Hola amigas..
Ya se hace costumbre en mí hablar de temas muy cotidianos, hoy hablaremos de lo que nos enseña la vida al pasar el tiempo, que muchas veces no comprendemos pero así es la vida..
Esta es la historia de hoy…
Creo haber sido una buena hija, una buena esposa, y mejor madre, pero por esas cosas extrañas de la vida como hija nunca he sido la preferida.
Tampoco se me valora como esposa, y menos aún como madre…
Esto pasa a todo nivel cuando se es buena hija, lo das todo, te desvives para que a tus padres nunca les falte nada, aun a costa de que no te quedes con nada, sólo con deudas… pero decimos: “¡Qué importa, son mis padres y les daré lo que esté a mi alcance!”.
Luego viene otro hijo, un hermano el cual nunca jamás se acuerda de sus padres, vive su vida muy bien, jamás da un regalito a los viejos pero siempre vive su vida de lo mejor, y aquí viene lo peor de la situación…
¡¡¡Nuestros padres lo adoran!!!
No da un céntimo para la casa, jamás pregunta por sus padres, y ellos a poco más lo tienen en un altar. Nos preguntamos ¿qué pasa?? Nuestro sacrificio no es nada porque aunque lo demos todo hay hijos preferidos que con su sola presencia llenan la vida de nuestros viejos…
Y me pregunto, ¿por qué esos padres son injustos? ¿Acaso no se dan cuenta de lo que la hija les da?
Valoran mucho más a quien sólo pasa un minuto por la casa y da un solo beso y luego no se le ve hasta un mes después…
Piénselo padres…
Ahora lo siguiente, somos tan buenas madres con nuestros hijos, estemos casadas o separadas, siempre damos todo nuestro tiempo a quien pensamos que algún día cuando seamos viejos nos dará una mano. Pero pasa el tiempo y tristemente nos damos cuenta que ellos, nuestros hijos, después de darles todo, estudios, una buena vida, y todo nuestro sudor que quedó en cualquier trabajo no fue nada porque un día cualquiera cuando ya están grandes y casi a punto de salir de la universidad ¡aparece el padre!
Sí, ese padre o madre ausente, y les da unas monedas, unos cariños, unas lágrimas… y nuestro querido hijo a quien dedicamos toda nuestra vida nos empieza a cuestionar…
Es que me da mucho dolor, amigas, ver a madres que lo han dado todo, ya sus hijos apenas si le escriben porque apareció el padre con los bolsillos más llenos y se van de nuestro lado. No físicamente pero sí de nuestros corazones. Ya casi no hablamos, ya casi no los vemos, eso es muy triste porque más encima todo lo que se hizo pensamos que es nuestro deber, y aunque nos duela el alma nos callamos y seguimos por la vida tal como empezamos, solas con nuestro destino…
La conclusión que saco de todo esto es lo que muchas veces escuchamos que si somos malas mujeres nos tocarán los mejores maridos, si somos malos hijos nos tocarán los mejores padres…
¿Y qué pasa con los que actuamos bien en toda la vida?
Nada queridas amigas, debemos saber que en todas partes del mundo pasa esta situación.
¿Y qué debemos hacer?
Seguir siendo buenas personas porque en algún lugar del mundo algún día alguien nos amará tal como somos, sabrá valorarnos. Y sobre los hijos, hay algo que yo digo siempre: a los esposos buenos se les lleva en el corazón, y a los hijos sólo en los pensamientos.
Porque son hijos de la vida y van como las olas, nunca sabremos donde llegarán.
Mi consejo:
Es malo dar demasiado, hay que saber amar porque cuando se ama sin pensar y mucho, la caída duele más…
Aprendamos a convivir con estas situaciones pero no dejemos que afecte nuestras vidas…
Las quiero mucho
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