A medida que comenzamos a vivir en un estado de atención plena como una prioridad, comenzamos a notar cuán críticos somos y siempre hemos sido. Esto puede sentirse incómodo. De hecho, nos resulta difícil creer que juzguemos todo! Nada queda indemne y podemos tener la tendencia a ver cualquier cosa o alguien que sea diferente y único, como menos digno. Y por supuesto, cuanto más nos juzgamos a nosotros mismos por juzgar todo y cada uno, más frustrados nos sentimos, pensando que nunca podremos permanecer en el momento presente y aceptar lo que es.
Pero eso, por supuesto, no es cierto. La estrategia más eficaz es ser amable con nosotros mismos, demostrar cierta compasión por nosotros mismos y nuestros esfuerzos. Y, al disminuir el dominio del juicio sobre nosotros mismos, vemos que naturalmente juzgamos a los demás menos.
Entonces se pone realmente interesante. Si seguimos con nuestros esfuerzos, pronto notaremos que no sólo nuestros juicios negativos sobre los demás se han reducido, sino que comenzamos a ver a los demás como hermosos. Todo y cada uno comienza a tener una calidad hermosa, clara. Hay un sentimiento de aceptación. La aceptación no es necesariamente un acuerdo. Es simplemente ese estado el que dice que podemos estar de acuerdo en no estar de acuerdo y aún respetarnos unos a otros.
Y, mientras continuamos por este camino, con el tiempo, podemos despertar; Y pronto, ya no vemos diferencias. De hecho, todo el mundo y todo parece tener la "misma" hermosa calidad. Comenzamos a darnos cuenta de que todos somos "Uno". Sabemos que en el nivel más profundo somos todos iguales, somos hermosos y especiales. Y al mismo tiempo, vemos que todos somos defectuosos, y no importa. Aceptamos lo que nosotros y otros somos.
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