Todos los seres humanos enfrentamos períodos o situaciones difíciles y esa singularidad que caracteriza a hombres y mujeres hace que cada uno de nosotros tenga una respuesta diferente frente a aquellos factores que le generan stress, que le generan un desequilibrio emocional o que le desestabilizan.
Y aquí es importante clasificar cuáles son y cómo podríamos agrupar las dificultades que normalmente tiene un ser humano en la vida y ver qué herramientas tenemos para poder controlar esas reacciones adversas que en definitiva terminan dañando tanto nuestro cuerpo emocional como nuestro cuerpo físico.
El ser humano se enfrenta a dos tipos de preocupaciones : aquellas sobre las cuales puede actuar, o sea que dependen de nuestra decisión, de nuestra actitud y de nuestra acción y otro grupo muy grande que nos afectan, es cierto, pero que tomamos conciencia de que nuestra acción no va a modificar las circunstancias.
Esto a veces es muy difícil de separar, pero es muy importante entrenarse para hacerlo, porque de estas últimas no nos queda otro camino que aprender a convivir con ese tipo de preocupaciones. ¿Y cuáles son los problemas de la vida cotidiana que tiene el ser humano y que muchas veces no puede manejar? Los podemos dividir también en dos: aquellos problemas que tienen que ver con errores que pudimos haber cometido nosotros y situaciones que nos involucran y de las cuales no somos responsables pero con cuyo resultado nos vemos afectados y a veces muy seriamente.
Las estadísticas mundiales hablan de que los factores que generan mayor stress, mayor angustia y mayor ansiedad en los seres humanos, son las pérdidas de seres queridos y las rupturas afectivas.
Con respecto a la pérdida de seres queridos obviamente que tampoco podemos cambiar la realidad pero sí podemos modificar la manera en que vivimos esa pérdida. Uno puede vivirla quedando atrapado en la angustia y en la tristeza por quien ya no está y hay otras personas que logran, luego de ese período de duelo, convivir con la imagen positiva de los buenos momentos compartidos con esa persona que hoy ya no está.
Fíjate que en ambos casos la pérdida existe, es real. Pero la actitud que tiene el ser humano frente a esa pérdida es completamente diferente. Y en el caso de las rupturas amorosas, de los divorcios o de las separaciones, con el tiempo deberíamos empezar a reconocer que ha habido errores importantes de parte nuestra.
¿Qué es lo importante a rescatar de todo esto? Analizar cuáles son las herramientas que puedo utilizar para enfrentar este tipo de preocupaciones que nos son comunes a todos porque en mayor o menor grado a todos nos suceden cosas en la vida, todos atravesamos por situaciones adversas y tenemos que buscarle una solución. Pero tenemos que buscarle no solamente una solución al problema puntual que aparece en nuestra vida, sino que tenemos que jerarquizar la importancia que tiene nuestra propia existencia, nuestra salud física y nuestra salud emocional.
Y hay personas que resuelven mejor sus conflictos que otras y la clave está en el juicio que les merece su propia persona, en el sentimiento que tienen que con su esfuerzo, con su voluntad, con su actitud, si es necesario aún pidiendo ayuda van a ser capaces de poder enfrentarse a esa situación que hoy por hoy los tiene atrapados y a la cual no le encuentran una solución.
Y para esto hay una palabra que define todo y que es el instrumento fundamental para cambiar el curso de nuestra vida y de nuestra historia personal y es la AUTOESTIMA, ni más ni menos. ¿Por qué? Porque las personas que tienen una buena autoestima tienen exactamente los mismos problemas que las personas que no la tienen. ¿Y cuál es la diferencia o cuál es el resultado final? Que quien tiene una buena autoestima encuentra o busca arduamente los recursos como para poder salir adelante. ¿Por qué? Porque tiene confianza en sí mismo que es uno de los pilares fundamentales y en segundo lugar porque también se respeta a sí mismo y es capaz de establecer ciertos límites para su vida.
Pero hay otro ingrediente y elemento fundamental que muchas veces nos olvidamos y es que tú, yo y cada ser humano somos mucho más que los problemas circunstanciales que nos pueden afectar, por lo tanto tenemos derecho a la vida y tenemos derecho a una buena vida, que no va a depender de que los demás nos quieran o no nos quieran, va a depender en primer lugar que me quiera a mí mismo, que me respete a mí mismo, que entienda y sienta que aún habiéndome equivocado y habiendo sufrido las consecuencias de los errores de otros, tengo derecho a una vida digna, pero que nadie me la va a regalar sino que la tengo que construir ladrillo a ladrillo.
Y quizás esos golpes de la vida, quizás esas situaciones tan difíciles que nos tocan atravesar, son los que templan nuestra alma para poder seguir adelante. Y salir adelante es exactamente igual que cuando un bebé comienza a dar los primeros pasos. Intenta, se cae y llora. Pero el afán por tratar de ser igual que los otros al ver que se desplazan sobre sus dos pies, hacen que ese bebé sea tenaz. Y eso es lo que nos está faltando muchas veces de adultos, TENACIDAD. No abandonar ante el primer fracaso o ante la primera dificultad.
Dr. Walter Dresel
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