La respuesta es sólo una: el apego, el cual se da cuando uno se aferra a un objeto de deseo y éste puede ser una persona, una cosa, una situación, un pensamiento, una actividad, un lugar. Piensas que no puedes ser feliz si no tienes contigo a esa persona, a ese objeto o si no vives tal situación, si los demás hacen o no tal cosa y una infinidad de razones más.
El apego nos hace reaccionar con ansiedad y de forma compulsiva, lastimarnos a nosotros mismos y a otros. Nos impide amar libremente y permitir ser libre a quien amamos, nos imposibilita para tomar buenas decisiones y solucionar nuestros problemas.
Apegarse hace que nuestra mente se detenga en un solo pensamiento difícil de dominar, haciéndonos vivir atados. Esto ocasiona que nada pueda alegrarnos, que no vivamos la vida felices, que atraigamos cosas negativas a nuestra existencia.
Sólo tú puedes hacerte feliz
Sin embargo te tengo una noticia: toda esa infelicidad es falsa, porque tú eres feliz, aquí y ahora. Tus miedos, preocupaciones, conflictos, culpas, remordimientos y ataduras al pasado son sólo creencias sociales, culturales y personales, son maneras de percibir las cosas deformadas por la acumulación de datos erróneos.
Así como un diamante no es mas que una piedra a la que la mente humana le ha dado un valor inmenso, igualmente puedes darte cuenta de que todo tiene el valor que nosotros le damos, es decir, la forma en que nos relacionamos con el mundo está creada por la mente.
Por eso lo que nos hace felices no son las personas, ni los objetos, ni las situaciones, sino los pensamientos que en relación a ellos creamos en nuestra mente. Ser felices no depende de las cosas de la vida, sino de cómo las enfrentamos y qué concepto nos formamos sobre ellas.
El apego es esclavitud
Piensa en ese objeto de deseo que por ahora te tiene enganchada, atrapada, y visualiza cómo tantas personas viven en paz sin eso mismo, incluso tú misma en el pasado viviste tranquilamente sin eso que ahora sientes que lo necesitas para ser feliz.
Cuando nos aferrarnos fuertemente a algo o a alguien que no conseguimos, pensamos que somos infelices porque no lo tenemos, nos volvemos dependientes de él, y ese deseo insatisfecho nos causa sufrimiento.
Pero el objeto de deseo nos produce sólo una felicidad temporal. Cuando logramos conseguirlo, al principio ese objeto nos provoca placer y emoción; después comenzamos a sentir la preocupación de perderlo, lo cual nos crea aflicción y acaba con nuestra paz; y cuando no está, se aleja, desaparece o muere, sufrimos tristeza, desolación y esclavitud al dolor.
El desapego para los místicos orientales
Para el milenario yoga, donde encontramos la sensación de placer nos apegamos a ese objeto que lo causa. Por lo tanto el apego sólo trae consigo dolor y nos inmoviliza a los seres humanos, mientras que por el contrario, el desapego nos libera de esa esclavitud.
Para la filosofía budista, los seres humanos vivimos sin paz interior cuando deseamos vehementemente tener algo o a alguien y no comprendemos que para lograr esa paz necesitamos desapegarnos. El budismo afirma que el mundo está lleno de sufrimiento porque su causa es justamente el apego.
Para los monjes Ishayas, el dolor es como un pájaro que se posa sobre la rama de un árbol por un tiempo y luego vuelve a volar; mientras está ahí es válido sentirlo, pero llega el momento en el que inevitablemente se tiene que ir. Y desapegarse no significa que los eventos adversos no nos causen dolor, sino que todos tenemos la capacidad de ir pasando de un momento a otro en la vida, transitar del dolor a la alegría, vivir libres de preocupaciones y disfrutar siempre el presente sin llevar cargando angustias del pasado.
Cómo lograr el desapego
Aunque parezca una contradicción, para conseguir cualquier cosa que se desee, es necesario renunciar a nuestro apego por ese objeto. Esto se compara con tener agua entre las manos, si las mantienes abiertas el agua se queda entre ellas, pero si intentas atraparla se te escurre entre los dedos. De la misma forma, practicar en nuestra vida el desapego nos permite que todo fluya con naturalidad.
Al desapegarnos nos liberamos de lo que nos daña, soltamos las ataduras que nos mantienen esclavos del dolor de lo que no sabemos resolver. Desapegarse nos lleva a no tener miedo a perder eso a lo que estamos aferrados, a ser felices sin tener que poseer ese objeto o a esa persona, a disfrutar del equilibrio mental, emocional y físico, y a fluir placenteramente en la vida.
Practicar el desapego es darnos cuenta de que si obtenemos lo que deseamos es muy bueno, pero si no lo conseguimos no es el fin del mundo, nuestra vida está bien y podemos vivir felices, concentrándonos en todo lo que la vida tiene de bueno y sintiéndonos agradecidos por ello. Así multiplicamos lo positivo, porque permitimos que las cosas se den por sí solas en lugar de intentar controlarlas y forzarlas.
Lo que el desapego no es
Ser desapegados no significa renunciar a las cosas que disfrutamos, olvidar nuestros deseos, dejar de soñar con cumplirlos, no gozar nada o no estar con nadie. Es abandonar la angustia y los problemas causados por la ambición de conseguir nuestros objetivos, es no depender de ese resultado para ser felices.
El desapego no es romper nuestras relaciones, alejarse fríamente de las personas o ser indiferentes a los demás y a sus problemas. Tampoco es resignarse a todo como nos llegue en la vida, ni vivir despreocupados o distraídos, no es tomar una actitud infantil de inocencia, ni desentenderse de nuestras responsabilidades o abandonar nuestros deberes.
Desapegarse consiste en no imponer nuestras ideas de cómo deben ser las cosas, es permitirnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean la libertad de ser tal como somos. Practicar el desapego es relacionarnos con las cosas y las personas con desprendimiento, sin permitir que lo negativo o doloroso afecte nuestra armonía interna.
Ejercita tu desapego
Para comenzar a cultivar el desapego, primero trata de comprender cuáles son tus apegos, toma conciencia de ellos y abre tu mente, para que entonces lo que te tiene esclavizada vaya perdiendo poder en ti y logres liberarte del dolor.
• A lo largo del día ten momentos de silencio contigo misma y practica la serenidad, la reflexión y la prudencia.
• Reflexiona en cuáles son los objetos de deseo que a ti individualmente te provocan infelicidad, intranquilidad o angustia.
• Analiza de qué forma te afecta la obsesión por tenerlos, cómo experimentas ansiedad y preocupación al no conseguirlos.
• Observa la sensación de vacío y/o frustración que sufres si es que se han terminado el gozo y la alegría que experimentaste al tenerlos.
• Anota en un papel los objetos de deseo que te tienen apegada y revísalos para detenerte en cada uno y decirle: “En realidad no estoy atada a ti, sólo me engaño pensando que sin ti no puedo ser feliz, pero hoy me te suelto para siempre y soy libre”. Intenta repetirlo cada día al despertar y antes de dormir para programar tu mente de forma positiva.
Para poder desprendernos de los objetos de deseo y soltar las ataduras, la clave está en cambiar nuestra programación mental, dirigiendo los pensamientos de tal forma que nos guíen hacia la felicidad.
Tú eliges: ¿tus apegos o tu felicidad?
El desapego te hará encontrar más fácilmente soluciones a los problemas, a la confusión y al caos. Te hará mantenerte abierta a una infinidad de posibilidades y te llevará a encontrar la seguridad. Pero sólo de ti depende liberarte de lo que no te permite moverte ni crecer.
El desapego te recompensará con una paz interior profunda, una felicidad plena, una vida sin culpas, llena de motivaciones y entusiasmo. Y al disfrutar las cosas y a las personas en tu vida, gozarás de una gran la capacidad de amar y ser amada.
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