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Cuando me equivoco me ayudas, cuando dudo me aconsejas y siempre que te llamo estás a mi lado...

Cuantas veces me pregunté y quien es el?, realmente hay uno?, no sé aún si tengo la respuesta, sin embargo hoy me embarga una ilusión, voy a ir a verlo.

He hablado hoy por la tarde con el por teléfono, se mostró feliz de recibir mi llamada, me emocioné al hablar con él, por que intercambiamos opiniones, formas de pensar, a veces no coincidimos, somos de estaciones diferentes.

Me ha dicho que necesita un periódico que quiere leer y no me pude negar le dije que sí, que en cuanto lo tenga se lo envío. Me ha dicho que no olvide de llamarle, que esperará siempre mi llamada.

Hace tiempo, nuestras citas no eran quizá tan frecuentes, yo con mucho trabajo y tratando de resolver mis historias personales, rescatando mis logros, olvidando mis pérdidas, recabando las sonrisas, abandonando los imposibles.

El, quizá teniendo tiempo de acomodar las piezas de su ajedrez, alcanzando sus 4 satisfacciones, del orgullo que siente por ellos, sumando su experiencia, preparando sus palabras de destreza ante su crónica personal y otras en silencio observando en la distancia.

Con el paso del tiempo, nuestras citas han sido más frecuentes, yo ya con la madurez en mi bolso de mano, con cuentas ya saldadas, con la plenitud en mi camino, con la destreza como compañía y la capacidad de escucharlo, de valorar el tiempo que me ha dedicado, de escuchar su silencio que me ha dado mucha solidez.

El guardó en mis zapatos y en mi mente herramientas para mi supervivencia, mi energía y mis actividades del trayecto.

Hoy, con menos cabello, con canas, sus ojos grandes me miran a través de sus lentes gruesos, que me dicen que el tiempo ha pasado.

Sus manos me revelan su trabajo, su caminar despacio me dicen de sus mejores temporadas  y sus palabras me transmiten su afición por la lectura.

Es el reflejo de mi fuerza, de mi vigor, de mi carácter, de mi hoy, es el hombre de mi vida… mi papá, gracias por ser y estar.