Recientemente en una revista se publicó un artículo acerca de un habitante de Nueva York, de nombre Pete Torres, quien había sufrido quince asaltos en dos años. Sobra decir que no se trata de un récord envidiable. Aunque Pete afirma que él no hace nada para propiciar esos ataques, de hecho contribuye a atraer sus desgracias. Su pasión son las películas de horror. Todo su tiempo libre lo dedica a saturarse de apuñalamientos, asaltos y robos. Impregna su mente de historias de terror – evidentemente le gusta asustarse y después se pregunta porqué la vida en las calles de Nueva York es una interminable historia de horror.
Este mismo principio se manifiesta en la pobreza y la mala salud. Si no paramos de comentar, pensar y leer acera de "cosas malas", gravitaremos subconscientemente – o aun conscientemente – hacia ellas.
La gente exitosa se desplaza hacia el éxito, hablando y pensando de éxito. Los fracasados tratan de escapar del fracaso hablando y pensando en fracasos.
El más importante principio mental que puede transformar a los perdedores en triunfadores es "concentrarse en lo que uno quiere" y dejar de pensar en lo que uno “no quiere”. Sería absurdo ir a la tienda de la esquina y decir al dependiente " No quiero leche, no quiero mantequilla y no quiero queso" y suponer que regresaremos a casa con la misión cumplida. Bueno pues así vivimos centrando nuestra atención (y poder) en lo que NO queremos. El Universo no escucha la palabra “NO”, así es que cuando piense no quiero un coche viejo; quítele el No al mensaje que usted emite y entonces queda centrado y focalizado en el coche viejo.
Sin embargo la mayoría de la gente se tambalea por la vida, quejándose de lo que carece y hablando de lo que quiere evitar. Pareciera en ocasiones concurso de a quién le han pasado las peores cosas, ó si le cuentan a usted una desgracia, de inmediato lo relaciona a fulanito que le sucedió algo peor. Ese es un callejón sin salida. Tenemos que concentrarnos en lo que queremos. Al abordar en este tema descubrimos el principio llamado "miedo a las perdidas". Cuando tememos perder algo, nos colocamos en posición de perderlo. Esto se aplica a esposos, novias, carteras, raquetas, tenis y auto estéreos. De cuando en cuando nos enteramos en los diarios de personas que frecuentemente sufren asaltos en sus domicilios. A pesar de cerrojos, sistemas de alarma, cadenas y dobermans sus casas parecen estar abiertas de par en par para los ladrones.
Estas leyes obran con el mismo poder en nuestras relaciones amorosas. Cuando tememos perder el amor de alguien, de inmediato nos ponemos en peligro de perderlo. Sin duda, aquí la moraleja es:
Concéntrate en lo que tienes y disfrútalo. No pienses en perder lo que posees." Enfoca tu atención en lo que deseas. Si dejas que tus temores te obsesionen, estos te abrumarán. En realidad, el principio de atraer lo que se teme es hermoso. Implica el reto de enfrentar nuestros miedos y mediante ello, superarlos.
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