El invierno es una estación de contrastes en lo que a estados de ánimo se refiere. Diciembre alegra el espíritu de muchos con las reuniones familiares, las posadas, la cena navideña, los regalos y la decoración de hogares, calles y avenidas; hay personas que tienen la necesidad de reflexionar ante la inminente llegada de un nuevo año; se promueve el agradecimiento y el establecimiento de propósitos para vivir en un mundo mejor, los siguientes doce meses.
La época de cierre de año, sin embargo, para una gran cantidad de hombres y mujeres, representa los objetivos no cumplidos, a pesar de las buenas intenciones; un sentimiento de nostalgia por los seres amados que ya no están más en este plano terrenal, el envejecimiento irremediable y, sumado a todo ello, la llegada de una temporada fría, con noches más largas y paisajes que dejaron atrás el verde para lucir secos y desencantados. Esto trae consigo un nudo en la garganta, una pérdida de motivación, un exceso de cansancio, inclinación por aumentar el consumo de calorías y una respuesta pesimista frente a la alegría de otros. Se trata del trastorno afectivo estacional.
Aunque las causas no son del todo precisas, existe la tendencia a sufrir este trastorno por los ciclos circadianos, relacionados con la disminución de la luz solar, que trae consigo un cambio en el reloj biológico y una disminución en la producción de serotonina, que es un neurotransmisor que afecta el estado anímico. También la producción de melatonina puede verse afectada, lo que impacta directamente a los patrones habituales de sueño.
Otras posibles causas se ubican en la historia familiar, cuando ha existido depresión o trastorno bipolar; así como vivir lejos del ecuador y registrar bajos niveles de vitamina D.
Hay que poner atención a la duración de los síntomas porque si éstos se prolongan en el tiempo, puede ser que, a lo ya mencionado, se agregue el aislamiento social, el aumento de peso corporal y el deseo de morir: esto ya es una depresión mayor y es urgente atenderla.
Si tienes esa sensación de que la época navideña se caracteriza por el desánimo, la soledad y la tristeza, opta por practicar actividades que disfrutes, ir de vacaciones a lugares soleados (si tienes la oportunidad), alimentarte en forma saludable y buscar amigos y familiares para reír y hablar de aquello que te conforte.
Si los síntomas se agravan, entonces es recomendable acudir a la fototerapia (terapia con luz) para nivelar los niveles de vitamina D y elevar la producción de neurotransmisores; tomar suplementos alimenticios con asesoría de un experto y acudir a psicoterapia.
Desde el coaching, te recomiendo buscar pensamientos que te hagan sonreír y que los utilices como “ancla” cuando lleguen a tu mente imágenes y experiencias tristes; tú eres capaz de programar al cerebro para que, cuando llegue la idea que te entristece, la sustituyas por la que te hace bien. Louis L. Hay decía que, aunque muchas cosas en la vida no pueden controlarse, tus pensamientos dependen solo de ti. También te invito a practicar deportes que consuman mucha energía para que se eleven las endorfinas y los niveles de serotonina, que son una droga maravillosa para el cuerpo y la mente, por ejemplo, el box, crossfit, tenis, atletismo y cardiovasculares de alto impacto.
Es aconsejable que redactes metas muy concretas para el siguiente año, que impliquen la necesidad de prepararte física y mentalmente, y “ponte manos a la obra”. Además de esto, haz una lista de las mejores experiencias que tuviste en el año y agradece por ello.
Convierte tu tristeza en alegría y toma las riendas de tus emociones.
Si necesitas un coach, búscame: gabycruzcoach@gmail.com
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