Antes y después de la histerectomía
Por Vivi Cervera:
Escribo sobre la histerectomía porque hace algún tiempo, gracias a la diversidad de temas en
los artículos de mi sitio, comencé a recibir correos de mujeres que solicitaban mi punto de
vista al respecto y estos correos a su vez se sincronizaban perfectamente con las peticiones de
algunas de mis amigas para que escribiera acerca del mismo. Con ellas estuve dialogando
acerca de sus temores y de cómo percibían su salud, su vida, sus relaciones, antes de
enfrentar la extracción de su útero o matriz (histerectomía). Cabe destacar que para escribir
este artículo sólo necesité de un poco de lógica y sentido común, ya que creo que para
analizar holísticamente este tema es suficiente tomar en cuenta las huellas que deja el
sufrimiento en el alma de la mujer.
Siempre he estado de acuerdo con aquella teoría que plantea el hecho de que las dolencias o
los diversos problemas con los órganos femeninos son parte del dolor histórico que la
humanidad nos ha heredado. Para explicarme de una manera más sencilla, hago referencia a
que el dolor es parte de un recuerdo que se encuentra almacenado en ese banco de datos que
poseemos y que recibe el nombre de memoria celular (prometo escribir más a fondo sobre
este tema próximamente); a este recuerdo accedemos básicamente las mujeres cuando
sentimos que nuestro valor es subestimado, cuando somos heridas emocionalmente o traemos
al presente esa inevitable sensación de impotencia. Este sentimiento es transmitido de una
generación a otra sin que logremos darnos cuenta y así es como cada mujer del planeta
recuerda a nivel subconsciente todos los episodios de la historia en los cuales su poder fue
menguado, generando así diversas afecciones que alteran el equilibrio de los órganos que
físicamente la hacen femenina.
Estas afecciones parecen no tener una base tan lógica como se ha creído hasta el momento,
ya que se ha establecido a nivel general que la función del útero se reduce a la gestación y
que una vez terminado este ciclo ya puede extirparse como única solución para los problemas
que pueda presentar. Lamentablemente algunas “verdades” científicas le restan poder a la
capacidad natural de las células para retroalimentarse, para sanar por sí mismas e influir
positivamente en la salud de la paciente para evitar mutilaciones; parece que la herencia
genética de dolor tiene el poder de anular la creatividad para darle prioridad a la necesidad de
protestar por medio de estas sensaciones. No obstante, aunque todo esto se haya convertido
en una realidad para muchas mujeres, este artículo va más allá del sentimiento de soledad,
indefensión, impotencia y castración que acompaña a las valientes mujeres que con entereza
asumen el dolor emocional post quirúrgico. Ante todo te aclaro que no cabe en mí la
intención de victimizar a mi propio género, simplemente hago eco de esas voces que han
tenido que guardar silencio por no saber cómo asumir la responsabilidad de sus propias vidas
para contrarrestar los efectos que tiene la historia en el cuerpo humano y en el momento
actual.
Para escribir este artículo me entrevisté con una determinada cantidad de mujeres con
distintos niveles de educación, con el fin de establecer intersecciones o puntos comunes de
sus emociones antes de ser intervenidas por anomalías en su matriz y encontré al
resentimiento como un padecimiento de cada una de ellas en mayor o menor grado. La
mayoría de estas señoras había experimentado una serie de maltratos físicos o psicológicos
por parte de sus esposos, dentro de los cuales prevalecieron la infidelidad, el abuso físico así
como sus respectivas consecuencias. También hablé con ese grupo que se auto inflige el
maltrato psicológico por no haber logrado formalizar una relación de pareja que a nivel social
les proporcionara la estabilidad necesaria, quedando sumidas en lo que suelen llamar una
eterna soledad. Finalmente aparece el grupo de mujeres que por una u otra razón tuvieron
abortos y que se auto castigaron con la pérdida de su útero para evitar concebir más hijos.
Es fácil suponer que son 3 grupos de mujeres maltratadas por su propio concepto de la vida
perfecta, del amor perfecto, del hogar perfecto; que en determinado momento se encontraron
con diversas barreras que hacían difícil su vida emocional. La mujer que se considera víctima
de los abusos de su pareja, casi siempre tiene la dificultad de creer en sí misma, de darse su
propio valor para generar ideas con las que retomar su poder. Así mismo, la mujer que ha
llegado soltera a la madurez, encuentra un resentimiento con la vida porque se siente incapaz
de hallar en su interior ese factor tan negativo que la condiciona a no merecer el amor o la
compañía del ser amado. La mujer que ha sido parte de relaciones difíciles y sólo ha podido
resolver sus conflictos por medio del aborto, lleva consigo la idea de que es mala, indigna y
merecedora de castigo por sus errores, con lo que predispone su cuerpo para la pérdida de su
útero como expiación de sus culpas. A su vez todo este conjunto de sensaciones encaja
perfectamente con la petición que hace el cuerpo físico a nivel celular solicitando más dolor
emocional para que no se olvide que la mujer continúa aquí pese a lo que ha soportado desde
el inicio de la humanidad.
Crecimos con este sistema autodestructivo de pensamientos, con la autocrítica, el rechazo a
lo que somos y el castigo a nuestra “maldad” porque fuimos educadas por mujeres que
atravesaron por las mismas dificultades. Entonces la solución no está en encontrar a los
responsables del dolor sino en considerar a las pérdidas como una parte de la experiencia del
alma, con las cuales se puede aprender a ser feliz.
Después de…
Tu cuerpo fue diseñado para reemplazar toda la información que no necesita, por sistemas de
vida que sólo te generen salud, confianza y aceptación de los procesos universales. Si tú has
pasado por estos momentos difíciles, tienes a tu disposición el único elemento regenerador de
tus emociones, capaz de transformar tu experiencia de vida en algo ligero, armónico y
equilibrado; este elemento es el amor. No importa qué tanto estés sufriendo las consecuencias
de una relación disfuncional con alguien más o contigo misma; elige el método que pueda
modificar la realidad que está llegando a tus sentidos por medio del dolor por el pasado. Si ya
te sometiste a la extirpación de tu útero, toma de eso la parte que te conviene, búscale el lado
positivo y olvida la causa principal, libera a esa persona o a esa experiencia para que no
afecte algún otro órgano de tu cuerpo. Ahora tal vez te preguntes: y ¿Cómo libero?
A lo cual te respondo con varias alternativas:
1. Escribe en un papel lo que no te agrada de tu pasado, los motivos que tuviste para
sentirte herida, anota todo lo oscuro, triste, feo, incómodo, traumático, perdónate a ti
misma en ese papel. Luego de que escribas en él sin restringirte, sin limitarte y con el
tipo de palabras que desees… rómpelo. Después quémalo. Has esto 1 vez por día
durante el tiempo que lo necesites. Te sentirás mucho mejor.
2. Ahora en otro papel escribe lo bueno que tienes en tu vida. Estudia bien cada aspecto
para que tomes en cuenta todo lo que te permite estar aquí. Tal vez pienses que no
hay mucho, pero para comenzar, el hecho de que estés leyendo esto te hace dueña de
la vista y sin este sentido estoy segura de que las cosas serían peor para ti. A partir de
aquí puedes continuar.
3. Practica la respiración profunda 10 minutos por día y haz tuya esta costumbre, sólo
cierra tus ojos e inhala aire lentamente, llena tu abdomen, exhala más lentamente aún
por tu boca. La respiración es tan importante para el ser humano que jamás podrán
escribirse todos sus beneficios. Respirar te enseñará a fluir. Si así lo deseas puedes
descargar de mi sitio una meditación para aprender a respirar abdominalmente.
4. Si no has practicado las afirmaciones positivas para sanar tu alma, comienza con la
que más vibre para ti. La siguiente la tomé del libro “Afirmaciones científicas para la
curación” de Paramahansa Yogananda y dice: “El poder del espíritu fluye a través de
cada célula de mi cuerpo, estoy hecha de luz, estoy sana”. Otra afirmación es: “Estoy
dispuesta a dejar marchar el dolor de mi vida, completa y profundamente me acepto”.
Di para esa persona de quien estás resentida: “Estoy dispuesta a liberarte, a dejarte
marchar ahora”. Escribe las afirmaciones, piénsalas, grítalas, cántalas, pero
practícalas, no las sueltes hasta que hayas sanado o liberado la nostalgia por lo que
pudo haber sido y el miedo a lo que pueda ser.
5. Estudia profundamente los libros de Louise L. Hay que podrás descargar de esta web,
escucha sus audios, son maravillosos y te serán de mucha ayuda siempre.
Espero que este tema haya sido de tu agrado y sobre todo que haya dejado una huella en ti
para que se la transmitas a las mujeres que tienes cerca. Gracias por leerme.
www.vivicervera.com
Copyright, 2009. Vivi Cervera. Derechos reservados de autor.
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