Escuché el otro día decir a una señora que su misión de vida es hacer sonreír a las personas tristes. Me pareció una misión llena de sentido. Darse cuenta en quienes necesitan un poco de alegría y darla.
Nuestras misiones son todos esos pequeños detalles que llenamos de sentido. Alguna vez yo pensé que una misión era sólo para Teresa de Calcuta, Gandhi, personalidades que transforman el mundo. Pero, me gusta pensar que en que el mundo también se transforma desde lo pequeño. Es como si el universo escuchara cuál es nuestra misión. Un ecologista diría que si se extingue una planta o un animal, la tierra pierde algo importante. En la cadena de la vida, también reconocer nuestra misión y llevarla a cabo es importante para nosotros mismos, como para los otros. No realizar nuestra misión de vida es como el animal o la planta que se extinguen. Todos somos indispensables para el universo.
Una de las misiones que más me ha gustado llevar a cabo es la de estar con mis hijos. Me llena de contento. Esa es otra de las cualidades de descubrir nuestra misión: nos llena de contento hacerla.
Y a ti, ¿qué te llena de alegría hacer?
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