¡¡BASTA...YA¡¡¡¡¡¡¡

Mujeres, se habla muy a menudo de nuestro amor, de nuestro desamor, de las penas y congojas que muchas veces atormentan nuestro corazón, nos niegan y nos negamos a nosotras mismas a ser la alegría del mundo. Mujeres, celebremos nuestra vida: Seamos la alegría, e inspiración pensemos que si somos fuertes como mujeres, podemos hacer este mundo más fuerte. Siempre pensamos en hacer felices a los que nos rodean, en especial a nuestra pareja, y cuando ésta por cualquier circunstancia nos abandona, o se aleja, adoptamos el triste papel de victimas, lamentamos una y otra vez, a viva voz lo que nos duele, lo que sufrimos, y regamos incansablemente nuestro camino de lagrimas y lamentos, y muchas veces, con cólera contra aquel “desgraciado” que se llevo nuestra sonrisa, nuestro deseo de vivir. ¡BASTA YA! Dejemos de ser la “pobrecita de la película” dejemos que nuestros ojos se sequen para renacer y luchar por nosotras, vamos a cambiar esa imagen de la “abandonada” por la de la mujer guerrera y valiente que se levanta, y lucha contra viento y marea. Si nos damos cuenta, cuando se trata de nosotras decimos ¡no! Enfáticamente, la sociedad ha llegado al punto de pensar que somos lo que tenemos, no pensamos que lo material son sólo cosas, hemos tomado la vida como algo que se termina cuando algo que hemos planeado, no sale de acuerdo a nuestros deseos. Las exigencias de la vida es lo que nos hace lo que somos, porque cada experiencia es lección. Cuando nos pasan cosas, esas cosas que la gente en su mayoría llama “tragedias”, creo que es lo que nosotras hagamos de cada “cuento” es lo que puede hacerlo trágico, o una lección de vida. Podríamos tomar como ejemplo cuando perdemos a alguien a quien amamos, puede ser porque muera o simplemente porque se marcha de nuestro lado, pensamos en lo que pudimos haber echo diferente, alo mejor decir algo tan simple como un “te amo” más seguido, es como sacar lo positivo de algo tan terrible como es la ausencia de esa persona que hemos perdido, porque aunque es una dura lección, nos enseña a decir “te amo” a los que aun están con nosotros. Imaginemos que nos imponemos el desafío de nadar una gran distancia, sólo para demostrarnos a nosotras mismas, que si queremos podemos, estando a mitad del camino, nos damos cuenta que ya no tenemos fuerza, y que en lugar de reunir lo que nos queda, malgastamos nuestra energía en enojarnos, en recriminarnos por estar en esa situación, ¿no sería mejor en ese momento hablar con Dios, pedirle fuerza? Prometerle a Dios que de allí en adelante haremos las cosas diferentes, que vamos a reconocer nuestras limitaciones físicas. Podríamos entonces escuchar una voz interior que nos dice: “Nada, un poco más, una vez más” y ponemos como meta en ese momento, llegar a tierra firme y de alguna manera lo logramos y alcanzamos la orilla. La lección aprendida podría ser descubrir que si nos lo proponemos y queremos, podemos, ése seria el momento, de encontrar la solución sin pensar en el pasado, ni en el futuro, porque el pasado ya se fue y el futuro no sabemos que nos traerá. La esencia humana, nuestra esencia de mujer esta hecha de dos cosas: el deseo de ser amadas incondicionalmente y el temor de no serlo, y caemos en una conclusión: las únicas que podemos proveernos de amor incondicional, somos nosotras mismas. Detengámonos cada vez que podamos o cuando lo sintamos necesario, para preguntarnos: ¿Quién soy yo? ¿qué quiero? Y nos daremos cuenta de lo que hemos ganado, materialmente hablando, y nos daremos cuenta de lo que estamos perdiendo en la vida, quedémonos calladas un momento y escucharemos el susurro de nuestro interior, descubriremos lo fuerte y lo capaces que hemos sido, para dar “un paso más” para salir adelante, nos daremos cuenta de cómo hemos superado nuestro pasado, nos daremos cuenta que ya no traemos a cuestas el fantasma de ese dolor que nos dejo el sabor amargo de la traición. Pero sobre todo, nos daremos cuenta de cuán felices somos, porque hemos logrado metas y proyectos. Mujeres: Vamos a demostrarnos a nosotras mismas que podemos hacer de este mundo un mundo fuerte, seamos la alegría e inspiración. No nos olvidemos que si somos fuertes, si reímos, estaremos transmitiendo a los nuestros a los que amamos, fuerza y alegría. Me gustaría leer sus opiniones.

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