Carta del perro vagabundo a la luz de sus sueños A Florencia Brenner e Hilda Brunner Querida amada: el maestro es parte de la historia de nuestras vidas. Sólo deseo que sea leído con un espíritu abierto, sin censuras ni persecuciones necias y espero que estos testimonios sean apreciados con un espíritu semejante al que los narro. A esta altura la vida es imposible lamentar lo vivido, lo hecho o dejado de realizar. Creo que él sino fue más generoso que una buena estrella y que el amor me trató con más ternura y afecto del que merezco. Creo que siempre intenté ser lo que se llama "un animal bueno"; siempre intenté controlar mis bajos instintos, ser un honesto timonel de las inclinaciones y en las decisiones; traté de ser indulgente y generoso con amigos y con el prójimo en general. La suerte fue en el general esquiva a nivel económico, aunque nunca conocí la amargura del triunfo ni del fracaso. No fui malo como algunos animales, simplemente me he defendido contra la injusticia, contra lo deshonesto y sin espíritu de venganza, siempre intenté aportar ideas o propuestas para un futuro más amable y eficiente para nuestros hijos. Nunca temí involucrarme, comprometerme o en el promover el participar en la lucha por la libertad del hombre por parte del mismo hombre. Tenemos que romper las cadenas de los sastres, sembrar semillas de esperanzas, quitando las vendas de los ojos y sanando las heridas de la amargura. La poesía, la literatura, el periodismo, los medios de comunicación han caído en un pueril provincianismo quizás por miedo, quizás por los compromisos de las voces por las necesidades que hacen ver de una manera vergonzosa el trabajo de los ineptos. Hasta el orden judicial se ha disfrazado para que no se expurgue su corrupción. Un falso puritanismo ha debilitado a la libertad del pensamiento y ha empobrecido la calidad de vida. No considero al libertinaje como una propuesta de estilo de vida. Se necesita demasiado valor y un alma pura, para compartir la verdad desnuda de los sueños, de los recuerdos, de las vivencias, porque la verdad puede rayar con lo perverso si se le ve o considera desde otra óptica. El maestro no sólo es un ser benevolente, sino un excelente hombre contemporáneo que cree y considera a la verdad como él gran o único camino hacia la luz. Las mujeres y el amor, tienen que ser algo más que un tema de conversación. El amor natural puede verse o considerarse bárbaro, si carece del encantador preludio de las caricias y del arte que hace el amor libre, el paraíso prometido. El amor hay que comprenderlo y trabajarlo como un arte admirable, que parte del instinto salvaje de las pasiones. Todos hemos vivido errores deplorables, pero la ignorancia juvenil siempre ha sido demencialmente loca. Nadie más incrédulo frente a la voz de la experiencia que un joven. Todos quisiéramos que nadie se volviera a golpear contra las mismas piedras o a caer en los mismos huecos, pero es una necedad el intentar heredarles cartas de navegación. La insensatez y los oídos sordos o la ceguera, siempre serán defectos deplorables en los jóvenes. Pienso que es más sencillo de lo imaginado el disminuir las angustias, padecimientos, sacrificios innecesarios o los dolores que emboscan y tiene que padecer el hombre, cuando renuncia a la felicidad, al placer que nos podría aportar recuerdos más gratos del paso por la vida. Detesto al hombrecito gris, al invisible, al hijo de puta, a los políticos oscuros, a los falsos representantes de Dios, porque todos ellos han contribuido a que la vida sea un desastre. No podemos dejarnos arrastrar por las hojas caídas o las aguas turbulentas de algunos ríos o ahogarnos como los que se lanzan confiados a esas aguas aparentemente mansas, pero que se compadecen con quienes atrapan con el delirio de sus remolinos. Los hombres siempre hemos intentado dominar las fuerzas de la naturaleza, hemos irrespetado por culpa de nuestro egoísmo, afán de enriquecimiento o por darle rienda suelta al concepto de progreso, a una naturaleza que creíamos dominar con nuestro poder. Hemos despertado a un monstruo dormido. El caos y la confusión de ideas, nos impide cerrar filas para tomar correctivos. Nos hundimos en el lodo del infierno. No hay locuras más demoniacas que las que engendra el hombre cuando su bestialidad se endiosa. El progreso no puede seguir dependiendo de los pensamientos ni de la voluntad de los demonios que desean hacer de lo infernal, la nueva concepción de las sociedades contemporáneas. ¿Será que el egoísmo no nos permite homogenizarnos, en una sola era? ¿Cómo pueden unos pueblos vivir en el siglo XXI, otros en el siglo XX, otros en los siglos XIX y XVIII Y otros casi en la prehistoria o edad de piedra? Los noticieros no sólo espantan, sino que nos avergüenzan por culpa de la inmoralidad y las consecuencias de las pérdidas de valores. La clase dirigente y empresarial desconoce el significado real de la palabra "responsabilidad social". No podemos seguir conformándonos con ser los títeres elegidos, por parte de los titiriteros corruptos. No podemos seguir actuando como el espíritu de republiquetas tercermundistas estratos cero. No creo que existan razas inferiores, sino pueblos pisoteados, esclavizados, sodomizados por el pensamiento pederasta de los "países ricos" o mejor, por las megacorporaciones están monopolizando a todos los sectores productivos; creo que estamos olvidando porque la historia nunca fue muy clara, que una de las raíces que más influyeron en engendrar a la Segunda Guerra Mundial, fue el odio por la concentración del poder económico por un grupo o pueblo. ¿Será que no podemos reaccionar ante el daño que han generado, las religiones? El cristianismo como la esencia misma de todas las religiones, es buena por ser el compendio filosófico de sectas y religiones anteriores a ella. Pero el cuestionamiento es: ¿Puede un hombre impotente como "San" Pablo, impone la castración a los instintos naturales o ser irreplanteables los pensamientos de los "iletrados apóstoles", cuyas palabras fueron maquilladas y ajustadas a la voluntad e interés político de un emperador romano? Una doctrina de amor, no puede ir en contra de la naturaleza y menos predicar una sumisión servil y conformista con la pobreza y la explotación del hombre. Nos hemos vuelto insensibles y crueles. Tenemos que extirpar a ese diabólico cáncer de nuestros corazones, pensamiento y espíritu. El rehumanizarnos nos demanda el replantearnos frente al amor. Tenemos que rescatar a la mujer de la degradación; tenemos que borrarle toda sombra de vergüenza a nuestros deseos, a nuestros bajos instintos. El nudismo o el naturismo, elevan al cuerpo humano al dignificarlo y presentarlo como una belleza natural o una hermosa expresión de la naturaleza. Las religiones nos han envilecido. Es triste que confundamos lo grosero, lo lascivo, lo cínico con lo erótico. Por escrúpulos imbéciles censuramos como repugnantes nuestros sexos. Tenemos que rescatar y ennoblecer la belleza del cuerpo. La brutalidad del egoísmo desprovisto de alma y de inteligencia, se manifiesta en los conflictos armados. La sevicia es la bestialidad enceguecida del hombre bruto o poseído por las raíces de nuestro género animal. El desplazamiento no es más que otro rostro del inhumano exterminio, porque hemos hecho del exterminio también un arte. Es absurdo que se rebaje a la mujer para satisfacer simplemente los apetitos de conquista o la hambruna de la carne. La dignidad de la mujer no puede tolerar más una castidad donde se le castra el derecho al pensamiento, de participar del acto o simplemente, de disponer con libertad de su cuerpo y a hacer uso libre en la palabra. El reprimir una expresión más violenta de su instinto sexual, es "santificar una actitud de morsa" o de prestar simplemente: un servicio de vagina con sangre fría o helada. Es muy difícil para un hombre mediocre, evolucionar y llegar a ser: un verdadero hombre. Seremos verdaderos hombres cuando logremos armonizar y desarrollar en paralelo a nuestro espíritu con nuestro cuerpo. Tenemos que descubrir y rescatar nuestras almas. Escribo para perdonar e intentar salvar a mi alma adúltera. He vivido en el esplendor y en la oscuridad, cada momento de mi vida. Sé que algunos me consideran una vergüenza y otros me admiran. Soy el capitán del libro que he venido escribiendo durante esta infatigable travesía y a la vez no he sido más que el escribano de mi gran amigo El Maestro. Quedo en espera de su inefable respuesta, Héctor “el perro vagabundo” Cediel 2009-10-22 hectorcediel@gmail.com hcediel2@hotmail.com

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