A veces nos desanimamos y pensamos:
-Bah, ¿quién soy yo? ¿Qué puedo hacer yo?. Los problemas del mundo parecen insolubles, irremediables. Da la impresión de que una persona por sí sola no puede hacer nada para mejorar las cosas.
¿Qué gana uno entonces con intentarlo?
-Así, nos entran ganas de abandonar y dejar que el mundo se vaya al infierno, lo cual cabe pensar que se merece.
Pues, quizá no seas capaz de cambiar el mundo entero, pero sí puedes cambiar tu parte del mundo.
¡Con que hayas cambiado una vida, has cambiado parte del mundo y has demostrado que existe esperanza de cambiarlo todo!
El mundo puede transformarse a partir de una sola persona... apenas una persona.
¡quizá tú!
Por el solo hecho de cambiar tu vida, ya has cambiado todo un microcosmo, el mundo de tu organismo y el espacio en que te desenvuelves. Si dejas que el amor de Dios opere en Ti una transformación, ¡el lugar y hasta el ambiente que te rodea cambiarán!
Cambia el mundo en que vives, tu vida, tu hogar, tu familia, y ¡habrás cambiado el mundo, tu mundo!
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