MIEDO A LA PALABRA

Cuando el médico dice: “es cáncer”, lloramos de tal forma que vemos que el cielo se une con la tierra, nuestras lágrimas no tienen fin (parecemos las cataratas del Niágara), no vemos una salida por ninguna parte aunque otros se empeñen en decir que sí, la sonrisa se borra, el pensamiento se nubla, es una rabia intensa contra la vida misma… es un duelo eterno que llevamos por dentro, un dolor que desgarra la piel, parecemos almas en pena… ya nada es igual… Sin embargo, la ciencia ha avanzado bastante en este campo. Y aunque nuestros seres queridos partan a la otra vida y nosotros vivamos en carne propia la enfermedad del cáncer, no importa, pues con ello aprendemos muchas lecciones de vida y experiencias que nos ayudarán a sobrevivir y poder ayudar a otros en la misma situación. Todas las cosas obran para bien, aunque de pronto no lo veamos así… Cuando estamos en la línea divisoria de la vida, esto es, entre la vida y la muerte, la vida se ve muy diferente a lo que la veíamos hasta ese momento; cambia el pensamiento, para bien o para mal… solo a partir de ahí cuenta la actitud con la que queremos enfrentarnos a la vida para seguir luchando hasta el final de nuestros días… Más allá de la enfermedad del cáncer que conocemos, existe otro tipo de cáncer… mucho más agresivo que la enfermedad

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