Estas son las últimas palabras que guardé para ti…
No sé porqué hago esto, no sé lo que pretendo lograr con ello, esto que escribo es algo así como una reacción desesperada provocada por un instinto de supervivencia. Y es lo único claro que tengo que me sigue afectando el hecho de haber estado demasiado tiempo lejos de ti, sin saber lo que haces, sueñas, sientes o dices.
Algunas veces siento que aún estás dolido, e intento que un poco de tristeza se diluya con lo que escribo, como hago ahora.
No sé porqué te escribo, después de todo no es tu culpa, soy sólo yo… que no me acostumbro a tu ausencia.
A veces te siento cercano, tanto que tocarte casi podría; siempre es así en mis sueños, sin distancias, pasado, o línea de tiempo que separe o limite nuestras vidas.
Pero siento dolor cuando me despierto, pues en ese momento me doy cuenta de cuan lejos estás de mi realidad. Es entonces cuando me nacen canciones, pues los recuerdos y las historias que llenan mi cabeza, y con gran trabajo los transcribo en papel. No busques significados tras todas estas palabras porque no los hay.
Escribo por obligación, casi como como terapia para librarme de las ansias de verte, abrazarte y acariciarnos como hace mucho tiempo lo hicimos. Antes te veía en todo aquello que me rodeaba, hoy miro a través de mi ventana y sólo veo el reflejo de mi propio rostro pegado al otro lado del cristal.
Demasiadas horas sin dormir, demasiado tiempo ausente, lejos de mi propio cuerpo viviendo en otros tiempos, en otros espacios, en donde tú estás presente,
donde puedo tocarte y estar junto a ti, donde eres lo que necesito, donde podemos correr el uno tras el otro, sin temor, con todo un futuro por delante, anhelando llegar a la vejez sin las preocupaciones de la juventud. Pero siempre sabiendo que somos el uno para el otro.
Te busco entre los rayos del sol y tú me sonríes entre los reflejos de tus ojos. Nos reímos y nos abrazamos buscando nuestras bocas y labios para juntarlos, para pegarlos y no separarlos, conteniendo el aliento, reteniendo el momento, guardándolo para siempre, como un pequeño álbum de fotografías, construido de momentos, de mágicos momentos, de instantes que vienen a mí cada día y cada noche.
¡Lo que daría por que fueras sólo para mí! Quiero retenerte, quiero que vivas para siempre aquí, entre tu mundo y mi mundo, donde yo pueda encontrarte, donde nuestras vidas se crucen y se fundan en una sola.Y te aprieto más contra mí y respiro de tu piel, de tu cabello…
Mi cuerpo se convierte en una enorme esponja de sensaciones reteniendo cada contacto, cada roce ocasional en mi memoria para rescatarlos cuando sea necesario, cuando los tiempos difíciles llegan a mi puerta y poder revivir cada uno de esos momentos.
A partir de esos fragmentos que para mí en ocasiones se convierten en la única fuerza que me mantiene, pero cada amanecer es lo mismo: Te grito con todas mis fuerzas “no te vayas, no te separes de mí, por favor, quédate y prometo hacerte feliz como nadie más lo ha hecho”, pero mis manos ya no te tocan y te desvaneces entre los recovecos de mi cabeza. ¿Dónde estás? ¿A dónde te has ido? ¿Aún puedes oírme? y otra vez me despierto sobre mi cama con la almohada húmeda y una lágrima rodando por mi rostro.
Ya ni siquiera sé lo que soy por la sencilla razón de que no sé lo que ahora soy para ti. Si soy caricias o golpes, días tristes o alegres, melancolía o esperanza, fe o desesperación, maravillosa fantasía o burda realidad… Son miles de sensaciones que de golpe se estrellan en el corazón, en mi corazón, sin poderse distinguir donde empiezan las unas y terminan las otras.
Duele tanto recordar y llegar siempre a la misma cruel conclusión:
Pensar que todo eso y aún más pudimos ser estando juntos, después de todo lo que fuiste para mí, después de ser el único pensamiento en mi cabeza, el único sentimiento en mi corazón y la única verdad en mi vida. Ahora ya no eres una realidad, eres un dolor en mi pecho.
Ya ni siquiera sé lo que soy por la sencilla razón de que no sé lo que ahora soy para ti. Es que estoy tan confundida… ¿Acaso podrías tú decirme cómo es que aún cuando no estás conmigo mis dedos todavía sienten tu rostro? Mis ojos aún ven los tuyos, y mis oídos aún escuchan tu voz. Yo pensé en dejar todo esto oculto y esperar a que la amargura en mi garganta pasara con “mejores” días que supuestamente habrían de llegar, pero no sé porqué no llegan mejores días. Quizás también podría olvidar todo esto en algún recóndito cajón de mi escritorio, pero no pudo ser así. Por ahora sólo quiero que lo veas, que lo leas y lo sientas dentro de ti, porque por mucho que lo niegue o por mucho que intente luchar en contra de mi pasado y mis sentimientos acutales, todo eso es parte de mí y seguirá allí.
Mientras tu no estés aquí.es bueno escribir aquello que guardamos en nuestro baul de los recuerdos ....que sean muy felices ...con cariño.....
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