La noche de las luciérnagas por Vivi Cervera

Publicado por Vivi Cervera en Julio 24, 2009

Aquí estoy nuevamente publicando para ti un tema que ha sido más fácil de escribir de lo que pensé, porque son muchas las mujeres que lo han inspirado, son muchas las almas que lo han solicitado y ha sido muy poderosa la fuerza que me impulsó a publicarlo en este momento. Como siempre, eres tú quien me hace más fácil la comunicación, eres tú quien me guía para que escriba sobre lo que necesitas leer. Las luciérnagas son esos seres de la noche que emiten una luz fosforescente que por muy pequeña que parezca no puedes desestimar. Ellas son la señal de que en cada noche oscura siempre puede observarse a lo lejos una luz. Desde que publiqué un artículo llamado “Libre albedrío” he tenido contacto con mujeres que se han castigado por mucho tiempo con el recuerdo de aquel hijo o aquellos hijos que tuvieron que dejar partir voluntariamente y con ellos me refiero a aquellas almas que fueron abortadas. Sé que este es el espacio perfecto para que tú, mujer, tengas un momento de intimidad, para que puedas percibirte como lo que eres: un canal que transporta luz divina con la inteligencia necesaria para comprender tu misión con tus hijos espirituales, que son aquellos que no trajiste a este planeta, que no nacieron o que aún están por nacer. Mi única preparación antes de escribir fue ponerme en tu lugar, “introducirme” en ti y estar ahí. Te recuerdo que este blog es tu espacio multidimensional para sanar y que por eso mismo, los artículos que aquí lees son tu conexión con esa parte tuya que no puedes ver, son tu enlace con tu “Yo” espiritual, con tu “Yo” del ayer, del hoy y del mañana. Son textos que tú has creado para ir más allá de lo establecido y de lo que se considera perfecto. Este escrito va dirigido hacia ti, por ser madre, por ser una mujer maravillosa, poseedora de la facultad de entregarte de manera incondicional a tus hijos y por sacrificarte sintiendo un dolor eterno, sólo para que ellos puedan ser lo que anhelan. Por eso escribo para ti, porque sé que este es tu caso especial; es probable que en algún momento de tu vida en el cual te sentías tan presionada por las circunstancias a tu alrededor, atrapada por algunas decisiones ya tomadas, tal vez sola, sin dinero, posiblemente con otros hijos por alimentar, sin un norte, vulnerable e irresistiblemente guiada hacia un lugar y hacia un instante en el cual, aquel ser que se desarrollaba en tu vientre iniciaría su viaje de regreso. Esta necesidad y urgencia que sentiste provenían de la vocecita de tu hijo espiritual con quien siempre tuviste, tienes y tendrás una conexión especial. El sonido de esta voz sólo te recordaba por medio de tu dolor, que tenían un “contrato emocional” (tema que trato en otro de mis artículos) que había que cumplir y en él había un punto importante: que ambas partes aprenderían una lección necesaria en la rueda de la vida. Tu hijo espiritual aprendería a cuidar mejor de su niño interior y aprendería sobre el abandono, mientras que tú aprenderías lo que significa perdonarte, entre muchas otras cosas. Una parte de las enseñanzas que recibimos nos es dada por la sociedad que colectivamente hemos creado y que por medio de sus reglas nos limita, señala, excluye, juzga, lastima, prohíbe, con el único fin de que comprendamos la calidad de perfección que lleva en su núcleo todo aquello que consideramos un error. Así es como la vida y su juego “peligroso” te lleva a sostener relaciones con personas que consideras equivocadas y con las cuales también has realizado contratos emocionales; te guía hacia espacios y situaciones que consideras perjudiciales, pero que también son parte de una lección escogida y después olvidada para poder aprender aún más del dolor. Las creencias sociales así como nuestras instituciones y religiones excluyentes nos impulsan a considerarnos malas, inconscientes y erradas, cuando lo único que hacemos es aceptar nuestra condición humana por medio de pactos realizados en otros espacios, con seres que caminan a nuestro lado todos los días. Así que este es el momento de alejarte de esas creencias que son más tuyas que de la sociedad, que son más internas que externas y que son tu paso hacia tu liberación. Si no fuera por la discriminación que la religión hace respecto del ser humano, no podríamos transitar este sendero en el cual aprendes a transformar tu culpa en inocencia, tu rechazo en aceptación o tu tristeza en comprensión. Cuando sientas esa tranquilidad en ti, entonces podrás observar los cambios a tu alrededor y ya no sentirás ni verás dedos señaladores, ni escucharás juicios, ni te sentirás una mala mujer, tampoco te sentirás una madre sin alma. En cuanto puedas perdonarte por haberte lastimado tanto tiempo, sabrás que no había nadie ahí afuera cuestionándote, te darás cuenta de que sólo eras tú y que escritos como este han llegado a tu vida y a la Tierra para iluminar los caminos oscuros, áridos, estériles, desiertos, de madres, que como tú, se ofrecieron para que otra alma pudiera completar su viaje hasta donde lo había decidido. ¿Recuerdas el significado de libre albedrío? Lo he escrito antes. Es un regalo que te permite decidir, sin que importe tu edad o el espacio donde te encuentres; así que un alma cuando es concebida, posee el don de elegir y por eso mismo decide cuánto tiempo quiere permanecer en el vientre de una mujer, sin llegar a la Tierra, dado que esto es lo que necesita para su propia evolución. Y la primera etapa en este proceso se lleva a cabo cuando tú le permites marcharse; la segunda y última etapa se da, cuando comprendes el gran amor que tuviste que sentir por ese ser, para permitirle dejar tu cuerpo mientras llenabas ese espacio con una culpa infinita que pudo ocasionarte enfermedad y tal vez muerte. De modo que ese hijo o hija sólo espera que sientas amor por ti para así llegar a la plenitud, que es su derecho y el tuyo. Por eso estás aquí aprendiendo o quizás recordando. Tu misión como madre es escuchar a tus hijos y cuando logras hacerlo por medio de procesos como un aborto, aunque esto ponga en riesgo tu vida, es cuando me pregunto: ¿Si esto no es amor de madre, entonces qué es? Silencia las voces internas disfrazadas de moral, que te hacen sentir vacía o perversa. Alguna vez necesitaste escucharlas pero ese tiempo terminó. Existe en nuestro recuerdo, ese tipo de moral que va exterminando lentamente nuestra parte espiritual, ese tipo de moral que a veces nos deja sin espacios para perdonarnos y en esos momentos es mejor carecer de esa clase de moral para obtener respeto y dignidad. Por otra parte, creo que estás en tu derecho de pensar que hay madres a las cuales no les importa abortar, pero entonces también tendrías que preguntarte ¿Qué tan errada estoy como para pensar que a ellas no les importa? ¿Qué tan ciega estoy para comprender lo incomprensible? ¿Qué tanto estoy involucrada en la decisión de una madre de abortar a su hijo aunque ni siquiera la conozco? ¿Qué tan responsable soy del dolor humano? ¿Tengo derecho de cuestionar a alguien cuya vida no he vivido? ¿Qué tanta vida expulso de mi ser cada día, con mi manera de pensar? “Los tiempos de nuestra mente han cambiado. Lo que antes era herejía, hoy es alquimia. Lo que ayer fue blasfemia hoy es libertad de expresión. Vivi Cervera” El hecho de que estés aquí, ahora, leyéndome, es la petición de tu hijo espiritual para que te pongas en paz con todo lo ocurrido, para que en esa forma conectes con su esencia y él/ella pueda sentirse realizada(o). Tienes varias maneras de conectar con ese ser y reconocerla(o); puedes cerrar tus ojos para percibirla(o), hablarle o amarle en el lugar que prefieras, en el ambiente y tiempo que elijas; somos intemporales ¿recuerdas?, el tiempo sólo está en nuestro recuerdo, así que puedes ir allí y ponerte en paz cuando lo consideres necesario. Ten en cuenta que puede ser que te encuentres llorando a tu hijo espiritual mientras lo tienes a tu lado; muchas almas vuelven a nacer perfectamente en el mismo vientre que habían elegido para marcharse, así que si tuviste hijos después de abortar, es muy probable que haya regresado ese ser que consideraste no nacido y que puedas verlo todos los días. Se tiene conocimiento de todo esto desde hace muchos años, ya que algunos poetas y escritores de siglos pasados poseían una extraordinaria inspiración que creaba versos como el de Víctor Hugo el poeta francés nacido en el siglo XVIII, quien ilustra a la perfección lo que acabas de leer: Y su dolor no remitía. Finalmente dio a luz a otro niño, y fue grande la alegría del padre, que exclamaba: «¡Un varón!» Aquel día sólo él sintió ese júbilo. La madre, postrada y abatida, estaba pálida y exánime… Lanzó de repente un grito de angustia, pensando en el ausente, no en el recién nacido… «¡ Yace mi niño en la tumba y no estoy a su lado!» Oye de nuevo la amada voz del difunto en boca del bebé que ahora tiene en sus brazos: «Soy yo, ¡pero no lo digas!», susurra mirándola a los ojos. Víctor Hugo Tomado del libro “Lazos de amor” de Brian Weiss. Mi intención jamás ha sido el aprobar o desaprobar el aborto, no soy quien para hacer esto. No estoy aquí para eso. Yo sólo sé, que si hubiera sido educada como tú, si hubiera vivido en el mismo entorno que tú, si hubiese estado en tu situación, ten por seguro de que habría procedido tal como tú lo hiciste. Así que lo único que pido a las mujeres es que siempre y bajo cualquier circunstancia escuchen a su corazón, que si se encuentran en una situación donde pueden decidir por la vida de su hijo, lo hagan con conciencia y con la certeza de que no son, ni han sido, ni serán malas por facilitar el viaje de un hijo espiritual o por permitirle quedarse aquí ya que esta decisión no es sólo de ellas y además, cualquier mujer en sus circunstancias se comportaría exactamente igual. Comprendamos que cuando una mujer toma la decisión de abortar a su hijo, es porque siente un deseo incontenible de hacerlo, siente la necesidad de decirle adiós y esto también es un deseo irresistible del ser no nacido. En la actualidad, muchas personas rechazan el embarazo en mujeres que consideran muy jóvenes, por tomarlo como un hecho irresponsable, no obstante este juicio aparece cuando no hay el suficiente conocimiento respecto del libre albedrío así como de la necesidad de muchos seres angelicales por habitar el vientre de una mujer aunque sea por menos tiempo del establecido. Y ¿Qué pensar respecto de la relación entre el aborto y las prostitutas, parteras, médicos ilegales o clínicas de aborto? Es inteligente pensar que ellos son el enlace que creamos colectivamente para llevar a cabo la transición o el viaje de las almas que lo necesitan. Estas personas son la elección de madres e hijos espirituales, también son una elección tuya y mía como un recurso más para llevar a cabo la transición entre una vida y otra. Así que todas estas personas están ahí para cumplir con una necesidad de cada ser humano que habita la Tierra. Recuerda siempre que lo bueno, lo perfecto, lo correcto y lo sano, son conceptos humanos que dependen de ti para poder ser. “Soy la mujer que piensa. Algún día mis ojos encenderán luciérnagas. Gioconda Belli.” Por último, estás en libertad de creer o no, de aceptar o no, lo escrito aquí. Es esa decisión la diferencia entre tu enfermedad y tu salud, tu guerra o tu paz. Aunque todavía ese dolor continúe ahí, aunque aún llores, puedo asegurarte que sólo tienes este instante para renacer y para volver a iluminar la oscuridad de tus noches. Gracias infinitas por ser mi inspiración y por leerme. Te amo. Te dejo con un fragmento de un libro llamado “El alma del niño no nacido” de Isabela M. Kirton. Abandonados: Ahora mismo veo a todos esos niños de los que nadie se ha hecho cargo. Están por allí y por aquí, flotando en el éter como globos multicolores unidos a sus piolines. Flotan en todas direcciones, revoloteando por encima de la superficie de la Tierra. Los veo. Siento su presencia. Esos niños están esperando que sus madres extiendan la mano y tomen el piolín, su piolín, esa hebra dorada que los anclaría en el mundo, en nuestro mundo, en su mundo… su reino angelical. Están esperando que sus madres los llamen: “Hijo, te recuerdo. Tú, ¿me recuerdas? Soy tu madre.” El hijo, ante ese llamado, responde: “Sí, Madre, te recuerdo. Estoy más grande, te recuerdo y aún te amo. Te veo. Tú no me ves pero yo te veo.” Nunca es demasiado tarde para tratar de alcanzar esa hebra dorada que te conectará con tu hijo espiritual. Nunca es demasiado tarde para tratar de llegar a él y decirle: “Hola”. Nunca es demasiado tarde para hacerse cargo de nuestros hijos que no nacieron. Los hijos que flotan en el éter esperando que tomemos su vida y la sujetemos a la nuestra. Extiende tu mano y toca la hebra dorada. ¿Puedes sentirla entre tus dedos? ¿Puedes imaginar a tu hijo espiritual, suspendido en el espacio, en la otra punta del cordel? Simplemente extiende tu mano y deja que tus dedos toquen la hebra dorada. Tu hijo espiritual hará el resto. Vivi Cervera. Copyright 2009. Derechos reservados de autor.

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