Fijar metas y éxitos con base en los logros ajenos, nos vuelve frustrados y amargados. Aquí volvemos a caer en la amargura, aunque ya nos hayamos liberado de ella. Usted se dará cuenta que desde el momento en que eligió ser diferente a los demás, está consciente de que tiene potencialidades y cualidades muy diferentes al resto de la gente; pero cuando empieza a compararse con ellas, hace que inconscientemente vuelva a caer en un círculo vicioso que le impide salir adelante.
Aquí no importa si su vecino tiene un mejor auto o mayores galardones académicos, o si gana un poco más y tiene mejores equipos de sonido, porque lo que en verdad importa es la actitud que tengamos ante la vida y la forma en que nos sintamos con ello. La felicidad es una parte de la superación personal, y ésta se logra a partir de que eliminamos las comparaciones.
Recordemos: no somos mejores que nadie, y nadie es mejor que nosotros. Ésta es una verdad que se vuelve recíproca.
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