Aprende a sonreir: haz tu sonrisa
tan discreta y sutil como tu canto;
tu ser irradiará más hondo encanto
si nunca en gesto rudo se precisa.
En triunfo o en dolor, tras indecisa
sombra clausura tu secreto santo,
que sólo tú eres digno de tu llanto
y sólo tú comprenderás tu risa.
Verás la vida a tu querer sumisa
si sabes sonreir; tiende al quebranto
y al triunfo la piedad de tu sonrisa;
y nadie sepa, al descifrar su encanto,
si es ella, un llanto que se alegra en risa,
o es una risa desmayada en llanto.
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