Se considera a alguien solo cuando no establece contacto social con otras personas o bien cuando este contacto no le es satisfactorio. La soledad se caracteriza básicamente por: Ser el resultado de relaciones sociales que no le son satisfactorias a una persona. Constituye una experiencia básicamente subjetiva, ya que hay personas que pueden sentirse solos aún estando en compañía y personas que estando solos no sienten la soledad. Puede generar angustia, depresión y bajo sentido de la felicidad y el placer.
La soledad, salvo excepciones, es una experiencia indeseada, deprimente y generadora de ansiedad, angustia y desesperación. Es distinta del aislamiento social, y refleja una percepción del individuo respecto a su sistema de relaciones sociales, bien porque este sistema es escaso o porque la relación es insatisfactoria o demasiado superficial.
• Se distinguen dos tipos de soledad Emocional, o ausencia de una relación intensa con otra persona que nos produzca Social, que supone la no pertenencia a un grupo que ayude al individuo a compartir intereses y preocupaciones satisfacción y seguridad.
La soledad está relacionada con la capacidad de las personas para manifestar sus sentimientos y opiniones. Cuando nuestra habilidad para relacionarnos es mala, aumenta la probabilidad de que nos quedemos solos ya que las relaciones que mantenemos son menos entusiastas y empáticas. La soledad esta muy relacionada con la pérdida de relaciones con ese conjunto de personas que son significativas en la vida de la persona y que son con las que se interactúa de forma regular. La definición más común de soledad es la de carencia de compañía y que se tiende a vincularla con estados de tristeza, desamor y negatividad, obviando los beneficios que una soledad ocasional y deseada puede reportar. La soledad puede ser producto de diversas circunstancias: Pérdida y/o ausencia de un ser querido Cuando surge la separación en la pareja, el fallecimiento de un ser querido, un viaje prolongado, alguien a quien hemos amado o que ocupaba un espacio vital en nuestra vida desaparece, nos invade una particular sensación de soledad, un vacío que nos sume en la tristeza y la desesperanza, lo cual también se siente cuando pasamos por la infidelidad de nuestra pareja. Nos vemos perdidos y sin los puntos de referencia en los que antes nos apoyábamos para afrontar la vida. Como personas todos necesitamos de los demás para crearnos a nosotros mismos, para sentirnos importantes, para sentirnos queridos y útiles para los nuestros. Y no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar y revalidar nuestra autoestima, ya que ésta se genera a partir de la interrelación con las personas que nos rodean.
La pérdida y/o separación es irreemplazable pero no irreparable. Ese hueco quedará ahí pero si nos permitimos sentir cada una de las fases del duelo que va desde la tristeza hasta la aceptación y nos proponemos superarlo a base de confianza en nosotros mismos, podremos reunir fuerzas para establecer nuevas relaciones que cubran ese falta que la ausencia del ser querido ha causado. Necesitamos intentar que el vacío de esa persona no se convierta en una carencia general de relaciones; esta soledad es dolorosa, pero puede convertirse en positiva si la interpretamos como oportunidad para aprender a vivir el dolor sin quedarnos bloqueados. Quien sabe salir del dolor está preparado para disfrutar la plenitud de su vida.
Una soledad muy común en este mundo nuestro es la de quien apenas habla con su familia, sus compañeros de trabajo y sus vecinos, nos sentimos incapaces de contactar con un mínimo de confianza con quienes nos rodean, tememos miedo que nos dañen o nos rechacen, y vivimos el vacío que nosotros mismos creamos y que justificamos con planteamientos como "no me entienden", "la gente sólo quiere hacerme daño", "sólo me buscan cuando necesitan algo", "cada vez que confío en alguien, abusan de mi"; sin embargo nos sentimos solos y puede incluso provocar un cuadro de depresión y/o neurosis. Cuando la soledad no es deseada y/o buscada puede convertirse en angustia, si bien algunos se acostumbran a vivir solos, generalmente se revisten de una apariencia de fortaleza, autosuficiencia, agresividad o timidez. Y todo, para esconder la inseguridad y el miedo a que no se nos quiera o no se nos respete
Hay también otras soledades indeseadas, como esas a las que se ven inmersas las personas mayores, amas de casa, o quienes muestran una orientación sexual no convencional, o quienes sufren ciertas enfermedades, incapacidades físicas o psicológicas o imperfecciones estéticas Necesitamos reconocer que somos sociales por naturaleza y necesitamos establecer una red de amistades con las que podamos compartir nuestros gustos, aficiones, preocupaciones, etc. Los hábitos sociales de nuestra cultura frenan este empeño de hacer y mantener amistades, pero vale la pena empeñar lo mejor de nosotros en el intento.
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