SEXUALIDAD Y TERCERA EDAD
Al abordar la temática de la sexualidad en la tercera edad nos enfrentamos a un doble
inconveniente, por una lado debemos profundizar en las particularidades de la vejez, tarea que
no resulta nada fácil por la falta de información y datos investigados al respecto, por otro lado
la problemática en esta etapa de la vida es generalmente abordada desde sus caracteres
negativos sin valorar ni considerar las ganancias y riquezas que alcanzar dicha etapa trae
consigo.
La sexualidad en esta etapa, está sujeta a un gran número de agresiones procedentes del bando
de la patología, la medicación y de manera especial de las presiones sociales. Lo que esta claro
es que la vivencia de la sexualidad en la vejez es un reflejo de la formación, creencias,
actitudes, valores y experiencias vitales acumuladas durante toda la vida. No solo puede
hablarse de anatomía, fisiología y actos físicos entre las personas, también se incluyen
cuestiones de identidad y género, personalidad, sentimientos, valores y relaciones. No se trata
de imponer un modelo de sexualidad a las personas mayores, sino ofrecerles la posibilidad de
que se toquen, atraigan, enamoren y vinculen y en todo ello tienen un lugar destacado y
explicito la sexualidad pero no entendida como actividad orientada exclusivamente al coito, sino
en un sentido mucho más amplio en el que se pueda incluir el coito como conducta erótica si así
lo desean. Por este motivo, se trata de un concepto de sexualidad mucho más amplio al que
normalmente es considerado, se trata de disfrutar del placer del contacto corporal y la
comunicación, así como la seguridad emocional que produce el sentirse querido y deseado.
La sexualidad incluye todas las formas de expresión, desde la aproximación al tacto, la intimidad
emocional, la compañía, la masturbación y no solamente el coito, una sexualidad en la que el
placer es encontrado en la intimidad compartida, en el encuentro, en descubrir y ser
descubierto, en mimarse los cuerpos y en definitiva las múltiples manifestaciones del placer de
lo erótico. Es esencialmente una forma de comunicación entre las personas, de intercambio
afectivo, de expresión de ternura y de necesidad del otro. Puede ser definida como una energía
vital que está presente en todo el proceso de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte que
en esta etapa de la vida debe continuar siendo una fuente de placer y no una fuente de
inquietud y frustración, puesto que la sexualidad es expresada de diferentes maneras según la
edad.
MITOS Y PREJUICIOS:
Ser una persona de la tercera edad no significa estar oprimido sexualmente. Las prácticas
eróticas en esta etapa no son imposibles fisiológicamente ni despreciables emocionalmente,
pero están restringidas por la cultura de la sociedad actual. Se piensa que toda persona mayor
de 60 años está incapacitada para sentir placer, deseo e interés sexual. De hecho, la sola idea
de mantener prácticas eróticas entre adultos mayores se piensa como antiestética, como algo
que simplemente “no debe ser”. Por todo ello, la problemática de la expresión sexual en la
vejez se agrava debido a que en nuestra cultura la sexualidad está asociada con una estética
joven, vigorosa y llena de tabúes por los estereotipos sociales.
La sexualidad ha sido y aún es una de las áreas del comportamiento humano más desconocida,
incluso por los propios profesionales sanitarios en la que aún prima muchas veces la anécdota
sobre el conocimiento científico. Las creencias y conceptos erróneos se manifiestan incluso en
las historias clínicas donde no se recogen datos sobre la actividad sexual por el supuesto de que
los ancianos son sexualmente inactivos y en otros, debido a la incomodidad de formular
preguntas o ante el temor de no poder responder adecuadamente a las dudas que plantee en
paciente mayor en este tema. Y si esto es cierto a cualquier edad, lo es especialmente en esta
etapa pues la mera existencia de manifestaciones sexuales de cualquier tipo es
sistemáticamente negada, rechazada o dificultada por gran parte de la sociedad.
________________________________________
En la mayoría de la bibliografía consultada, la vejez es sinónimo de pérdidas, déficit, duelos,
crisis siempre patológica y jamás enriquecedora, en fin, una situación inevitable de la vida a la
que nadie quiere llegar si le espera tal destino. Se desconoce cual puede ser la causa de tal
rechazo y la existencia de tales actitudes retrógradas que tienden a rechazar e incluso burlarse y
en el mejor de los casos ignoran la existencia de necesidades sexuales en el adulto. Pero
indudablemente no solo interviene un factor ya que junto a los mitos y prejuicios, coexisten
resistencias ante la vejez, temores y angustias que contribuyen en la percepción negativa que
dicha etapa entraña.
En una sociedad que está envejeciendo progresivamente la sexualidad debería permanecer en
una dimensión afectiva, sentimental y relacional durante todo el curso de la existencia, en el
respeto del cuerpo y a los aspectos peculiares presentes en cada fase de la vida.
ÁMBITOS DE ACTUACIÓ N:
La sexualidad humana es el resultado de la combinación de factores biológicos, psicológicos,
sociales y culturales que interactúan continuamente aunque en el momento de su manifestación
predominen unos sobre otros. La sexualidad forma parte de la personalidad constituyendo una
forma más de expresión, igual que el sentimiento de identidad que junto a la autoestima
permiten decir a la persona quién es y diferenciarse de los demás. Estos dos aspectos de la vida
se modifican continuamente con el fin de lograr una mejor adaptación a las circunstancias
vitales de cada individuo. Por tanto, cada “crisis vital” o cada transición a una nueva etapa de la
vida constituyen una nueva readaptación de la identidad por ir variando la significación de lo
que para cada persona supone el hecho de ser hombre o mujer. Es indudable que a medida que
se envejece hay una cierta concordancia entre los sexos o una tendencia a la androginia, pues es
incuestionable que acontecemos a una cierta involución o menor intensidad de los agentes
sexuantes, pero esta misma tónica parece que se produce en todos los planos de la sexuación del
sujeto ya sea en el ámbito psicológico, social y biológico.
Desde el ámbito laboral-económico, más allá de cuestiones estrictamente económicas, la
jubilación supone un cambio muy significativo de este ciclo vital, puesto que exige una
reestructuración total de la vida cotidiana y su sistema de relaciones. Implica una disminución
del poder económico y social y una nueva reasignación de los roles sexuales (hombre se siente
poco útil frente a la mujer y su rol de epicentro en el hogar). Es más frecuente que las mujeres
dependan económicamente de sus maridos y su longevidad es mayor con lo que su capacidad
económica se verá notablemente reducida. A su vez, el hecho de ser mujer correlaciona con
historias laborales interrumpidas (maternidad, cuidados familiares… ), por lo que la cuantía de
sus pensiones suele ser inferior a la de los varones. Teniendo en cuenta estos dos aspectos:
dependencia económica y viudedad junto con historias laborales interrumpidas, sitúa a las
mujeres mayores de edad en muchos casos al borde de la pobreza.
Por otra parte, es más probable que los ancianos varones mantengan la misma clase social
relativa que en edades anteriores, lo cual no ocurre en el caso de las mujeres ya que un factor
determinante de la calidad de vida en la vejez será la situación en el mercado laboral en el
momento previo a la jubilación. Esto supondrá dificultades para el acceso a las pensiones,
acceso a los recursos y por tanto una pérdida clara de la “categoría social”. Partiendo de estas
afirmaciones, no será igual la toma de conciencia de la identidad en hombres y mujeres
asociados a una edad y a una clase social u otra.
En el ámbito familiar- pareja-doméstico hay que destacar dos aspectos claves de esta etapa;
las mujeres tienen mayor probabilidad de enviudar que los hombres y los cambios en la pareja
sexual por la muerte de un miembro tienen efectos negativos sobre la salud y en el aspecto
financiero.
________________________________________
En el plano sexuado, la viudedad tiene sentido diferente para hombres y mujeres por ser mucho
más corriente en las segundas, además el modelo de relaciones sociales difiere entre los sexos.
La conducta “adecuada para la edad” de mujer y hombre viudos se ha constituido de forma muy
distinta, en gran parte en perjuicio de las mujeres. La viudedad se experimenta en fases
diferentes en la vejez en hombre y mujeres. En la mujer la viudedad suele acontecer en la
denomina “vejez joven” (65-84 años) con una edad fisiológica mejor que en los varones de su
misma edad, mientras que en los varones la viudedad suele acontecer en la “vejez avanzada”
(mayores de 85 años). En estas circunstancias, las viudas tienen una red social mucho más rica
que los viudos y en general salen “mejor paradas” en su integración social en relación con los
varones de su misma edad.
En cuanto a las amistades, la probabilidad de que las mujeres tengan y mantengan relaciones de
amistad desde la infancia y adolescencia hasta la vejez, es claramente superior que en los
hombres. Estos suelen obtener las amistades de las actividades laborales y de ocio, mientras que
ellas la relacionan más con la vecindad o con las experiencias vitales compartidas, lo que hace
que las amistades de las mujeres se vean menos afectadas que las de los hombres por el
envejecimiento. Para las mujeres, las amistades son más íntimas e intensas y se centran más en
la conversación y apoyo mutuo, mientras que las amistades de los hombres siguen basándose en
actividades compartidas y la mayor parte de sus interacciones tienen lugar fuera de casa,
mientras que las mujeres se visitan mutuamente.
Otro de los aspectos fundamentales a tener en cuenta, es el hecho de que la conducta erótica
se prolonga durante la tercera edad y solo desaparece con la muerte. La expresión de la
sexualidad no solo se reduce a lo genital o coital, sino que engloba a toda persona y su
expresividad.
Si es cierto que hay que tener en cuenta que con la edad se producen una serie de cambios
involutivos en los órganos genitales, lo que no significa que no sean aptos para responder al
placer. No hay pruebas de que el proceso de envejecimiento por sí mismo determine una
disminución del interés sexual. Parece que lo que se produce con el envejecimiento es, más
bien, un cambio en la forma de experimentar y disfrutar de las prácticas eróticas. A pesar de
que fisiológicamente no está justificada la pérdida de interés sexual en la vejez, existen
factores asociados al envejecimiento (factores fisiológicos; determinadas enfermedades y
factores psicológicos; estereotipos, falsas creencias, miedos, falta de información) que pueden
obstaculizar el adecuado disfrute de la sexualidad en esta etapa de la vida. Es importante tener
en cuenta que el cambio en la vida adulta no es universal (hay muchas diferencias entre
personas), no es unidimensional (cada capacidad o función evoluciona de diferente manera), no
es unidireccional (hay capacidades que involucionan, pero otras se mantienen e incluso mejoran)
y no es necesariamente irreversible (hay aspectos y dimensiones que se pueden mejorar). Estas
consideraciones son perfectamente aplicables a la experiencia sexual en la vejez.
La realidad es que existen factores que pueden enriquecer la erótica de los ancianos, puesto que
liberados de las preocupaciones y los esfuerzos de la profesión, del cuidado de los hijos, sin
miedo al embarazo, con tiempo para uno mismo… se podría adoptar un modelo de vida mucho
más cómodo y placentero y todo ello contribuiría a que las relaciones eróticas se viesen
favorecidas.
Uno de los aspectos fundamentales sería el normalizar el tema de la sexualidad eliminando
obstáculos que impiden o dificultan a las personas mayores el hablar sobre el tema,
favoreciendo la comunicación e intercambio de opiniones sobre el mismo y la expresión por
parte de las personas mayores de la problemática que pueden vivir en este ámbito de su vida.
Proporcionar información a las personas mayores sobre los cambios normales que ocurren con el
envejecimiento y que pueden generar cambios en la forma de experimentar la sexualidad;
asimismo, darles información sobre los factores fisiológicos y psicológicos que pueden influir en
________________________________________
el inicio y mantenimiento de disfunciones o dificultades sexuales, así como de las vías existentes
para su posible superación.
Facilitar que las personas mayores se reconcilien con su figura corporal y acepten los cambios
que supone el proceso de envejecimiento, cambiando los estándares de belleza de la juventud
basados en criterios físicos y estéticos, por nuevos estándares más realistas y alcanzables,
basados en los valores de la comunicación, el afecto, la intimidad y la sensualidad.
Potenciar una visión de la sexualidad creativa, menos coital, que reconozca el valor como
potenciales fuente de placer de otros tipos de actividades.
Favorecer la creación de redes sociales adecuadas para las personas mayores, que les permitan
satisfacer sus necesidades de afecto e intimidad en los casos en que haya bajo apoyo social o
situaciones de soledad por viudedad, separaciones, etc.
Intervenir en aquéllas áreas o problemas como las ya tratadas u otras como las relaciones de
pareja, el estado de salud o el estrés y la depresión, que afectan de forma significativa a las
relaciones sexuales.
A MODO DE CONCLUSIÓ N:
A pesar de todos los deterioros físicos propios de la edad que pueden sufrir las personas
mayores, muchas enfrentan esta etapa con una actitud positiva y juvenil, tienen una vida activa
rica en experiencias muy satisfactoria. No parecen ni se sienten como senescentes, pues su
envejecimiento biológico es compensado con un estilo de vida que los hace mantenerse en
excelentes condiciones hasta muy avanzada edad.
Sin embargo, insertados como estamos en una sociedad que resalta lo joven, transitorio y veloz y
peor aún, que no se siente responsable de integrar, valorar, acoger y respetar al adulto mayor
perdemos con todo ellos lo que nos pueden brindar gracias a su experiencia, sabiduría, afecto,
paciencia… . De esta manera, el envejecimiento biológico es fomentado por la estructura social
con una actitud extremadamente sobreprotectora con los adultos mayores limitando así su
libertad y el desarrollo de una vida normal y productiva, predisponiendo así al adulto mayor a
ser pasivo y dependiente de los demás.
Es un error de nuestra sociedad el tratar de visualizar a los adultos mayores como minusválidos,
en circunstancias en las que la gran mayoría de estas personas gozan de buena salud que les
permite realizar las mismas actividades de siempre teniendo en cuenta las propias limitaciones
relativas a la edad.
En definitiva, el problema central radica en la falta de políticas oficiales que integran a nuestros
adultos mayores con el resto de la población y que les permitan desarrollar todas sus
capacidades sin limitar ni coartar su expresividad en los diferentes ámbitos de la vida. Es tarea
de todos que el cumpleaños 65 de nuestros abuelos o padres o el de nosotros mismos sea un
cumpleaños feliz y el inicio de una etapa llena de riquezas y enriquecimiento personal.
Carola Fernández Pastur
Sexóloga y Pedagoga.
Asociación Asturiana para la Educación Sexual
¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!
Respuestas