Desde una edad muy temprana es posible observar el instinto materno en nuestras hijas.
Las niñas juegan a ser madres con sus muñecas, las alimentan, les visten, y les dan cuidados y ternura. Y es que, entre juegos y educación, las niñas crecen en ternura, amor y dedicación, algo que parecen heredar de la madre y que más adelante les servirá para el cuidado de su hogar, esposo e hijos.
¿Pero qué nos puede preparar para ser madres solteras?
El tiempo pasa violentamente y los sueños de niña con castillos encantados se convierten ahora en anhelos, soñamos con un hogar, un hogar con un esposo, con hijos “mitad tú, mitad yo” soñamos con un par de brazos amorosos,
para que nos sostengan en las noches de soledad y ver juntos crecer a nuestros futuros hijos.
Muchas veces ese anhelo se cumple, se llega al altar, al encuentro de la vida, se llega vestida de color cielo, ese cielo a donde hemos lanzados las esperanzas y la petición de una unión sea para siempre.
Esperar un hijo, para muchas es la culminación de los sueños, del amor consumado, ¿pero qué pasa cuando ese sueño se convierte en pesadilla? Muchas veces esa mujer que anheló el hogar perfecto para sus hijos, despierta a una grotesca realidad en el que el hombre que escogió para su compañero de vida no es lo que a un principio representó: es irresponsable, mujeriego, no le pone atención a hijos, esposa o casa, es un acomodado que espera que la mujer resuelva todos los problemas , que mantenga el hogar y hasta a él mismo.
Muchas veces a la mujer no le queda más opción que separarse y se encuentra así de pronto, con el titulo de “madre soltera” y aprende por amor a sus hijos a ejecutar actos heroicos para sacarlos adelante. En la sociedad actual es muy común encontrar mujeres a cargo de la manutención y educación de sus hijos, enfrentan diferente tipo de problemas,
desde la discriminación, hasta estar expuestas a que los hombres (no todos) piensen que por ser madres solteras están a la disposición de una aventura, “porque ya no tienen nada que perder”.
Muchas veces es necesario vencer prejuicios de gente que juzga y critica a la madre soltera, sin siquiera saber el porqué.
¿Pero qué pasa con la mujer engañada?
¿Qué pasa con la mujer que creyó en las promesas de un hombre y se entregó por amor? ¿Qué pasa cuando ese hombre huye cobardemente dejando a la mujer sola, enfrentando a la familia y a una sociedad por su cuenta?
Peor aún, la mujer se queda sola con un hijo y la que hasta hace poco fue una niña llena de sueños y anhelos se encuentra ahora luchando sola por su hijo, trabaja y estudia porque quiere darle lo mejor, lucha el doble porque que quien debió cumplir con la misma responsabilidad, se esfumo.
En circunstancias así, ella se ve obligada a olvidarse de sí misma y dedicar todo su tiempo para que a su hijo no le falte nada. Pero viste de ternura y valentía y aprende a espantar los monstruos que se esconden debajo de la cama del desamor y el olvido del padre de ese niño.
Cualquiera que sean las circunstancias, la madre soltera merece respeto, admiración y apoyo por su valentía, porque prefieren enfrentar a la “sociedad” y no se esconden detrás de una puerta para interrumpir la vida de ese hijo al que aman y defienden. La mujer soltera lucha con la fuerza de una fiera, y se viste de ternura ante la mirada inocente de su hijo.
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