Agresión ocultavota: | Existen 0 votos Ernesto Lammoglia/ Novac16-Abril-2010Tags Relacionados: violencia, psicologica, identidad, transtornos, perversidadLe llaman ‘violencia psicológica’ y el desgaste que produce en la víctima es devastador. Ataca la identidad de la persona y anula su individualidad. Es una forma de violencia aniquiladora, perversa y malévola. Una manera de destruir al otro.La violencia es una forma de agresión que se origina en los hogares, para después extenderse a las calles, escuelas, centros de trabajo y otros sitios de convivencia social. La conducta violenta destruye el potencial humano y produce individuos sin aspiraciones; algo así como muertos en vida.La violencia no se reduce a los casos que terminaron con el asesinato de la víctima. En cada comunidad, cada día y a cada momento, ocurre alguna forma de maltrato que permanece callada. De hecho, los datos y las estadísticas que se llevan sobre este fenómeno no reflejan la realidad, porque la gran mayoría de los casos quedan ocultos.La violencia doméstica no es nueva, es algo que ha existido desde los albores de la humanidad. A lo largo de la historia hombres, mujeres y niños han padecido las secuelas físicas y psicológicas dejadas por agresiones de las que fueron objeto en alguna etapa de su vida.Una mujer, ahora de 60 años, recuerda. “En mi familia todo se arreglaba a golpes o rompiendo algo. Mi padre nos maltrataba a todos, incluyendo a mi madre. Cualquier hecho o sospecha eran motivo suficiente para golpearnos. Y con frecuencia volaban todo tipo de objetos: vasos, adornos, instrumentos de cocina y aquello que estuviera a la mano del ofendido.“Eso era lo normal y jamás se intentaba solucionar una diferencia por la vía del diálogo; de hecho, se hablaba poco y se golpeaba mucho.“Dado que casi no me relacionaba con el exterior, creía que todas las familias eran como la mía.“Nunca me casé y ahora vivo con mis hermanos. A los dos les pidieron el divorcio antes de tener a sus hijos por haber golpeado a sus esposas. Ellos no podían evitarlo porque toda su vida se la pasaron en un ambiente de violencia”.La otra modalidadLa violencia física se da en las modalidades más diversas. Cuando uno piensa que se ha enterado de todas las formas de agresión posibles, surge una nueva.Se dan golpes con todo tipo de instrumentos, se producen quemaduras, latigazos, cortaduras, mordeduras… La lista es interminable. Una joven relata: “Mi madre me agarraba de las trenzas y me arrastraba por toda la casa; después me dejaba encerrada en el patio aunque estuviera lloviendo. Yo le pedía perdón y ella me decía ‘te perdono, pero ahí te quedas’”.La violencia que nace en los hogares no se limita a las golpizas y a los abusos físicos. Existe otro tipo de agresión más sutil que, de igual manera, causa estragos. Es la llamada ‘violencia psicológica’.Casi nadie habla de este tipo de violencia, sin embargo, el desgaste que produce en la víctima es devastador. Ataca la identidad de la otra persona privándola gradualmente de su propia individualidad.El deseo de humillar, denigrar y hacerle la vida imposible a otra persona, está probablemente más difundido que la agresión física.Los padres lo imponen a sus hijos; y los esposos a sus esposas, o viceversa. Los maestros a sus alumnos, y los superiores a sus inferiores.Esta forma de crueldad se emplea en cualquier situación en la que una persona no puede defenderse del agresor por estar en una posición de inferioridad.El sadismo mental puede disfrazarse de formas en apariencia inofensivas: una pregunta, un comentario, una burla, una sonrisa o una simple observación. De alguna manera, el agresor siempre consigue herir a su víctima, y la humillación es más dañina cuando se realiza en presencia de otros.En su libro ‘El acoso moral’, Marie–France Hirigoyen llama a este tipo de violencia “manipulación perversa” y la describe como una “conducta malévola capaz de destruir a una persona moral y físicamente”. La autora dice que a través del maltrato psicológico una persona puede hacer pedazos a otra.Ataques veladosLa violencia psicológica es aniquiladora. En ella se utiliza un lenguaje no necesariamente verbal que confunde a la víctima, que la hace dudar de sí misma y que mina lentamente su autoestima.Existen muchas maneras de ejercer esta violencia: acciones hostiles evidentes u ocultas; actitudes distantes o indiferentes; falta de agradecimiento; frases en las que no importan las palabras sino el tono que se utiliza, comentarios desestabilizadores... Todo lo cual socava la dignidad.En muchos casos los ataques velados son tan cotidianos que parecen normales. A veces el agresor juega el papel de víctima para manipular al otro, logrando que éste se sienta culpable en cualquier situación;después aparenta condescendencia que cobrará a un precio muy alto.Con frecuencia se llevan a cabo ofensas veladas, como un marido que deja un tiradero para que su mujer lo ponga en orden; o una esposa que alude con frecuencia al buen sueldo de su cuñado y los lujos que éste le proporciona a su hermana, mientras que ella no puede ni estrenar un vestido; o una madre que alaba las cualidades del hijo de su mejor amiga frente al suyo; o un hijo que toma decisiones que afectan a toda la familia sin consultarla.En este ambiente, los niños aprenden a utilizar la misma modalidad de violencia y probablemente la reproducirán en su adultez.Ataque anuladorLa violencia psicológica es tan desgastante que anula a la víctima sin que ésta se percate de ello.Puede compararse con una conducta incestuosa en la que no hay una seducción directa, sino insinuaciones, roces y muestras de ‘naturalidad’.Lentamente, y esto puede tomar años, el agresor va desestabilizando a su víctima, quien va perdiendo la confianza en sí misma, hasta que la domina manteniéndola en un estado de sumisión y dependencia en el que conserva el poder y el control.Esto lleva a la víctima a un estado de estrés permanente que la bloquea y le impide reaccionar. Se entra en un círculo vicioso en donde el agresor enmascara sus debilidades para colocarse en una posición de superioridad; arremete contra su víctima, que reacciona con miedo, y éste provoca, de nuevo, el ataque del agresor.Con frecuencia, el agresor hace añicos la autoestima de su víctima en el medio ambiente hogareño, pero finge otra forma de ser frente a los demás. Esta violencia no deja huellas tangibles que puedan llevarse ante un juez. En su lentitud devastadora, la víctima cae en un estado de depresión permanente y pierde la alegría de vivir porque está siendo destruida por el otro.El agresor necesita de alguien a quien disminuir.Busca, con esto, elevar su autoestima y adquirir poder; en el fondo, su inseguridad es bajísima y tiene una gran sensación de impotencia. Siente una enorme necesidad de admiración y aprobación e intenta conseguirlos aunque sea por la fuerza.Es una persona perversa que no siente compasión ni respeto por nadie pues jamás reconoce el sufrimiento que inflige. La perversión le fascina y es incapaz de considerar a los otros como seres con valor. Es un individuo enfermo, sádico y narcisista, que definitivamente es nocivo y peligroso.Nunca acepta la responsabilidad de sus acciones perversas. Invierte los papeles y culpa al otro, quien tendrá que cargar con la responsabilidad por completo, después se aprovecha de la ‘culpabilidad’ de su víctima para terminar descalificándola.Se burla ante cualquier protesta y la minimiza: “Te ahogas en un vaso de agua”. “Ya vas a empezar con tu drama”, “No hagas una tragedia de nada”. “No me vayas a hacer una escenita”.Ridiculiza cualquier emoción que el otro exprese y está convencido de que él siempre tiene la razón.Secuela finalLa víctima de la agresión psicológica no tiene capacidad para defenderse. Su confusión es tan grande que no tiene posibilidades de reaccionar, o no se atreve a quejarse, o no sabe cómo hacerlo. Cuando el perverso la ha debilitado lo suficiente, se siente aterrorizada ante una simple mirada. El nivel de angustia que padece es tan alto que se vuelve torpe y comete errores que desencadenan la agresividad de su verdugo. Frente a la intensidad de su dolor deja de luchar y se hunde hasta quedar anulada.Con el tiempo, el estrés acumulado en la víctima se traduce en un trastorno de ansiedad generalizada, en el que la víctima se instala en un estado de aprensión permanente. El organismo no puede soportar tanta tensión por mucho tiempo y su resistencia se agota, situación que produce desórdenes funcionales y orgánicos. Cuando finalmente se manifiesta una enfermedad terminal, como el cáncer, nadie la relaciona con las circunstancias, mucho menos con su verdugo. (Ernesto Lammoglia es autor del libro ‘La violencia está en casa’).
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Comentarios

  • cuanta razon tienes sobre este tema, quisiera saber la forma de salir de esto ya que estoy en esta situacion, y quisiera recibir ayuda y que mis hijos no caigan en estos errores y poder correjirlos a tiempo, gracias.
  • ES VERDAD TU COMENTARIO YO HACE 11 ANOS VIVI AGRESION PSICOLOGICA Y FISICA Y LOGRE A ESCAPAR DE ESE LUGAR OJALA QUE NO ME RECONOSCAN X LA FOTO AHORA YA HICE MI VIDA DE NUEVO Y ESTOY TRANQUILA PERO LA VERDAD NO ME HE PODIDO RECUPERAR DE LO QUE PASE HACE TANTO TIEMPO NO SOY LA MISMA Y NO ME LO VAN A CREER PERO APENAS ESTOY INTENTANDO MANEJAR Y ME DA MUCHO MIEDO QUE PARA UNAS PERSONAS ES MUY FACIL PARA MI ES UN RETO MUY GRANDE Y DIFICIL , NO SOY LA MISMA UNO PIERDE SU IDENTIDAD YO CREO QUE NECESITE AYUDA PSIOCOLOGICA PERO LO QUE HICE FUE IR A IGLESIAS QUE ME AYUDO MUCHO X QUE DIOS ES GRANDE Y SIEMPRE ESTA CONTIGO , PERO SIENTO QUE ME FALTO MAS X QUE NO QUEDE BIEN AVESES ME LEVANTO GRITANDO EN LA NOCHE , LLORANDO X CONSTANTES PESADILLAS QUE NO PUEDO CONTROLAR
  • MI MUY QUERIDO Y ADMIRADO DR. LAMMMOGLIA ,QUE GUSTO ENCONTRARLO AQUÍ,SOY SU ESCUCHADORA DESDE QUE INICIO EN RADIO RED,LECTORA DE SUS LIBROS,Y SEGUIDORA EN SUS PROGRAMAS"MUY NOCTURNOS"DE TELEVICION.CON CARIÑO EVA AGUILAR MERINO.
  • siento bien los datos, pero como que algo falto:
    Ponene más testimonios de la violencia física que de la psicológica, que es la que se supone que están tratando. Sí leí en este artículo que no hay muchas pruebas comprobables, pero, si se supone que hay gente que ha conseguido salir de este tipo de trances, resultaría ilustrativo que pusieran también sus testimonios.
    Yo, por ejemplo, sí he pasado por violencia psicológica, es probable que aún me cueste trabajo salir de esta situación, pero lo estoy admitiendo y tampoco estoy de acuerdo con el punto de que el agresor es siempre un sádico etc, etc... también se dan casos como con la violencia física, o sea, que se trata de una reacción en cadena: si uno de los progenitores del agresor lo presionan incluso para que haga lo que ellos hacen y lo arrinconan el "agresor" a veces no se siente con otra opción que repetir la agresión, algo similar a lo que pasa con los perros de pelea (¡no al maltrato animal!): Presionan, provocan o asustan tanto al pobre animal que este no ve otra salida que pelear. Gane o pierda le pondrán otro contrincante y otro mas infinitamente hasta que no quede en su cabeza otra idea que la salida violenta.
    Este es el caso donde y como vivo:
    como vivimos en casa de mi suegra, ella considera que invado su espacio o que pongo en riesgo su estátus y me amedrenta diciendo que nada de lo que hago, pienso, creo o digo está bien. Me pide las cosas en mal tono incluso un sonsonete particular cuando usa el "por favor", me hace tirar lo que cocino a veinticuatro horas de haberlo preparado, sea lo que sea, y todo lo relacionado a mí parece siempre estar mal. Sí estoy desgastada, pero estar en los zapatos de mi pareja tampoco es fácil porque es su madre, porque (como en el ejemplo del perro de pelea) ya le fueron metiendo en la cabeza el miedo a intervenir y cosas así. ..
    La cadena tiene que ser rota, pero no suelen decirnos en artículos como éstos el cómo. No necesita uno saber cómo es, porque lo está viviendo uno, sino cómo acabarlo con el menor daño colateral posible, para no convertir entonces a las víctimas en agresores y viceversa.
    Fuera de eso es un articulo bastante interesante, Gracias por él.
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