Cuando se piensa en la violencia femenina, lo primero que nos viene a la mente, son los golpes físicos. Tenemos tendencia a confundir actos de violencia llegando incluso a confundirlos como actos de amor cuando el esposo sutilmente limita a la esposa de ejercer sus derechos tales como: Trabajar, estudiar, o simplemente aislándola de todo contacto con amigos y familiares. De este modo viola su libertad, sometiendo a la mujer a sus “reglas” con el pretexto de “protegerla” del mundo exterior, y delimitando su mundo al cuidado de la casa y de sus hijos.
Este tipo de violencia psicológica lleva consigo amenazas, insultos, humillaciones y hasta desprecios hacia la esposa
percibidos como la violencia que deja heridas y cicatrices visibles, violencia que empieza desde empujones hasta golpes a puño cerrado, patadas o algún tipo de arma u objeto, este tipo de violencia que no se puede esconder y la que muchas veces nos hace tomar conciencia social y jurídica va unida a la violencia psicológica y termina algunas veces en el asesinato de la esposa, dejando en la orfandad a niños que llevan por siempre la visión de la madre siendo molida a golpes, y deja a un hombre en prisión que da toda clase de excusas y razones por lo que hizo.
Sabemos entonces que la violencia de género es un fenómeno que nos alcanza de diferentes formas, se piensa que la violación sexual no ocurre detrás de las puertas cerradas de un hogar, que se dan incluso embarazos forzados,
muchas veces no nos creen y esa es otra clase de violencia porque no escuchan nuestra voz.
Desconocer o pretender desconocer y hasta seguir unida a un maltratador, es también estar de acuerdo con la violencia. Y no denunciarla es aceptarla y hasta fomentarla.
Escuchemos la voz de la mujer que sufre de violencia sin criticarla, orientémosla y de ser posible, guiémosla a dar los pasos necesarios y enseñémosle a respetarse, enseñémosle a descubrir que si podemos ser dueñas no sólo de nuestro cuerpo, sino también de nuestra vida y voluntad.
Sólo así lograremos cambiar el mundo, nuestro pequeño mundo, libre de maltratos y consecuentemente lograremos formar también hijos respetuosos y compasivos para las generaciones futuras.
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