A UNA SEÑORA BONITA
Hay palabras que brotan de las imágenes que nos impactan, de un delirio del alma, o de un desvarío quimérico de los sentimientos. Los textos hermosos brotan del corazón, o simplemente son suspiros del frenesí. Estos surgen prodigiosamente como algo fantástico en una tarde lluviosa, gramosa, gris y triste. Las imágenes que rescato de los recuerdos, me reafirman que en el amor, todo debe ser real y verdadero. No basta ser soñador, ni fantasear para crear versos imaginativos. Un amante debe esculpir imágenes a partir de esos recuerdos, que serán cariátides que sostendrán su espíritu, cuando todo se confunda en el olvido. Estos textos nacen como un suspiro del corazón, impactado por la belleza, el porte y la beldad de una mujer madura; ya que él ve una ninfa, una hermosa sílfide, que puede desaparecer como una visión en cualquier momento y para siempre.¡Adiós, Señora Bonita!. Son más que unas breves palabras. Ella no volvió a ser la misma. ¡Estoy viva! ¡Gusto!-pensó- y comenzó a andar como si el Sol, solo brillara para ella. A veces bastan unas pocas palabras, una brizna de ilusión, para que sintamos y veamos diferente a la vida. No fueron palabras de simple gentileza; fueron palabras con gallardía y con fuego en el ímpetu, porque había fuerza vital en ellas. El corazón se llenó de fosforescencia; y el cuerpo, la sonrisa y el espíritu, de tersura, resplandor y brillantez… ¿Por qué me entienden tan pocos y te gusto, tanto a ti?. Si vivimos absolutamente de acuerdo en todo, caeremos en el hastío y pronto en el esplín de los sentimientos. Vivimos lo blanco y lo negro; lo positivo y lo negativo de todo. El fastidio y la repugnancia se conocen en el fondo de la caldera del demonio. Hay amores que empalagan, si nos hartamos como si no hubiesen mañanas.
La palabra amante no tiene ningún sentido, si uno de los dos se siente infeliz. Infortunado siempre será un amor no correspondido, y desdichado el iluso que vivirá la desleal felonía de la traición. Extraño los infernales oasis urbanos, donde nos citamos los amantes a ensoñar instantes de pasión, mientras el tiempo teje las inmisericordes redes. No es perturbador el sueño de la inocencia, ni excitar por indisponer los sentidos; es desasosegar al espíritu y desenredar a los sentimientos. No hay que encizañar en vano nuestras huellas, ni infamarnos en vano. Si no puedes dibujar con pasión un corazón, es que no estas enamorada; nuestros pasos estarán endiablados y demoníacos serán nuestros pensamientos. El bien y el mal son absolutamente relativos y el daño maléfico dependerá del silencio. Todo lo que se haga o se diga, será infértil, si solo ama uno de los dos. Un corazón enamorado cuando se pinta, late sobre el papel. A veces tenemos que chocar contra la razón, para que nuestro amor llegue a algo. Otras veces debemos romper esquemas o estereotipos, para que nuestros sentimientos se expresen como un grito. ¿Se puede imaginar el fuego de las calderas del averno, que vive el adúltero, el traidor, el pérfido?
Contra la soledad, la tristeza, el desacompañamiento o el abandono, solo se necesita un poco de amor. El diálogo es bueno, porque siempre será un puente fiable y mejorará la comunicación. La alegría no conoce los encierros, los destierros ni las soledumbres. Sin amor, el tiempo es una tortura, el espíritu se aflige y todo se convierte en una larga y penosa agonía. ¿Para qué llevar luto, si hay que vestir con colores en la primavera? ¿Por qué tiene que esculpirnos la expresión del rostro, la amargura o el sufrimiento? ¿Existen reglas para amar o en el amor?¿Acaso la experiencia, tarde o temprano no asesina a la teoría? Pienso que se debe amar tantas veces, como cuantas veces toque el amor a nuestra puerta.
Señora Bonita, Señora Hermosa, Señora Guapa, Señora Venusta, Señora Preciosa, Señora Maravillosa, Señora Bella, Señora Primorosa… siento que se me ha corrido el piso; que hay una fuerza motriz dentro de mí, más poderosa que la energía atómica: El amor. No importa que se le tilde como un deseo o como un simple antojo del hoy y del ahora. Qué importa que sea simple apetito o hambruna de la carne. Podría ser un capricho ante tanta belleza o simplemente pasión por culpa de la sangre. Por simple curiosidad, no creo. No valdría la pena, ni sería honesto. Por sed y hambre lo acepto. Después de unos besos y unas caricias, vienen las locas ansiedades como una cascada de avideces. El amor son ansias de la naturaleza, que se deben saciar con ganas y con gusto. Por eso, Señora Bonita, hay dos cosas infinitas: Mi amor por ti y la bobería humana. El que me llamen “Perro vagabundo”, no me convierte en un experto amante; lo que pasa es que no todos conocemos los mismos secretos de este arte. No hay que comprender, ni intentar entenderlo todo. Un buen amante suele rebuznar en otros aspectos o simplemente, no saber por donde anda. El amor se siente y todo no es más que imaginación; perder los temores y dejarnos arrastrar por la brisa del destino. Un buen amante, simplemente tiene que aprender a escuchar lo que dice y piensa el corazón, la piel y la mente de la pareja. Para ser un buen amante no existen cartillas. Hay que saber como se hace y aprender a conocer lo que se pesca. El cómo y el cuando, son muy importantes. Una razón, un por qué o un para qué, influyen demasiado. Hay que ser transparentes y honestos. Ser concientes de lo que se desea y para qué se quiere. Fijarnos bien en donde ponemos los ojos. Conocer es saber y el éxito depende de la imaginación creativa. Sin amor vivimos marchitos, muertos. Solo una vida dedicada al amor, merece ser vivida.
Señora Guapa, olvídate de lo nuestro, si crees que cabe en tu bolso. ¿Qué sabes tú del amor, si es amando como debemos vivir toda la vida? ¿Me dejarías con besos, borrar las cicatrices de tu alma? ¿Quién te hizo tanto daño y te llenó de perjuicios? No vale la pena tanto desgaste, ni pensar en las causas de tanto detrimento. El sufrimiento solo genera decadencia y ajamiento .Lo que tenías que vivir hasta este momento, ya lo has vivido. Nada te puede impedir vivir con felicidad los nuevos tiempos. No más extorsiones, ni privaciones, ni maltratos. Hay palabras que hacen más daño que una herida, pero no hay que envenenar el alma con malos recuerdos. Basta la enemistad para evitar la acechanza. Hay relaciones que son peores que una maldición o el peor de los agravios. Señora Guapa, piense siempre en su bien o en el mejor beneficio. Señora Venusta, todo va a mejorar para usted, si lo desea. Los problemas para nuestra felicidad, no están en nuestro cuerpo, sino en el corazón.
Señora Preciosa, ya no titilan farolitos rojos como luceros fatigados, encandilados por el Sol noctámbulo, astro de las sombras. Ahora las parejas desaparecemos al franquear el portal de esos niditos de amor ¿Será el amor, la varita mágica del Triángulo de las Bermudas? ¿Si no es el amor, será el instinto y la sed de la sangre, los que se citan para aparearse con el fuego divino de la vida?
Señora Preciosa, la imaginación de los besos y de los dedos, son más importantes que el conocimiento. Se aprende a vivir, viviendo. Se aprende a amar, amando. Aquí Señora Preciosa, hasta las películas eróticas se ven inocentemente obscenas. Aquí la mancebía de los sentimientos prohibidos se cita para ponerle a la desinhibición alas. Aquí hay que saber volar.
En este momento en silencio, los cuerpos se observan y se descubren, sin preguntas, ni diálogos trascendentales. Cada uno desviste al otro, sin importar como o donde caigan las prendas. Con la desnudez aparece soberbia la belleza. Es como si la naturaleza engendrara con sus manos el milagro.
Señora Preciosa, ahora sé que la belleza eres tú, mi amada amante. Con la irreverencia de los primeros besos, la lujuria abre de par en par, el portón del goce. Es como escapar del mundanal ruido en una burbuja de fantasía.
Señora Maravillosa, tus senos lucen jugosos y ansiosos de madurez. Tu vientre es paisaje. Tu cuerpo es un hermoso paisaje de dunas y estepas. Tus piernas se ven cual ansiosos leños, por sentir las brasas para ser llamas y luego una amorosa hoguera. Ahora las caricias tallan con cuidado los cuerpos, mientras con besos irreverentes se esculpen las más sensuales sombras.
Señora Bella, con solo escuchar la palabra cascada o rio, te humedeces como los ojos del cuerpo pleno de felicidad y goce. Eres la más sensual y bella de las cariátides que conozco. Sobre ti, ensueño las más deliciosas sensaciones, rojas como la fresa, o la frambuesa, o tus labios rojos. Solo una mujer enamorada, Señora Bella, cabalga sin temor cualquier época y se regala todo el tiempo, o se los arranca con los dientes al día. Sobre el espejismo de las paredes se pinta tu cuerpo. La patina de tu piel es hermosa y tus cabellos caen como un delicado velo, sobre los pezones de tus senos.
Señora Primorosa, a las horas se les borra la fatiga, hasta que desbocadas quedan extendidas como las sábanas de los amantes. Nos amamos una y otra vez, así como las olas embisten las playas y sobre las arenas, solo sobreviven por testigo algunas huellas, que borran las espumas y el viento.
Después del desliz hay que borrar la culpa. Para no sentirnos culpantes de yerro alguno, limpiamos nuestras conciencias con un jabón chiquito. A veces para vivir el ahora, hay que citar con el cuerpo desnudo, como los gladiadores desafiando las espadas y las lanzas de la perversión o del escándalo. Cuando te recuestas sobre mi cuerpo, veo pasar el tiempo sin malicia. Luego, me siento como un naufrago sobreviviente, aferrado a un madero del naufragio y luchando contra la hipotermia del corazón.
Señora Primorosa, gracias a ti, he vuelto a amar sin miedo, sin enmiendas, ni censuras, porque vivir también es escarmentar los silencios; es edificar para cambiar la vida, es cambiar el estilo y el ritmo de los versos de nuestro vivencidario; es perfeccionarnos sin hacer daño, y es lancear al destino para probar la más pura de las suertes. Cuando nos vestimos, en parte calzamos un disfraz. Nos ocultamos bajo máscaras y ornamentos, para enfrentar al circo. Nos engalanamos y lucimos las capuchas de la hipocresía, así todo luzca semejante a un vulgar doblaje.
Señora Bonita, no deseo que Dios juegue al azar con la felicidad de nosotros. Vivir puede ser tedioso y peligroso, pero el amor siempre nos aferrará a la vida. Lo importante no es dejar de vernos a los ojos, de besarnos o de hablar de amor. Detrás de cada acto de amor, siempre encontramos a Dios. Cuando no te maravilles, ni te excites en el amor, será mejor que desaparezcas, porque tus ojos ya no verán nada. Si buscas nuevas sensaciones, nunca hagas lo mismo. Deja que tu imaginación vuele, como las hojas del viento.
Siempre creí que el amor era entre dos y para siempre; hasta que los rayos de la primavera, inundaron como los trinos de los pájaros a la madrugada para abrir las semillas de sus crisálidas y con colores mi alma. Mis sentidos se embriagaron con aromas extraños, demenciales, exóticos. Mi tristeza se fué bogando con las cuerdas de un tiple y de una guitarra. Aún retumban dentro de mis entrañas las melancólicas canciones de la Señora Maravillosa; llevo adherida a mi piel su aroma y la fragancia roja de su ardiente deseo. No sé si abrirle una puerta a tu soledad o huir para no hacerte daño con mis espinas. Si pudiera cubrir el Sol con las manos: lo haría, para no volver a cargar nunca más, con un remordimiento sobre las espaldas, porque el desamor nos cose con alambre de púas las heridas. No sé si sea bueno o si pueda enamorarme con la ilusión y la ceguera de la primera vez. No sé si mi alma se pueda desnudar con el mismo candor, cuando el paisaje nos embriaga igual a un beso o una inocente caricia. No sé si es diáfana mi ingenuidad. Solo deseo leer respuestas en tu mirada; que el destino de nuestras estrellas y la voz profunda de nuestro espíritu, se pueda leer sobre las palmas de nuestras huellas.
Señora Hermosa: Cuando disgustamos y escribí: “Eres todo el desencanto de una noche desolada. Jamás comprenderás mi canto, ni la razón de mis pasos. No vas a escuchar el grito liberador por enceguecerte tu pasado. Solo sombras y temores, concibe tú podrida memoria. Nada brota de tus senos ¡ni una gota de cariño! Eres un lucero sin esperanza. Solo me llegan de ti, imágenes viejas o muertas. Quisiera sentarme a hablar con nuestra historia. Siempre quisé revivir el fuego, pero no lograba ni una sonrisa. De todo lo que mis labios tocaron, me llevo hasta el último recuerdo, grabado en el corazón y en las manos; así como el aroma de tu cuerpo y de tu sexo. Sé que el destino era saltar dentro del volcán, hasta hacerlo erupcionar-así fuese a patadas-. El destino es negro para quienes hacen historia. La predestinación los sacrifica sin piedad, para que otros le puedan cantar a la vida y a la rosa. Cito desnudo con mi cuerpo frágil, a las estocadas inmisericordes de los amores absurdos; sicariadas bestias disfrazadas por los buitres, me calzaron mal las espuelas para encender la pólvora. Que no sea el pan, ni fiesta de dos días; que sea mi nombre la enredadera que te abrigue. Siempre quise que mi sangre fuese miel…”
Señora Venusta, el tiempo de los amantes, cada vez se hace más corto, rompe las barreras del sonido, se encienden y apagan las luces, como un día excitado por el Sol. Necesitábamos hablar y asociar las semillas que sembramos; quisimos contemplar desde otro ángulo la ciudad que habitamos y respirar hondo…y respiraste profundamente…y respiré con hondura. Ataste con temores tus promesas, cuando juraste que no me ibas a volver a ver. Sabías que estaba herido y escondido bajo la sombra de mi querencia. Verte para no morir de sed, era todo lo que ansiaba mi alma; era sentir una rosa, como tú piel sobre mi piel; sentí todo el peso del hilo que nos une y almorzamos con lo dulce de lo prohibido. Estamos cazados por la mira de los sentimientos; escondidos en un callejón sin salida; disfrutando de caricias que sanan nuestras heridas con fuego. Tus labios están ardidos por el verano; tú piel esta cansada y confundida. Aún no encuentras respuestas a tus preguntas; vives mañanas cuando se hacen presentes, sin mayores expectativas. Solo crees en las auroras, sin hacerle más preguntas a la primavera. Hoy me regalaste una rosa de esperanza; voy a hablarle cuando me sienta solo y necesite hablar contigo. Voy a acariciarla cuando sienta frío y necesite sentir tu piel ¡Eres como ella! ¡Hermosa y sin espinas! Llena de verde en las venas, llena de pasión en la flor; suave y sensual como tus palabras, como tus sueños. Hoy tenía el alma destrozada, así como mi voluntad estaba desecha, mi cuerpo era una ruina sin fuerzas. Tu corazón escuchó el grito de mi tristeza, me extendió la mano que necesitaba; deseaba hablarle a una estrella y no había estrellas en el cielo; con un beso levantaste mi mirada, para que pudiera ver el arco iris y sentir a la brisa embriagada, por el aroma de las flores. ¡Te amo! Cada vez creo más en la transparencia lucida de tus sentimientos ¡Eres el poema más hermoso que me ha escrito la vida!
La vida en rosa, siempre será más hermosa, Señora Bonita. Que importa que la blasfemia, no se llame poesía. Conservo la imagen en versos, de un mundo que agoniza de rodillas. La tristeza insiste en prepararse para la muerte. El recuerdo salva cenizas para sembrar vida. El corazón agoniza, pierde pedazos de carne viva. El alma se ahoga contemplando el cielo y el dolor le impide huir del cruel destino. Mi sepulcro es la sonrisa y las pocas ganas de vivir. He meditado bajo las ruinas de mis sueños, ahora solo es recuerdo el fuego de mi corazón y el amor no es más, que el conjuro de la tristeza. El otoño se ha llevado al fuego, a la luz, los frutos, las flores y la demencia de las raíces; las erosionadas sombras del amor se borran, así como el mundo y el viento en llamas de las paredes. Entre caída y caída, sigo tirándole piedras a la rayuela. Una a una se apagan las luces de la vida que pierdo; conservo con orgullo las condecoraciones de la derrota, mientras la vida se desliza como un gato negro.
Mi madre se cansó de mí, cuando más la necesitaba. Todo lo que recogí en la vida, ahora nada significa; de tanto recibir hachazos, al fin estoy sucumbiendo, viniéndome hacia abajo como un pájaro herido de muerte y vacío de cielo. Solo ansío escuchar la música de mis versos en otras voces ¡Ojala nunca conozcan el sosiego del oasis, ni la guerra!
Deja que la demencia de la locura, espante al tedio; que pase descalza como el viento de las estaciones. Te he cantado para que te decidas a ser mi estrella; me aburrí de soñar, de caminar, de amar, de ser feliz. No más luz, ni tierra sobre mis ojos. No más olvidos mezquinos. Añoro el aroma y el sosiego de la yerba que fumé. Cargo llagas en las manos de asesinar fantasmas; se han borrado de mi memoria, algunos nombres de amores. Dejemos que se deslice el olor de nuestras caricias, sin ponerle fechas a nuestros recuerdos. Reinventemos sueños sin quimeras y sin huir de la ternura; ensoñemos al amor, mordiendo una estrella, antes que se corrompa la mirada voyerista de la luz; a veces aúlla como una loba sucia en la oscuridad; Los ruidos de nuestros cuerpos serían más limpios, así la magia huya descalza y a medio vestir al encandilarse. Permítele a las líneas de tu mano, vivir sin temor sus deseos. No importa si regresan sin esperanzas. Ábrele al placer la ventana, para que el amor ahueque la almohada y tu cuerpo. Solo los sonidos del reflujo de nuestros cuerpos, nos permiten sobrevivir. Los gritos de la sangre, buscan con ansiedad un rincón oscuro, mientras pasa bajo la lluvia nuestra tristeza. ¿Por qué tengo que imaginar tus besos, como un muñón del amor o de la esperanza?. El grito que brota de mi alma, se ha apagado. Tal vez nunca conozcan mis nietos al abuelo que quise ser. Se silencian los sentidos, después de un profundo dolor.
Bajo la sombra del cansancio, deseo echarme a morir de olvido. Tu nombre petrificado, es un eterno Sol en llamas; la tristeza lo puede borrar del mojón o de la atalaya. ¿Por qué el amor tiene que ser un vestido de madera y la vida una tumba de mármol? Eres piedra de viento y el tiempo esculpirá tu recuerdo. Si deseas saber cuanto te quiero, no sonrojes si crees que son obscenos mis versos; rojos y ardientes como mis deseos de vientre, de cuerpo desnudo. Me cansé de destapar botellas y nunca encontrar nada, ni siquiera un camino seguro o la boca del túnel. Ese insaciable apetito que al amor siempre acompaña, enturbian las aguas de las ilusiones cuando se estancan. No imagino la indolencia, ni la maldad en tu mirada; solo la sed me sostiene aferrado a un suspiro de vida. El espejismo ha confundido los sentidos de la rosa de los vientos, mientras un ángel misericordioso empuña el harakiri. El poder que tienes sobre mí, sostiene la mano. Llueve y no soy de barro. Pronto desaparecerán las huellas de los relámpagos y el estruendo de los truenos, cuando intentan rasgar el cielo. Ellos han destruido, lo poco que poseía: Una demencial alegría. Emborráchate de nostalgia con los relinchos del fuego. Pasa una gaviota negra. Negra como el agua que bebo. Negra como el cielo, el destino o el barco que navego. Soy un fugaz pasajero, habitante del amor y del destino. Te convido a caminar sobre las gélidas aguas del fuego.
No hay aldabones en la puerta que conduce a tu desnudez; tú cuerpo estéril le esquiva la mirada al semen; bebes el amargo arado por el rio en las venas del túnel; he bebido del cántaro, las lágrimas del pistilo femenino; los pasos del vino muerto, solo le teme a los días idos. Anhelo ser la brisa que revuelva siempre tus cabellos; el Sol que tatúe versos sobre los miedos de tu cuerpo y el mar frente a nosotros, como un tendido tibio por la amorosa bajamar. Déjame recoger al pelo sobre tu nuca, para escribir sobre tu piel una carta de amor, antes que el peso invisible, marchite el deseo. Descubramos un lugar donde nuestros corazones se puedan amar. No tienes nada que perder, en los naufragios sobreviven los que saben nadar. A veces nos fastidia mi peor enemigo: Yo mismo. Desnúdate de las buenas costumbres, de prevenciones; en cada gota de semen, veo al amor de rodillas; deseo desvestirte para quitarle toda la tristeza a tu cuerpo. Sobre la luna del espejismo, una joven comienza a menstruar. Esa no eres tú. La mujer que amo es Sol y arde. Morimos cuando se pierde el interés, por lo que se puede amar. Desenredemos las ansias de la muerte de nuestro pecho y libérate de la falda manchada. Quisé besar los labios de tus versos, ahora que eres una bella remembranza; para no olvidarte: Salvé recuerdos para ponerle alas a la fantasía de tu mundo.
Señora Linda, siento el eco de tu voz, como un grito de aliento para arremeter en la batalla. La angustia de nuestras manos, los dedos encrespados cual garras hambrientas o esas miradas de odio-amor, cuando nos cita para hablar a solas. Deseo volver a tu vida, sin pensar en el tiempo perdido. ¡Ah, tantas noches y amaneceres perdidos! Soy de los hombres que pocas veces tienen que pedir excusas, por ser el timonel de mis pasos y el gaviero de mis sueños. Te miro a los ojos y no sé que decir, cuando dejamos pasar la vida bajo el puente.
Quisiera decirte: Estoy muriendo, y continuar sonriendo. Sería injusto con el brillo de tus ojos, el abrir heridas sin esperanza. Pronto enfrentaremos el gran dilema, de ser amigos hasta siempre; después de enterrar nuestros sentimientos, todas las buenas intenciones se reducen a eso: Buenas intenciones. Escucho una sonrisa burlona, que intencionalmente ignoro, como salpicaduras mundanas de barro. Deseo decirte, Amor: “Perdona el haberte hecho esperar, para expresarte un ¡Te amo!, por tanto tiempo. Perdona por no haber visto crecer nuestro sentimiento; nunca tuve tiempo para ver lo bello de lo simple, de lo cotidiano. Voy a actuar y a pensar desde mañana; ahora que he vuelto a nacer de nuevo, intentaré no repetir los mismos errores, ni de olvidar los pequeños grandes detalles, que nos enriquecen con ilusiones frescas. Podríamos estar celebrando algo o simplemente hablando un poco; recuerdo cuando rebuscaba a una rosa, para que hablara por mí; cuando el futuro dependía de nuestros sueños, mientras recorríamos las calles para refrescarnos de las convulsionadas brisas...” Hoy la historia se repite; podría ser la gran historia de amor el lado bueno de una inmensa pesadilla; sé que es difícil el superar los obstáculos que un día nos separaron; nuestra confianza se enturbió, a pesar de manejar el riesgo; te siento distante y extraña, a pesar de haber estado a punto de agarrarte a besos.
Señora Encantadora, cuantas veces sentí tu piel como los labios de la ternura. Tus poros deseaban eructar, el fuego de la ansiedad. La historia de tu corazón, ahora anda descalza; la brisa despeina tus sueños, para que ondeen como el blasón del estandarte. Siento el silencio de tu voz, como la bandera blanca desplegada de tu alma. Eres de las mujeres que necesitan del abrigo de un abrazo o rebuscan para saciar la sed, en el manantial que oculta el oasis en su intimidad. Con todos nuestros sueños, fecundamos a nuestras esperanzas; hasta hacer llover estrellas cual palomitas mitológicas, capaces de romper el hechizo y despertarnos con el reflujo de un mar sin límites, ni playas; profundo como el sentir de tus besos, por los laberintos secretos del oratorio del cuerpo .
Señora Seductora, necesito reencarnarme con la pasión y el deseo del joven; cuando no existían obstáculos, ni abismos imposibles de superar; cuando podíamos cambiarlo todo por un beso y durante horas, que convertíamos en momentos y ¡hablábamos de amor!. Necesito embriagarme de pasión, para superar como todo amante el huracán, el tornado o la borrasca; recorrer el mundo, superando todos los obstáculos, con la sabiduría de los azotacalles; siempre conservé una ilusión como faro y puerto. Vivo tristes los días, como si tuviera que aceptar a la muerte; no sé que espero o si vale la pena hacerlo; ni siquiera sé que inventar para aprender a vivir sin ti o sin el destino de mi vida es trágico, como la triste historia de amor de tantos amantes…. ¡Todos despedazados y naufragados entre absurdos destinos encalladores!. Nunca es tarde para aprender a vivir los días, como si cada uno fuese el primero de nuestra vida.
Señora Hechicera: regresan con las alas rasgadas, las mariposas sin ilusiones, para que las sane el tiempo. Un leve destello de esperanza las alucina, aunque sus almas tiemblen de miedo y de frío. La mirada del hombre las desnuda, mientras la sed de una caricia, les sella la mirada con un beso. Se teje un silencio profundo, sobre ese mar de soledad y aire. Hay una soledad inmensa en el paisaje de sus almas….un rumor de melodías de amor, versos expresados al azar y una serenata con violines imaginarios, hechizan con alegría a la noche. Una semilla de esperanza aguarda; el Sol brota con la aurora, con la misma sal y ansiedad de la flora primaveral… ¡Son tiempos para amar y para poner a volar con magia y demencia a nuestros sueños!
Señora Mágica y Fascinante: Hay mujeres extraordinarias y otras que son una maravilla de mujer. Unas dotadas en exceso y otras castigadas por defectos. Las hay tiernas, dulces, ácidas, gélidas, altas, bajas y sin embargo la naturaleza, a todos nos reserva más de una pareja. Nadie es único, ni exclusivo, ni propiedad privada de nadie; cuando una mujer es maravillosa, tiene alas, sabe y debe volar. Hay mujeres maduras, otras maduradas a la fuerza, otras que jamás maduran. Unas nacieron para ser amadas bajo la luna y otras alunadas; como las que nacen con estrella y las que nacen estrelladas. La vida es mágica, cuando se vive con pasión el hoy y el ahora, mientras pasa la parca a recogernos. Unas escriben páginas inmortales en la historia y otras con sus tristes historias se inmortalizan en la tragedia. Una mujer bella, hermosa, no tiene que intentar ser; simplemente debe dejarse llevar por el vals del viento, por los suspiros del sentimiento y el deseo que es la voz de la sangre de la vida. Eres maravillosa, porque sabes mirar a los ojos del corazón y los sentimientos. Sabes desnudar y sentir las palabras. Eres como esas primaveras que se perpetúan en el ensueño y se olvidan del despertar. Eres un volcán de sueños; eso es estar viva y ser más joven que aquellas jovencitas, que son un bagazo desde antes de florecer o de brillar como una estrella joven. La vida depende del estilo que cada uno le de a sus pasos, de la calidad de sus huellas y de las sombras, que siempre dependerán de la calidad de Sol. Hay personas a las que se les hizo tarde para aprender a vivir o para regalarle vida a sus existencias. Hay cadáveres que vagan o azotan a la vida, pero ni siquiera un spa podría hacer algo por ellos, porque las neuronas de sus sentimientos se han atrofiado. Hasta el sexo sentido se estropea, cuando no se sienten, ni se escuchan con pasión los versos de las pieles. Las pieles hablan como el corazón y hay que entreoírlas; a los cuerpos hay que prestarles atención, quererlos y consentirlos. Eres Sol, estrella y quásar. Eres el arco iris más hermoso de esta noche de alunada alucinación y demencia.
Señora Deliciosa y Atrevida, me fascina descifrar el entrelucir de tu mirada; sentir sobre mis labios, la ansiedad ardida de la rosa. Paso a paso, las caricias escalan esa irreverencia, que solo los amantes conocemos, cuando los silencios de la noche, prenden las antorchas noctámbulas, para que nos iluminen sus sombras y la imaginación le suelte las riendas a la demencia; mientras bañamos con el sudor de nuestra intimidad, las palabras soeces y los versos irreverentes, que el amor imagina, mientras la alta noche se clepsidra, después de cobijarnos con un mar de sensaciones, alucinaciones demenciales de pasión-dolor y espejismos de placer de fugaces sentimientos. Insaciable como los lengüetazos al amanecer, embriagados de estrellas, de brandy y espectros de recuerdos. Invernamos taciturnos la mudez de nuestros secretos y de discretas promesas reducidas al amordazado silencio.
Señora Clara y Tranquila, tus éxtasis son los versos del canto orgásmico de la vida. Te enredas en una maraña de imágenes, cuando juegas al amor. Solo el sabor amargo de la saliva, nos pone los pies sobre la tierra, cuando no son las bofetadas de la brisa, las que nos hacen abrir los ojos. Tu cuerpo perdió el aroma leve, el canto de lo sutil y vaporoso; amas como una máquina de amor sin sentimientos, semejante a las tragamonedas o a una flor sin aroma ni nombre, como las calaveras del desierto. Nuestros cuerpos se ligan por la sed de nuestras lenguas y hablamos de amor sin saber por qué. Solo el miedo a la soledad, siembra rayos de esperanzas. Nada nace, si no tenemos la visión de un futuro. Tus lágrimas no son tibias, ni cristalinas; lucen como pequeños témpanos, desprendidos de la piel de tu alma. Quiero que permanezcas y que no desaparezcas como las huellas que se devoran el tiempo y el destino; como las amantes suicidas que se van sin decir adiós y con la mirada baja. Para una de ellas, a la que amé en silencio, le dedico el recital secreto de mi mal herida alma.
Señora Dulce y Sensible, necesito que germine de nuevo, una semilla de amor en tu corazón. No soy el mismo desde que te fuiste; ando desnudo y con los pies descalzos. Sé que Dios existe, así se esconda como la luna o el mismo Sol. Siento un deseo demencial, por sentir de nuevo tus labios, el arrullo del calor tibio de tu cuerpo y consentirnos dentro de ese juego, ingenuo e irreverente de monosílabos. No deseo volver a la calle sin ilusiones y con las manos en los bolsillos. Deseo embellecer mi alma, para disfrutar de la policromía de la primavera. No necesito una mujer de seda, sino una compañera para mi soledad, agobiada por el desasosiego y el infortunio; o insaciable como el último beso que maquilló con lágrimas mi rostro. Voy a regresar al infierno, para podrirme como un fruto en el olvido. Tu sexo infecundo, muere a pedazos lapidado. Soy el rehén de tus manos, de un amor que nunca conocí, de una rosa carmín de carne, que me lleva de su mano, hacia la muerte.
Señora Virtuosa y Generosa, jamás sabré si fueron ilusorios los versos que engendró la noche de esa historia loca y desenfrenada… ¡la nuestra!. Recuerdos efímeros que hoy son quijotismos. Noches de vino rojo por el cuerpo y deliciosas impudicias; amor gitano, fatigado, embrujado. ¡Imágenes inconfesables! ¡Despertares avergonzados! Hasta llegamos a pensar que soñábamos después de haber muerto; ahora me engaño aguardando a tu amor; sé que es una ingenuidad el no cerrar la puerta, tirar la rosa y rasgar los versos; Aprender a vivir sin ti, no es fácil; así como andar sin voltear a mirar hacia atrás. Vivo pesadillas cuando regreso del presente y me escondo dentro de la bruma gris del abismo. ¡Nadie me ve, ni me escucha! Ni siquiera la muerte, viene a socorrerme; la vida fácil tampoco regresará a ti. No te imagino inventando locuras para sobrevivir; ya no eres joven y poco te sonríe la vida. Día a día, el amor dura menos en tus manos; así te levantes de prisa después de la última caída, para regresar por culpa de otra al vacío. Los amores que dejan huella atemorizan y no se puede darlo todo, sin sufrir en el invernal desamor. ¡Tengo que aprender a amar, Señora Bonita, así nunca entienda, por qué siempre el amor se va!
Recuerda: Eres el poema más hermoso que me ha escrito la vida.
Te amo y te llevo siempre en mis pensamientos
EL PERRO VAGABUNDO
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