Muchísimas veces nos encontramos pensando cosas como que “mi vida no tiene sentido” y “tengo problemas demasiado grandes”. Tendemos a pensar que nuestros problemas son únicos, que nadie sufre como nosotras, que nunca encontraremos una solución, o que nunca podremos llegar a ser felices.
Sentimos que cielo y tierra chocan porque no logramos lo que queremos, ni en el momento que lo queremos. Muchas veces es por cosas materiales, y nos decimos “qué mala suerte tengo”.
Tenemos poca tolerancia para las situaciones difíciles que sólo requieren de nosotras un poco de esfuerzo y reflexión para pensar cuan suaves o fáciles son de solucionar aquellos problemas que llamamos “problemas sin solución”.
Todo lo que remos “ya mismo”, y aún así, aunque lo queramos de inmediato, no somos capaces de trabajar en ello, para lograrlo, para buscar soluciones, y esperamos a que las cosas se nos arreglen por arte de magia, muchas veces incluso reclamándole a Dios por “haberse olvidado” de nosotras, o por “no escucharnos”.
Nos agobiamos por cosas que tienen solución, por cosas triviales, gastamos energía en lamentarnos cuando no logramos el amor de quien amamos, o porque nuestro hijo está “rebelde” y perdemos el control por cosas que si bien es cierto pueden alterar nuestro estilo de vida no deberíamos olvidar que todo tiene solución por difícil que sea. No olvidemos que no hay entrada sin salida, ni principio sin final, porque mientras nosotras nos lamentamos por no poder conseguir que “el ingrato no se vaya” o “porque mi pelo no luce como yo quiero” o porque no puedo cambiar mi auto o los muebles de mi casa, estoy muy gorda o muy delgada y hasta de que triste luce el día, cuando hay tantos que nunca han contemplado el sol por la ceguera, sin embargo le da gracias a Dios por la tibieza que siente con sus rayos.
En otras moradas muchas veces muy cerca de nosotras, hay madres y familiares que le dan gracias a Dios, porque por fin pudieron comprar la silla de ruedas para el hijo invalido,
o simplemente pudieron comprar la medicina para aliviar el dolor físico del hijo que se debate de dolor, pero que nunca tendrá cura la madre le da gracias a Dios por un día mas con ese hijo que se le escapa irremediablemente de su amor, porque ni todo su amor ni toda la paciencia le puede devolver la salud a su amado pedazo de cielo.
Aun así pide con todo fervor, porque mañana le sea permitido ganar el sustento para sus otros cachorros.
¿Cuántas veces nos enfrentamos con problemas que nos roban las horas de sueño? Sentimos pena de nosotras mismas porque la casa no luce bien, o por lo menos no como queremos. Se nos olvida que muchos tendrán como único techo el cielo y por paredes un mundo inclemente e inhóspito que no los cubrirá del frió, aun así, le dan gracias a Dios por cada día de vida.
Y mientras nos retiramos al descanso y le rogamos Dios que mañana sea mejor que hoy, en otra parte de la ciudad le ruegan a ese mismo Dios por otro día, un solo día más con su ser amado que se le escapa la vida sin poder hacer nada.
¿Crees entonces que tus problemas son únicos y sin solución?
¿Que ninguno sufre como tú?
¿mes das tu opinión?
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