Desde que tenemos uso de razón, nos dan la oportunidad muchas veces de elegir nuestro destino, primero forjándonos un futuro, creando un mañana para nosotras mismas. Luego con el paso del tiempo y la llegada del amor a nuestras vidas soñamos con tener nuestro hogar, nuestra familia propia para cuidarla, protegerla, entregarle todo ese caudal de sueños y sentimientos que tenemos dentro de nuestro corazón.
Y con el transcurrir del tiempo nos vemos en nuestro hogar, ese espacio pequeño o grande, lujoso o no, pero nuestro. Escuchamos las risas de alegría de esos pequeñitos productos de nuestro amor, saber que cada pequeño detalle es nuestro, saber que cada pequeño rincón está decorado a nuestro capricho,
abrir los brazos y decir ¡Dios, gracias por esto que me has permitido tener! Abrir los ojos cada mañana y después de agradecer a nuestro Dios, el permitirnos otro día más de vida, iniciar con alegría esas horas en las que nos envolverán los quehaceres cotidianos del hogar, porque estás ahí, en ese centro que es todo tuyo, desde los platos de la cocina hasta aquella plantita que sembraste en tu jardín y cuidas con amor cada día para verla florecer. Igual que tu familia que necesita del hogar que tú cuidas, que necesita de ti para florecer ante la vida, ante el amor.
Imagina que no necesitas salir a la calle a trabajar, porque tienes un esposo que lo hace por ti, pero lo haces en el hogar, porque sabes que al iniciar el día tienes todo un itinerario por seguir, desde llevar a los niños al colegio cuando son pequeños, el aseo del hogar, la cocina, los platos, la ropa sucia, el caos que dejan en la habitación siendo niños o no, (eso no varía), ahh y el esposo cuando es algo desordenado y tienes que ir recogiendo las cosas que va dejando a su paso.
Pero… ¿saben? Para mantener la cordura, la paciencia, para no caer en ese sentimiento de enojo debemos hacer las cosas con amor, porque finalmente lo hacemos por nuestros hijos, porque amamos nuestro hogar, porque debemos pensar que existen muchas mujeres en el mundo que necesitan salir a la calle a trabajar, retornar al hogar y ahí seguir con esa ardua labor de poner orden, para luego dormir apenas y reiniciar el díaEn cambio, si tú sabes que no necesitas de un empleo para subsistir, porque afortunadamente tienes una pareja que se preocupa del aporte económico, tienes el compromiso del hogar, de mantener orden en él, sin descuidar tu persona, no sin darte el tiempo para ti, para mimarte, para que cuando llegue la noche, tu Romeo llegue y te encuentre linda para él, que la armonía entre los dos se refleje en la tranquilidad y felicidad de tus hijos, que son el reflejo de tu vida en pareja, que son quienes muestran en sus actitudes que cuentan con un bello hogar, unos padres que están bien entre s
y sobre todo que cuentan con el amor en sus vidas, que Dios los bendijo con tener una familia así, unida en ese amor que en muchos hogares falta.
Si tienes en tu vida parte de todo esto, si cuentas con un hogar, cuídalo, llena a tus hijos de amor, mantén la confianza y tranquilidad con tu pareja, que el diálogo entre los dos sea parte fundamental para saber cuándo las cosas no marchan bien para buscarles solución, que en los ojos de tus hijos se refleje la felicidad y en tus ojos la tranquilidad, la serenidad, que sólo tú, como pilar de ese hogar puedes encauzar a tus hijos hacia un destino bello, para que cuando creen su propio hogar se basen en el que vivieron.
Recordemos que podemos vivir solas sin un compañero, podemos perder a ese compañero y continuar, pero lo que no podemos es darle a nuestros hijos un hogar mal fundado, un hogar falto de amor. Tú pones la semilla y la siembras dándole cuidados que no le falte el agua ni un poquito de sol, que con el tiempo crecerá y florecerá ante la vida y sabrás que fue con tus cuidados y atención, pero sobre todo, con mucho amor.
Con mucho cariño
¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!
Respuestas