Desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente.
Afirma tu paso con la visión del futuro.
Rompe la tensión de tus nervios y músculos con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria.
Vive intensamente la paz del sueño.
Aprende a tomar vacaciones de un minuto, al detenerte a mirar una flor, al conversar con un amigo, al contemplar un amanecer o al leer algunas líneas de un buen libro.
Recuerda que vivir más intensamente no quiere decir vivir más rápido y que la vida es algo más que aumentar la velocidad.
Mira hacia las ramas del roble que florece y comprende que creció grande y fuerte porque creció despacio y bien.
Ten calma, desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra de lo que realmente vale, para así crecer hacia las estrellas.
Cada mañana, al despertar, pide a Dios que te de templanza y fortaleza para enfrentarte a las luchas cotidianas.
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