Hombres y mujeres por igual son adictos a relaciones sentimentales.
Ellas, lo padecen más que ellos. Se muestran como si todo en su vida dependiera de su relación de pareja, están dispuestas a vivir y a morir por el amor.
Es como sí su relación de pareja les diera esa forma de experimentar el éxtasis, la vida, el impulso que requieren para sentirse plenas. Por contradictorio, que pueda parecer, ser adictos al amor o a las relaciones, no se encuentra ligado al amor sino a la necesidad de amar.
Toda adicción lleva a la evitación del contacto y de la intimidad.
El temor a la intimidad
Los amores adictivos están en relación a una necesidad enfermiza de la pareja. Una necesidad apremiante que no permite darnos cuenta lo carentes que estamos de amor propio y lo confundimos con el amor.
Las personas enganchadas a relaciones adictivas están sujetas a buscar por encima de cualquier cosa, una satisfacción que apacigüe sus temores de abandono, de tristeza, de soledad, de rechazo, incluso, son capaces de tolerar cualquier desprecio con tal de poder contar con la dosis de su amor.
La adicción amorosa
No es fácil recuperarse de una adicción amorosa. Tenemos que pasar por un período de abstinencia y enfrentar los propios miedos, enfrentar la soledad, enfrentar nuestra propia necesidad de drama y de desprecio de nosotros mismos.
Sin embargo, hoy en día, existen varios programas para sanar, salir de ese lugar tan destructivo que lejos de llevarnos a crecer nos lleva a depender de una manera insana.
Quedarnos detenidos en un mal amor tiene su precio y un costo muy alto para la autoestima, la valoración personal. Sí no sanamos: viviremos en el drama, padeceremos depresiones, sentiremos que somos unas víctimas, y nuestra vida, siempre penderá de un hilo, que seguramente, se romperá por lo más delgado, nuestra propia existencia hecha trizas.
El desarrollo personal y el cierre de ciclos es lo más importante en este tipo de situaciones.
En la vida existen caminos:
Los sufres.
Los padeces.
Los disfrutas.
Los vives con dolor.
O te quedas detenido en el tiempo del dolor y del ayer.
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