrededor de 79 horas; es decir, ellas trabajan cerca de 14 horas más que los hombres. Esto muestra que aún con su inserción en el mercado laboral y su posible aportación al ingreso familiar, las mujeres tienen a su cargo casi completamente las responsabilidades domésticas.
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
De acuerdo con la ENDIREH 2006, 67 de cada 100 mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia ya sea en su relación de pareja, o en los espacios comunitario, laboral, familiar o escolar.
La violencia más frecuente es la ejercida por el actual o último esposo o compañero, declarada por el 43.2 por ciento de las mujeres; le sigue la violencia en la comunidad padecida por el 39.7 por ciento de las mujeres; la violencia en el trabajo que representa el 29.9 por ciento de las mujeres económicamente activas; la familiar 15.9 por ciento y la escolar 15.6 por ciento.
Cabe aclarar que una mujer pudo haber declarado más de un tipo de violencia sufrida.
VIOLENCIA DE PAREJA
Según resultados de esta misma encuesta, de cada 100 mujeres de 15 años y más 43 declararon haber vivido situaciones de violencia emocional, económica, física o sexual durante su última relación de pareja. En ésta se muestra que la violencia emocional, así como la económica, son las que más padecen las mujeres; en tanto que la física y la sexual la sufren en menor medida, independientemente de su estado conyugal.
En general, las mujeres alguna vez unidas (divorciadas, separadas y viudas) presentan niveles más altos de violencia que los reportados por casadas o unidas y solteras, en los cuatro tipos de violencia, 55.4 por ciento violencia emocional, 44.5 por ciento violencia económica, 39.1 por ciento violencia física y 22.8 por ciento violencia sexual.
MUERTES INTENCIONALES O POR VIOLENCIA
En 2006, las muertes intencionales o por violencia representaron 3 por ciento de las defunciones totales y 27.4 por ciento de las muertes por lesiones, las cuales comprenden a los decesos por accidentes, homicidios y suicidios.
Del total de muertes por violencia registradas en el país en ese año, 2 011 eran de mujeres y 12 708 de varones, lo que arroja una tasa de 3.8 y 24.6 decesos intencionales por cada 100 mil mujeres y varones, respectivamente.
En las muertes por violencia, el homicidio ocupa el primer lugar como causa de muerte y en segundo lugar se encuentra el suicidio. Los suicidios tienen un peso porcentual mayor dentro de las muertes por violencia de mujeres (35.5 por ciento) que entre los varones (28 por ciento), en tanto que los homicidios presentan el caso contrario, una importancia relativa mayor entre los varones (72 por ciento) que la que se aprecia entre las mujeres (64.5 por ciento).
La frecuencia de los homicidios presenta una tendencia a la baja, en tanto que la de los suicidios muestra un aumento en sus cifras, en particular en el caso de las mujeres. Entre 1990 y 2006 la tasa de homicidios de mujeres descendió de 3.6 a 2.4 muertes por cada 100 mil mujeres, mientras que la de suicidios aumentó de 0.9 a 1.7 muertes por cada 100 mil mujeres de 10 años y más, registrando su más alto nivel en el grupo de mujeres de 15 a 19 años de edad: 3.4 suicidios por cada 100 mil mujeres de ese rango de edad.
En 2006 nueve entidades federativas registraron una tasa de homicidios de mujeres por encima de la nacional (2.4 homicidios por cada 100 mil mujeres), entre ellas sobresale con la tasa más alta el estado de Guerrero (5.7 por cada 100 mil mujeres). En tanto, doce estados reportan tasas de homicidios de varones por encima del promedio nacional, cuyo nivel es de 17.7 por cada 100 mil varones; en primer lugar se encuentra Michoacán de Ocampo con una tasa de 46.9 por cada 100 mil varones.
Con respecto a los suicidios, se registran dieciocho entidades federativas con tasas de suicidio de mujeres que superan a la nacional (1.7 por cada 100 mil mujeres de 10 años y más), de ellas destaca Quintana Roo que tiene una tasa de 3.1 por cada 100 mil.
PARTICIPACIÓN SOCIOPOLÍTICA
En las últimas décadas las mujeres han incursionado en el país en los espacios de poder y la toma de decisiones, enriqueciendo con ello la vida política nacional. Sin embargo el incremento de su presencia en puestos de elección popular, y en cargos directivos en los sectores público y privado, es comparativamente más modesta que la observada en otras esferas.
A finales de 2007 la participación de las mujeres en el poder legislativo muestra alrededor de una quinta parte de representación femenina en la composición de la LX legislatura, tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados (18.1 por ciento y 23 por ciento, respectivamente).
En relación con la participación de la mujer en el Poder Ejecutivo se identifica que su presencia en los primeros niveles de gobierno es completamente asimétrica respecto a la de los hombres. En el 2003, en el caso de los subsecretarios de estado y de los oficiales mayores se observa una relación de seis hombres por cada mujer, en el caso de las Secretarías de Estado, sólo dos son ocupadas por mujeres y en el 2006 solamente una Secretaría de Estado es ocupada por una mujer.
En 2007 en el primer nivel del Poder Ejecutivo, de los diecinueve responsables de las Secretarías de Estado quince son encabezadas por hombres y cuatro por mujeres, actualmente son tres. En el segundo nivel donde se ubican las subsecretarías (56), sólo 10 están a cargo de mujeres, esto representa en total un 18.7 por ciento de mujeres en altos niveles sociopolíticos.
La participación sociopolítica de las mujeres en los niveles municipales se ha mantenido entre el 3 por ciento y 4 por ciento en los últimos años. En 2007, 4.1 por ciento de los municipios o delegaciones del país eran presididos por una mujer. Actualmente los estados de Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima y Querétaro de Arteaga no cuentan con mujeres como presidentas municipales.
MUJERES QUE HABLAN LENGUA INDÍGENA
El Conteo de Población del 2005 registró 3 millones 52 mil mujeres que hablan lengua indígena, esto es, por cada cien mujeres de cinco años y más en el país, 7 hablan lengua indígena.
A nivel nacional hay 103 mujeres por cada cien hombres hablantes de lengua indígena, sin embargo por tipo de lengua existen diferencias: entre los hablantes de amuzgo de Oaxaca hay 119 mujeres por cada cien hombres, mientras entre los hablantes de mayo sólo hay 81 mujeres por cada cien hombres.
El porcentaje de mujeres que hablan lengua indígena y no hablan español es mayor que el correspondiente a los hombres (15.1 por ciento contra 8.7 por ciento). Las mujeres que registran los mayores porcentajes de monolingüismo son las hablantes de amuzgo de Guerrero, las de tzotzil y las de tzeltal, con niveles de más del 33 por ciento.
El porcentaje de asistencia a la escuela de las mujeres hablantes de lengua indígena se ha incrementado entre 1990 y 2005. La asistencia de las niñas de 6 a 11 años pasó de 71.7 por ciento en 1990 a 91.8 por ciento en el 2005; el de las jóvenes de 12 a 14, de 55.5 a 80.5 por ciento y el de las de 15 a 19 años de 17.4 a 33.3 por ciento.
Entre las hablantes de alguna lengua los porcentajes de asistencia a la escuela aún son bajos, por ejemplo, de las jóvenes tarahumaras de 12 a 14 años sólo el 56.5 por ciento van a la escuela.
Entre las personas que se declararon indígenas de 15 años y más aún se observan brechas en educación entre mujeres y hombres: el promedio de escolaridad de las mujeres es de 3.9 años mientras que el de los hombres es de 5.1, y los porcentajes de analfabetismo son de 39.2 y 23.2 por ciento, respectivamente.
Sin embargo, el porcentaje de varones de 8 a 14 años en atraso escolar, es decir, quienes no tienen aprobados los grados de acuerdo a su edad o no asisten a la escuela, es ligeramente mayor que el de las mujeres (56.1 y 53.5 por ciento, respectivamente). El alto porcentaje de población hablante de lengua indígena en atraso escolar se debe principalmente a su incorporación tardía a la escuela.
Respecto al acceso a servicios de salud se observa que sólo 24.5 por ciento de las mujeres que hablan lengua indígena son derechohabientes.
En 2005 se registraron 2 041 203 de hogares donde el jefe y/o su cónyuge hablan lengua indígena, de ellos, 17.5 por ciento están dirigidos por una mujer. Los hogares con jefatura femenina están constituidos principalmente por la jefa y sus hijos (35.3 por ciento), y en 17.2 por ciento son hogares unipersonales.
Fuente CIMAC
08/GG
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