El hábito de morderse las uñas responde a la incapacidad de algunos niños de manejar situaciones de estrés, entre ellas entrar al preescolar, dejar el pañal, un divorcio o la muerte de un familiar. Debe canalizarse con prudencia para evitar complicaciones como infecciones o mayor nerviosismo
Morderse las uñas es un hábito bastante frecuente que suele aparecer alrededor de los tres años de edad. El término médico para el desagradable hábito es onicofagia y debe ser tratado rápida y asertivamente para evitar que se prolongue hasta la edad adulta, pues mientras más edad se tiene, peores son las consecuencias físicas y emocionales.
Cuando la onicofagia empieza en la infancia, ocurre porque el niño tiene mucha ansiedad, la cual no maneja bien. Ese nerviosismo lo canaliza mordiéndose las uñas, ya que es incapaz de manejar por sí mismo la situación que le causa el estrés. Es diferente si el problema se presenta en la etapa de la adolescencia o en adultos, ya que éste debe ser corregido por voluntad propia, tomando conciencia de los que está ocurriendo para controlar el hábito y manejar la situación que dispara el estrés.
En el caso de los niños pequeños, éstos no están en capacidad de realizar un análisis de la situación, sino que están manifestando que algo los altera, por ello los padres y cuidadores deben observar lo que les ocurre y canalizar la solución del problema.
Las manitas en la boca
Cuando el niño tiene uno o dos años se encuentra aún en su etapa oral, definida por Freud como el período desde que se nace hasta alrededor del año y medio, y donde el foco del placer está en la boca, por lo que el infante se dedica a chupar y morder todo lo que desea explorar.
La psicóloga Franca Trezza indica que “como eso le causa bienestar, o lo calma, el morderse las uñas le funciona tan bien como un chupón. Esto se exacerba cuando el niño es muy pasivo o cuando está en una actividad que no exija el uso de las manos, como ver televisión o recostarse sin hacer más nada, lo que puede ocurrir en el carro o en cualquier parte. Al estar aburridos se llevan las manos a la boca de manera inconciente. También lo suelen hacer cuando sienten hambre o si son demasiado tímidos, es una manera de calmarse”.
Así que la razón de por qué lo hacen la primera vez y se quedan con el hábito, puede ser inconciente, pero muchas veces ocurre por imitación, porque lo hace alguno de los progenitores, alguien cercano u otro niño en su entorno. “Cuando el niño lo hizo por curiosidad y le gusta, se le convierte en un hábito con el que alivia su inseguridad para afrontar algún miedo”, agrega.
Pequeñas preocupaciones
Al momento de detectar que se están mordiendo las uñas, bien sea al cortárselas por la forma irregular que presentan, o por indicación de la maestra, hay que tomar acciones rápidamente. Trezza aconseja darles un mordedor o rasca encías para que lo lleven a sus bocas en vez de morder sus manos, mientras se detecta el elemento que les está generando la ansiedad.
“El nacimiento de un hermano, el preescolar, dejar los pañales, la muerte de algún familiar cercano o el divorcio de los progenitores son algunas de las razones más frecuentes de estrés entre los pequeños, las cuales pueden llevarlos a morderse las uñitas, pero esto se da solamente en los niños que son más ansiosos, si observamos bien, son muy pocas las personas que se muerden las uñas, no es la mayoría”, explica.
Abordaje
Una de las preocupaciones más frecuentes en los padres es cómo abordar la situación, ya que es difícil que el niño exprese directamente lo que le está afectando. La psicóloga señala que “para atacar el problema hay que preguntarle abiertamente al niño lo que le pasa y si no lo sabe decir, pedirle que haga un dibujo para ver qué plasma. Si los trazos son muy fuertes, denota rabia o si se sale de los límites puede estar dando pistas de que hay descontrol en su entorno”, recomienda la especialista.
“Así se le puede preguntar si le molesta que su mamá esté muy pendiente de su hermanito, o si es por la maestra y el niño seguramente lo dirá”, asegura.
Recursos
Juguetes para morder, pelotas antiestrés y hasta pinturas de mal sabor son armas físicas a utilizar en la erradicación del terrible hábito, pero deben ir acompañadas de la solución al hecho que dispara el nerviosismo en el niño. Otro método menos aplicado es el de usar aparatos especiales en los dientes que limitan la mordida.
“Ciertamente la pinturita ayuda, pero no resuelve el problema. Hay que observar la conducta que está detrás de la mordedura de las uñas, descubrir qué está pasando. Las razones pueden ser muy diferentes, cada niño se estresa por distintas causas y algunos lo saben canalizar de una manera más saludable, mientras que otros no”.
Es muy importante manejar la situación con prudencia, para evitar que eso se convierta en una razón más para estresarse. “No deben regañar al niño, sino distraerlo y ocuparle las manos con actividades como la plastilina, el dibujo o recortar, siempre con música de fondo para que se relaje.
“Lo que funciona mucho es darle una pelotica suave antiestrés, así pueden canalizar su ansiedad sin agredirse y más adelante se les puede quitar. También hay una borrita elástica que se usaba para las máquinas de escribir o las ligas, todo eso ayuda a que se calmen y mantengan las manos ocupadas. Lo importante de esto es que es algo que después se les retira, se trata de una pauta conductual, pues las manos no se las vas a quitar”.
Daño físico
“Un niño ansioso es el que no maneja su nerviosismo de manera sana y necesita calmarse con su propio cuerpo. Detrás de eso hay mucha frustración y su rabia es volcada hacia sí mismo. Cuando se llega a un punto de autoagresión, la zona se puede infectar y sangrar, generando otras complicaciones”, dice Trezza.
Es importante tener a mano un kit para curar las pequeñas mordeduras y evitar las infecciones, mantener las uñas cortas y recalcarles la importancia de que luzcan prolijas.
A descargar
Los padres deben sincerarse y evaluar si están exigiendo demasiado del niño, el cual debe tener la oportunidad de jugar y distraerse, así como de mover su cuerpo para ejercitarse.
Para que el niño descargue toda esa energía que lo tiene tenso, se le puede dar la oportunidad de desahogarse golpeando peluches o cojines o derribando bloques apilados. También es aconsejable dejarlos salir a correr y gritar, sobre todo a los más pequeños, que no saben expresar con palabras sus sentimientos.
Practicar sesiones de relajación como yoga o ejercicios suaves aporta el doble beneficio de la distracción ante la tentación de morder y la liberación del nerviosismo o ansiedad que genera el mal hábito. “También es recomendable darle baños de agua tibia y masajitos en los pies, pero si el hábito es muy severo, se debe buscar ayuda psicológica”, concluye.
ADEMÁS:
Consecuencias
Las infecciones en la zona de la cutícula y piel suelen ser muy frecuentes en las personas con el hábito de morderse las uñas, debido a que se causan pequeñas heridas donde se depositan gérmenes con la saliva, además de los que se pueden adquirir al hacer contacto con objetos sucios.
Las infecciones pueden ocasionar, además, inflamaciones, enrojecimiento y pus.
Los dedos infectados pueden, a su vez, llevar bacterias al organismo, causando enfermedades gastrointestinales con fiebres altas y tratamientos minuciosos.
La apariencia de las manos se ve seriamente alterada, de manera negativa.
A largo plazo se puede dañar también el esmalte dental y hasta causar caries.
Serotonina y vitamina B
Una manera de ayudar a controlar la ansiedad es a través de una dieta rica en serotonina y vitamina B, con alimentos como cereales enriquecidos, carbohidratos de calidad y comida integral, entre ellos avena, frutas secas, vegetales y verduras, trigo, soya y girasol. El chocolate también es una fuente, quizá la más famosa de serotonina, pero debe controlarse, ya que contiene mucha azúcar y el consumo de Omega-3, o aceite de pescado, también ayuda a manejar el nerviosismo. También es recomendable vigilar el consumo de calcio y magnesio para recuperar la condición de las uñas debilitadas.
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